Familia, educación y diversidad sexual
- Elva María Maya Marquez
- 16 agosto, 2019
- Columnas
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Hablar de diversidad implica reconocer a todos los grupos que son diferentes a un modelo a partir del cual se construye una sociedad y su cultura, grupos que han quedado marginados al no entrar dentro de un esquema socialmente establecido que de entrada, se convierte en una especie de barrera que impide pensar en la diferencia es decir, en un mosaico infinito de pluralidad humana.
México, cuenta con esta cualidad de ser pluricultural, lo que hace converger diversidades culturales, sexuales y de todo tipo que invitan a pensar en cómo romper los estereotipos y cómo trabajar sobre la no discriminación para conseguir que las nuevas generaciones puedan desenvolverse en un país con menos estigmas, para que puedan ser ellos y ellas de una mejor manera.
La diversidad sexual, hace referencia a todas las posibilidades que tienen las personas de expresar y vivir la sexualidad, es un término que se usa para referirse de manera inclusiva a toda la diversidad de sexos, orientaciones sexuales e identidades de género. Es decir, que dentro del término “diversidad sexual” cabe toda la humanidad, pues nadie ejerce su sexualidad de la misma manera.
En este contexto, el Artículo 1o. establece que todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos por la Constitución y, queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.
Sin embargo, en el tema de la diversidad sexual prevalecen prejuicios que se vienen arrastrando de una generación a otra, lo que ha derivado en una constante lucha por avanzar en la configuración de una sociedad que no solo permita la diferencia, sino que la reconozca y la tolere.
Hablar y visibilizar la diversidad sexual implica un ejercicio de conciencia que permita una perspectiva de inclusión de lo diferente en condiciones de igualdad, ya que la idea de igualdad no es buscar que todos se parezcan a mí, una verdadera igualdad implica reconocer las diferencias del otro y reconocer que son tan validas como las mías.
Los esfuerzos para discutir y entender a la diversidad como parte de nuestra sociedad y de uno mismo comienza en casa, reconociendo que los niños y las niñas son personas, y como personas tienen derecho a expresarse, a saber y decir cómo quieren ser tratados en el entorno familiar y como van construyendo desde una corta edad lo que va a ser su personalidad. Educar a un hijo no es apoderarse de él y dictarle como tiene que ser no solo su moral, sino su comportamiento, su vida y lo que debe hacer de ella.
Es primordial ir a varios niveles e indiscutiblemente se debe incorporar el tema legislativo y de políticas públicas, ya que el hecho de contar con el matrimonio igualitario e interrupción del embarazo de manera legal en lugares como la Ciudad de México, hace en la mente y en la cultura de las personas una diferencia respecto al hablar de cosas que anteriormente no se hacían.
No podemos tener ciudadanos de primera y de segunda, tratemos de ir un paso adelante del pensamiento conservador y normalizado. Hombre más hombre o mujer más mujer pueden ser igual a familia, seguir pensando en un modelo tradicional de familia obstaculiza avanzar en materia de inclusión. Este país pertenece a los indígenas, a los mestizos, a todas las diversidades existentes, tenemos que apostar por reconocer la diferencia considerando que cada individuo es atravesado por un sinfín de identidades que se convierten en nuestra riqueza, no en nuestra debilidad.