La deuda histórica con los Pueblos indígenas
- Elva María Maya Marquez
- 9 agosto, 2019
- Columnas
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En el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas conmemorado este 9 de agosto, es necesario no voltear la mirada hacia otro lado y pensar seriamente en nuestros pueblos indígenas y, en la enorme deuda social con esta población portadora de identidad, cultura, tradiciones y por supuesto de sus lenguas, que pese al enorme valor que representan desaparecen a un ritmo preocupante.
Esta conmemoración que surge en 1982, tiene un objetivo claro; sensibilizar sobre las necesidades de los pueblos indígenas, los cuales representan una enorme diversidad que se refleja en más de 5 mil diferentes culturas indígenas, repartidas en 90 países, con cerca de 7 mil lenguas en todo el mundo. En el caso de México, el artículo segundo de nuestra constitución, señala que la nación tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas, los cuales conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, argumento que tendría que ser suficiente para el reconocimiento e inclusión real en todos los ámbitos de la sociedad.
La situación de los pueblos originarios históricamente ha estado marcada por una serie de carencias sociales y económicas que los ha colocado en total vulnerabilidad, de acuerdo con los resultados de la medición de la pobreza 2008-2018, presentados por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), México sigue siendo un país donde las oportunidades para el bienestar de las comunidades indígenas son insuficientes.
Nuestro país cuenta con 68 lenguas originarias es decir, 68 maneras distintas de pensar la vida, de nombrar las cosas, de conocer lo que nos rodea y de una visión de ver al mundo, por lo que no deben ser vistas como lenguas inferiores, 2019 fue declarado como el año internacional de las lenguas indígenas, en este sentido, la invitación es a cambiar la concepción que se tiene sobre la población indígena que no es sinónimo de ignorante o analfabeta, ya que desgraciadamente aun con grados de estudio, con grados académicos de licenciatura o maestría, se les sigue pensando como “personas menos valiosas” por contar con ciertas características y portar vestimenta indígena.
El principal obstáculo a vencer son los estereotipos y prejuicios sociales que en este caso, se acentúan o recrudecen por cuestiones como el color de piel o la manera de hablar, situación que ha llevado a esta población a una incansable y permanente lucha por el reconocimiento de sus derechos. Los pueblos originarios con los que cuenta México, son la expresión de la memoria viva de lo que somos, representan una enorme diversidad que se refleja en su creatividad plasmada en tejidos y artesanías, sin olvidar su vasto conocimiento en la herbolaria medicinal y en una inmensa variedad de sabores que han permitido mostrarnos al mundo.
Por otra parte, la forma de abordar el tema desde el Estado ha dejado mucho que desear, limitándose a incluirlos como parte de un discurso y acciones que no logran materializarse y no corresponde a la visión o concepciones propias que respeten su autonomía por lo cual, si en verdad se pretende apoyar y beneficiar a estos grupos, se les debe mirar como sujetos de su propia historia y de su propio desarrollo.
A los pueblos indígenas no se les debe ver ni con lastima ni con desprecio, pensar, reír, soñar y amar pueden ser concebidos desde una lengua originaria y, es igual que hacerlo en español. Vale la pena recordar las palabras de Miguel León Portilla, al señalar que cuando muere una lengua la humanidad se empobrece, ya que muere una manera de concebir la vida. Los pueblos indígenas son parte de la sociedad y un patrimonio que debemos preservar.