Celebración, conmemoración o ninguna de las anteriores
- Elva María Maya Marquez
- 25 noviembre, 2020
- Columnas
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De manera reciente, la celebración de los Días Internacionales ha cobrado mayor relevancia con el propósito de generar consciencia social y sensibilizar a la sociedad sobre temas y acontecimientos históricos que de manera global nos impactan, y es ineludible tener presentes.
No obstante, es necesario volver al origen de las cosas y en este caso de las palabras, a fin de distinguir entre una celebración y una conmemoración. De acuerdo con la Real Academia Española (RAE) ‘celebrar’ se relaciona con ensalzar públicamente a un ser sagrado o hecho solemne religioso o profano, mostrar o sentir alegría o agrado por algo y ‘conmemorar’, es recordar solemnemente algo o a alguien, en especial se relaciona con un acto o un monumento. Se celebra cuando el motivo tiene de fondo una alegría y se conmemora cuando tiene algo doloroso. Celebrar se traduce en festejar, por tanto, no debería usarse para referirse a casos infortunados.
Dicho lo anterior, quiero retomar el 25 de noviembre, fecha de conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la cual remonta su origen a 1960, año en el que las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal (conocidas como las “Las Mariposas”), fueron brutalmente asesinadas en República Dominicana por su activismo político en oposición al gobierno del dictador Rafael Leónidas Trujillo. En 1993, las Naciones Unidas (ONU) aprobaron la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, y en 1999, esta fecha fue reconocida de manera internacional.
Las agresiones hacia las mujeres tienen diferentes manifestaciones, a veces sutiles e imperceptibles, silenciadas y hasta normalizadas. La violencia contra las mujeres es una de las caras más dolorosas de la discriminación que ha ido aumentando en todo el mundo, esto, aun con los esfuerzos por visibilizar el tema a través de los movimientos sociales que han marcado un hecho sin precedente en la historia reciente.
Violencia no solo es un golpe, no tiene que ver exclusivamente con el uso de la fuerza física, hay otros tipos de violencia que, aunque no dejan moretones, las marcas para quien las sufre son igual de dolorosas, a veces se borran y otras tantas se ocultan, o se maquillan literalmente, pero existen casos más desafortunados donde la víctima no vive para contarlo. Hablar de la violencia que sufren las mujeres, es hablar de un abanico de posibilidades donde se encuentra la violencia física, psicológica, sexual, económica, intrafamiliar, feminicida, etc.
Este problema como muchos otros, se acentuaron a raíz de la pandemia. El claro ejemplo es la violencia que se vive en el hogar, donde mujeres y niñas han sufrido los costos del confinamiento al permanecer prácticamente todo el día con su agresor. Con base en información emitida por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en el mes de abril de 2020, se registró un total de 103 mil 117 llamadas, 57.2% fueron por violencia familiar, el 19.3% por violencia de pareja, el 22% por violencia contra la mujer y el 1.4% por violencia sexual.
Hoy, no hay nada que celebrar y la conmemoración solo tendrá sentido si realmente se entiende el problema, las múltiples causas que lo originan y sus consecuencias. Por favor entiendan, no queremos ser parte de discursos políticos que ganan votos. Tampoco queremos que nos incluyan como parte de una cuota que alcanzar, no se trata de felicitaciones, flores o desayunos en determinadas fechas, o un ‘hashtag’ que difundir. No queremos mensajes vacíos que nos digan lo valiosas que somos, pero al final, siguen sin reconocer nuestro trabajo en lo público y en lo privado. Nuestro lugar no solo está en la casa o en la cocina, y el querer desarrollarnos profesionalmente no debería ser motivo de señalamientos. No queremos seguir contando con espacios limitados en lo laboral, o percibir menos ingresos ante una misma actividad por el simple hecho de ser mujeres. Lo único que se busca es un trato igualitario y sí, como cualquier persona sin importar el sexo o el género, aspiramos a una vida libre de violencia y espero que no sea mucho pedir.