DE SEMANA SANTA
- Jimena Bañuelos
- 16 abril, 2019
- Columnas
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Es época de ponerse a cocinar, y no me refiero a la encuesta del CIS, que de esa ya se encarga periódicamente Tezanos. Es tiempo de torrijas y hay que cumplir con las tradiciones. Tengo huevos, leche, azúcar, cáscara de limón, canela en rama y, por supuesto, pan con mucha miga; lo único que me falta es la buena mano que tiene mi abuela para la cocina porque por mucho empeño que yo ponga, la experiencia es un grado y eso es incuestionable. Ella siempre me insiste en que hay que poner mucho cariño en su elaboración, creo sinceramente, que lo dice por darme ánimos… No sé si me saldrán bien o no pero, al menos, es la mejor forma de comenzar a vivir los días más álgidos de la Semana Santa.
Muchos han pedido una tregua estos días a los políticos porque desde que el pasado viernes hicieran la pegadas de carteles ya es un no parar de propuestas. Y digo pegada de carteles porque así ha sido todo la vida pero en esto sí que hay que adaptarse a los tiempos. Por ejemplo, el líder de Ciudadanos utilizó la tecnología para aparecer en su sede a través de un holograma. Pero si he dicho que hay que hacer un paréntesis, hagámoslo como dios manda. Viajemos por España porque la Semana Santa tiene mucho que ofrecer.
La primera parada puede ser en Málaga. Es digno de ver el Cristo de la Buena Muerte que porta la Legión. Escucharlos entonar El novio de la muerte pone la piel de gallina. Es un sentimiento que algunos no entenderán, pero los fervientes que llevan un año esperando a que llegue Jueves Santo no pueden contener sus lágrimas. Y eso en Málaga, porque si continuamos por Andalucía hay que hacer una parada obligatoria en Sevilla. Muchos pasos procesionan por sus calles, pero La Madrugá es especial. Se respira devoción, se respira respeto. Se escucha el silencio. Del sur de España, pasando por Madrid podemos llegar a Castilla y León. En ciudades como Valladolid o Zamora también hay mucho que ver, pero dado que estamos en mi tierra, permítanme que les hable de Burgos. Su historia y sus procesiones son el mejor motivo para ir a la ciudad que me vio nacer. De hecho, hasta allí tendré que ir para cumplir con la tradición de las torrijas. Sin mi abuela no me pongo frente a los fogones, porque ella desprende cariño no solo a los suyos sino a todo lo que le rodea.
La operación salida ha comenzado porque si lo de las procesiones no es lo tuyo también puedes “vacacionear” en la playa, eso si el tiempo lo permite porque no sería la primera vez que hay que rezar mirando al cielo para que la lluvia respete a los que buscan sol y a los que tienen devoción. Dejemos la política a un lado y los mensajes de promesas a otro porque hasta el día 23 de abril no será el debate de todos los candidatos. Todavía quedarán cinco días hasta que vayamos a las urnas, tiempo más que suficiente para pensar en el futuro de nuestro país. Ellos hablan de pactos, pero no es tiempo de pactar con el diablo… Ahora toca vivir el presente, disfrutar de los días festivos y como dicen por allá decirles a los políticos: “Ahorita voy al mitin” y que nos esperen sentados.