¿Cómo entender el Brexit y el adiós de Theresa May?

Pasaron 26 años para que Reino Unido volviera a tener una Primer Ministro, en el imaginario colectivo quedan los tiempos de Margaret Tatcher, un periodo en donde el archipiélago volvió a tomar el control geopolítico que le ha caracterizado a lo largo de los siglos, en donde se impulsaron políticas liberales cuyo impacto persiste en nuestros días.
Siguiendo este contexto, después de que Tatcher dejó el gobierno inició una época de sucesiones gubernamentales entre conservadores y laboristas, una puesta en práctica de políticas liberales y socialdemócratas (siendo éstas últimas las que han prevalecido en el marco de la membresía que se tiene a la Unión Europea), esto explica la influencia de pensadores como Anthony Giddens en las políticas públicas británicas de los últimos veinte años.
En 2016 después de una estrepitosa derrota de David Cameron en el “Referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la U.E.” (que llevara a su dimisión como premier), llegó a la jefatura de gobierno Theresa May como segunda mujer al frente de dicho cargo, una política conservadora sumamente diplomática.
Bajo este tenor, Eunice Goes considera: “En los primeros meses de su liderazgo, Theresa May no desilusionó a su partido. Tan que llegó a Downing Street, May anunció su visión, que definió de ‘arrojada, nueva y positiva’, para cambiar el Reino Unido. Esta visión tenía como objetivo sanar las heridas del referéndum sobre la adhesión a la UE y de abordar las preocupaciones de los votantes con respecto al impacto social, económico y cultural de la globalización”(Goes, 2017, p. 79).
De lo anterior, se desprende que precisamente esa cualidad negociadora le hacía la más apta para el cargo, para hacerle frente a actores políticos como el también conservador Boris Johnson, así como Nigel Farage líder del euroescepticismo, quienes en gran medida han sido los artífices del Brexit, quienes se enfocaron en las personas insatisfechas con el sistema de salud, el nivel de ingresos y el sistema educativo de Gran Bretaña (Alabrese, Becker, Thiemo, & Novy, 2018, p. 141).
Aunque, el factor más alarmante de la votación que originó la aprobación del Brexit en 2016, fue el rechazo a la inmigración internacional hacia U.K., lo que gestó un ambiente de polarización social entre los políticos ya mencionados y el líder laborista Jeremy Corbyn, partidario del Estado benefactor y el asistencialismo social.
En esta tesitura, Bachmann y Sidaway sentencian: “Las clases más bajas fueron alentadas a creer en su economía, superioridad política, social y racial al resto de sujetos del imperio, La subclase doméstica podría convertirse en la mayoritaria y todas las clases sociales británicas podrían unirse en una patria. La fuerza de esta solidaridad sigue presente en el siglo 21 y va de alguna manera a explicar la xenofobia, el racismo y la hostilidad, que siguen siendo una parte tan obvia de la Herencia británica”(Bachmann & Sidaway, 2016, p. 48).
Esa polarización política ha ido agravándose, situación que no sólo ha dividido a la población de Inglaterra y Gales, con respecto a la de Irlanda del Norte y Escocia, sino que también ha segmentado a las provincias que las integran.
Siguiendo esta óptica, “Uno de los elementos que se volvieron evidentes en el análisis ‘post mortem’ de la elecciones del Brexit fue que el voto por salir de la Unión Europea fue el voto rural, y en particular un voto anti Londres, siendo ésta una ciudad cosmopolita, que se destaca por unos valores liberales y que concentra el 13% de la población del Reino Unido. El habitante de otra región no se ve reflejado en el espejo de Londres. Este es un problema de identidad. Además, el Brexit fue más favorecido en Inglaterra y asociado al ‘ethos’ inglés, mientras que el Remain obtuvo mayoría en Escocia”(García Molina & Chicaíza, 2018, p. 145).
Este fue el contexto general imperante en Reino Unido al que tuvo que hacerle frente Theresa May, sin tomar en consideración las presiones políticas de sus pares integrantes de la Unión Europea liderados por Jean-Claude Junker. Sin embargo, los principales opositores al trabajo de la Primer Ministro no fueron Boris Johnson y Jeremy Corbyn. Por el contrario, el gran enemigo de May fue el machismo que persiste en muchos sectores de Reino Unido, misoginia que lejos de la lógica de la oposición política, abusó del escarnio y el descrédito contra una mujer que valientemente logró negociar en dos ocasiones un acuerdo de salida de U.K. con la Unión Europa, una conducta anacrónica que en el caso de May constituyó un ejemplo de violencia política de género en pleno siglo XXI.
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Referencias:
Alabrese, E., Becker, S. O., Thiemo, F., & Novy, D. (2018). Who voted for Brexit?. Individual and regional data combined. European Journal of Political Economy (56), 132-150.
Bachmann, V., & Sidaway, J. D. (2016). Brexit geopolitics. Geoforum (77), 47-50.
García Molina, M., & Chicaíza, L. A. (2018). Brexit, paz y Trump. Revista de Economía Institucional , 20 (38), 129-156.
Goes, E. (2017). Eleições no Reino Unido. Efeitos Brexit e austeridade produzem surpresa eleitoral. (I. P. Internacionales, Ed.) Relações Internacionais , 77-92.