Las verdaderas necesidades
- Julián Chávez Trueba
- 12 febrero, 2020
- Columnas
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A todos aquellos que nos consideramos en el grupo de las buenas personas, sabemos que nuestros sacrosantos padres al observar que no guardábamos la compostura o las buenas costumbres, nos regañaban con la intensidad que lo ameritaba. En aquellos momentos fuimos aprendiendo que había límites, que existía la necesidad de detenernos y no dañar a los demás, porque había una consecuencia que no se esperaba agradable.
Así fuimos creciendo y el día de hoy podemos muchos de nosotros estar orgullosos de que nos hemos convertido en personas rectas, disciplinadas y productivas; conocemos de los límites y de las consecuencias de nuestros actos.
A nivel social, la estancia Estatal que limita nuestros actos respecto de la sana convivencia e interacción social es la Fiscalía, antes Procuraduría, puesto que es ahí donde demandamos justicia cuando nos han robado, extorsionado o hemos padecido de un homicidio cercano, violación, etc.
Esta Fiscalía hace las veces de institución ejemplar, donde se investigan las malas conductas y se reprime al responsable, como si fuera en aquellos tiempos y guardando todas las proporciones, la autoridad familiar de nuestra infancia.
Y como puede esperarse de unos papás que no otorgan castigos y que no disciplinan a sus pequeños, crecen estos últimos con malas conductas y berrinches. De la misma forma esta nuestra sociedad.
No existe una investigación de los delitos, no hay procesos ágiles ni eficientes, la famosa circunstancia de los delincuentes que le llaman “puerta giratoria” donde solo los aprehenden y no hay consignación, donde no hay reparación del daño y donde sobre todo, no hay una adecuada ejemplaridad.
Hablo de que no hay buen ejemplo porque claro que existe el ejemplo vicioso donde se les expresa a los delincuentes que cometan sus acciones antisociales con la probabilidad casi nula (al 1%) de que resulten con una pena por sus delitos.
De hecho, la ejemplaridad, esa virtud que tiene el dictar una sanción en la técnica judicial, ahora juega en contra, porque se alienta a la comisión del delito en lugar de detener la acción.
Hoy podemos afirmar que es insuficiente colocar policías, patrullas, cámaras de vigilancia y regalar dinero para según desincentivar el delito, si no existen los mecanismos para contener todas las carpetas judiciales que atiborran al sistema, que saturado resuelve lo mediático, lo urgente, en lugar de lo importante.
Donde se observa que liberan (verbo utilizado por AMLO al referirse del acto) al hijo del Chapo por resguardar la vidas de muchas personas y que ahora recientemente, vuelven a liberar (verbo usado por esta redacción) a quienes trabajan con él, como insinuando un pacto, como expresando la línea.
Mis padres, como seguramente a muchos de ustedes, me enseñaron que no importa mucho lo que digas, sino lo que hagas “hechos no palabras” suena el refrán.
EL día de hoy, necesitamos de hechos no palabras, necesitamos que nuestro gobierno fortalezca todo el sistema judicial, con hechos no con buenas intenciones, porque hoy por hoy, es la necesidad número uno de nuestra sociedad, la disciplina.