“Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto” Georg Christoph Lichtenberg

Es muy a menudo, recurrente, necesario y hasta imprescindible la frase de vergüenza –falta de-, falta más trabajo, redoblamos esfuerzos, no somos magos, no tenemos la varita mágica, el rival fue mejor, la cancha no ayudó, el árbitro, la gente, el clima, y un sinfín de condimentos dignos de mezclarse para alcanzar a tener un diccionario especializado con las mejores expresiones y herramientas que emplean los deportistas, atletas, entrenadores, directivos y dueños. Lo peor del caso es que esto se ha venido haciendo costumbre y sobrepasa cualquier escenario que dignifique la labor de unos y otros, es más, hasta la equivalencia de responsabilidad recae más en unos que –en la minoría- que a veces ni la deben ni la temen y en cambio otros, se lo pasan de lo mejor en su rinconcito, con su pantalón largo y atrás de un escritorio, escondidos con celular y tableta en mano, con auriculares para no ser “molestados” y con una mega pantalla para distinguir la esencia de sus garrafales equivocaciones y que, aun así, no la aceptan y disfrazan cada que pueden, echando culpan al por mayor, ocultándose de los demás para no recibir la críticas, peticiones y exigencias de los verdaderos soportes de las instituciones; es más, hay ocasiones que tanto va el cántaro al agua que este termina por romperse y esos fragmentos dan al traste con la planeación estratégica, con los objetivos trazados y por ende sale a flote la realidad imperante.
Estás palabras que se convierten en frases en cuyo contenido y base conllevan un desagradable deseo de pasar inadvertido, sólo poseen la habilidad de exhibir la raquítica idea de saber llevar a puerto seguro a toda una institución, porque si bien es cierto que en ocasiones –la mayoría- se habla de lo que vemos, escuchamos y leemos, también están atrás de ellos un séquito que también asumen los riesgos que contiene pertenecer a una estructura. Algunos lo asumen como tal y dan la cara, pero con los consabidos temas de: yo ni juego…no estoy en la cancha, ni en la pista ni en la duela, ni el asfalto, etcétera; pocos, casi nadie, se enchaleca el mal tiempo y “asume” una responsabilidad al aclarar que: todos trabajamos para el mismo dueño…la directiva no tiene ni idea de lo que ignora…el grupito fashion ni siquiera se para por este lado y solo acuden cuando se les convoca…
Es por ello que me fui a mi enciclopedia –las nuevas generaciones seguro ni saben lo que digo, pero a veces es mejor que la internet- para destacar dos palabras que son benévolas e inquisidoras: VERGÜENZA y PENA, encontrando toda diferencia: Vergüenza es un sentimiento común de cuando quieres hacer algo (acción, preguntar…) y no te atreves a realizarlo por el qué dirán de la gente de tu alrededor… Pena, hace alusión a un sentimiento grande de tristeza, dolor, tormento o sentimiento corporal; dificultad, trabajo.
Entonces, derivado de esos conceptos, resulta fácil identificar como en el mundo deportivo de nuestro país y gran parte de Latinoamérica también suelen expresar la palabra “pena” refiriéndose a “vergüenza”. Qué bárbaros somos ¿no? Y es común hacerlo porque así nos acomoda lastimosamente, y así como en el terreno de juego sucede, también a nivel directivo y ni qué decir de nuestra fuente periodística, aunque, a decir verdad, a muchos les puede, les sacude, les tatema y castra lo que no puedes tapar el sol con un dedo, a ellos y otros más les lanzo estas preguntas: ¿Qué es tener vergüenza deportiva? ¿Qué diferencia hay con la vergüenza de aficionado? ¿Los directivos la tendrán? ¿Quién determina una o varias situaciones extras? ¿tienen miedo? ¿de qué? LA VERDAD NO PECA PERO INCOMODA!!! Tantita madre señores y déjense de quejumbres y pónganse a trabajar que para eso les pagan y bastante bien. La cacería de brujas fue de otra era, estamos en el S.XXI y parece que muchos viven cuaternarios, impávidos no soportan SU cruda realidad, pues ese es su problema, no el mío, ni el de muchos. Les amplío un poquito el tema…
Por lo general el término de vergüenza deportiva se aplica para los momentos de fracaso, cuando un atleta, deportista y/o entrenador, sienten profundamente haber quedado por debajo de las expectativas de quienes confiaron en él y de las propias, pero también se observa a veces en las victorias. Saben que DUELE no cumplir con los objetivos, porque muchas son las expectativas y esperanzas, pero aquellos auténticamente que se tatúan el honor de un equipo, institución y ser profesional a carta cabal son los que lloran porque sienten! Los otros, los demás, bah! Patrañas.
“No te rindas…no hay vergüenza en caer, la verdadera vergüenza es no levantarse”
Tadatoshi Fijimaki

Pásenla bien!!!