La escasa apuesta del país en Ciencia y Tecnología
- Elva María Maya Marquez
- 12 julio, 2019
- Columnas
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Una actividad como la investigación, el desarrollo científico y tecnológico son temas fundamentales para alcanzar un crecimiento económico y bienestar social, en el caso de México a pesar de los esfuerzos realizados, la inversión es muy baja en comparación con otros países y no alcanza ni siquiera el 1% del Producto Interno Bruto (PIB).
Uno de los grandes problemas radica en la falta de entendimiento de lo que es la ciencia y el valor de la misma no solo para un país, sino para el mundo entero, ya que la ciencia se encuentra en lo cotidiano y si la cultura es una construcción de los humanos, la ciencia también lo es, representa una manera de entender el mundo a partir del cuestionamiento del mismo.
La ciencia hace referencia a la generación de conocimiento no obstante, es crucial comprender que cuando se habla de ciencias no es solo matemáticas, física o biología, denominadas por muchos como ciencias exactas, sino que a la par se encuentran las ciencias sociales como un elemento para afrontar los problemas de nuestra sociedad, ya sea en la ciudad, en el campo, en los procesos de migración o educativos, en temas como el de la pobreza y la desigualdad, que indiscutiblemente son parte del objeto de estudio de ciencias sociales como; la ciencia política, la sociología o la antropología, lo que demuestra la trascendencia de la generación de conocimiento desde diferentes disciplinas que puede ser aplicado para mejorar las condiciones de vida de la población y contribuir a tener un mejor futuro para el país.
La ciencia y la tecnología no pueden estar ajenas a propósitos de desarrollo por el contrario, permiten ver desde un sentido crítico como es que se están haciendo las cosas para realizar los ajustes necesarios y hacerlas de una mejor manera. México ha ido construyendo instituciones para la generación del conocimiento con respaldo del Estado y de algunas Universidades pero hace falta ir un paso más adelante de lo que actualmente se ha hecho para consolidar avances y trabajar en iniciativas en la materia que desemboquen en proyectos de gran escala y a largo plazo, donde desde el Estado se incentive a empresas, científicos, tomadores de decisiones, sector productivo, empresas y sociedad civil.
Es de suma importancia tratar de conectar las preocupaciones regionales y locales que den paso a una generación de conocimiento para un desarrollo tecnológico que permita innovar en procesos, productos y servicios que tengan repercusiones sobre la vida de las personas, sin dejar de lado el conocimiento tradicional que surge desde los pueblos originarios y que tenemos que aprovechar en materia de ecología, salud, nutrición, alimentación, cuidado forestal etc.
El reto es que todos entendamos algo de ciencia y se deje de pensar que es algo que se encuentra alejado de nosotros con el propósito de tomar decisiones informadas sobre temas que surgen en el mundo. Nuestra pobre inversión en ciencia nos condena a seguir dependiendo de otros países que han logrado entender la importancia de la misma y les ha permitido contar con ventajas tecnológicas e industriales para crear, diseñar y fabricar nuevas herramientas y dispositivos para mejorar las condiciones de su país a partir de su uso y comercialización.
La generación y el desarrollo de la ciencia no es buena ni mala, el uso o la aplicación en su mayoría es responsabilidad de cada persona. La ciencia es una forma de pensar que permite cuestionar el presente y comprender que no hay respuesta única, perfecta y definitiva. Cambiar la dinámica de crecimiento económico requiere de un modelo que invariablemente debe tomar en cuenta la Ciencia, la Tecnología y por supuesto, su impacto en la Sociedad.