La dieta del INE

El periodo vacacional ha terminado, una semana que de “santa” parece que tuvo muy poco, el tsunami informativo estuvo presente a diferencia de lo que sucedía anteriormente, es decir, una baja en hechos noticiosos durante el periodo vacacional. Lo que se pudo observar en los últimos días, es que a nuestros actores sociales y políticos les importó poco o casi nada la época de reflexión; ni tranquilidad, ni serenidad, sino todo lo contrario.
Asimismo, no podemos pasar por alto el inicio de las campañas electorales rumbo a los comicios del 6 de junio, donde los abanderados de todos los partidos agradecieron el cambio de horario para adelantar su reloj una hora, y al primer minuto del domingo 4 de abril, a saturar las redes sociales con sus primeras imágenes de campaña, los inicios de la “espotiza”, esta avalancha de propaganda en radio, televisión, redes sociales y todo aquel rinconcito en el que puedan darse a conocer o mejor dicho, hacerse promoción, porque si realmente se dieran a conocer y mostraran sus verdaderos “perfiles”, pocos ciudadanos o menos de los esperados acudirían a las urnas.
Ya entrados en materia electoral, nos falta el Instituto Nacional Electoral (INE), que también fue tema durante los últimos días al circular una carta en defensa del Instituto con fecha de 31 de marzo, firmada por un grupo de académicos, políticos, periodistas e intelectuales etc., donde de manera concreta piden parar lo que consideran como expresiones difamatorias por parte del presidente, que, de acuerdo con los firmantes, buscan desacreditar al instituto electoral.
Estos personajes llaman a defender a un INE que se puso a sí mismo en conflicto, el árbitro tomó partido. De manera concreta me refiero al tema de la sobrerepresentación, que, si bien no es un tema nuevo y que desde hace mucho debió atenderse, se decide retomar una vez que el proceso electoral ha iniciado, que los ánimos están bastante subidos de tono, y encima de todo resulta anticonstitucional.
Que curioso que a este INE que hoy tenemos, en parte con los mismos consejeros, no les importó con anterioridad el tema de la sobrerepresentación, y algunos de quienes hoy firman, no mostraron mayor enfado ante una serie de asuntos que se han pasado por alto en materia electoral, como el “triunfo” de Felipe Calderón en 2006, que nos salió caro y a la fecha seguimos pagando. Qué decir de los mares de dinero que circularon en la campaña de Enrique Peña, donde se pudo comprobar que cínicamente rebasó los topes de campaña y ante tal hecho, estos personajes que hoy se dicen críticos y defensores de la democracia, no pensaron en realizar una “cartita” como la que hoy presentan.
Este INE por el que se están rasgando las vestiduras, se ha convertido en una casta dorada y un ejemplo son los sueldos de los consejeros Ciro Murayama y Lorenzo Córdova, quienes no han tenido mayor problema en violar el artículo 127 constitucional para cobrar sueldos de 170 mil y 178 mil pesos mensuales, un 57% y 64% más que el sueldo fijado para el presidente. En el caso de Lorenzo Córdova, se presume que al día de hoy puede tener una fortuna que asciende a más de 20 millones de pesos, lo anterior de acuerdo con una entrevista realizada por el periodista Álvaro Delgado.
Como si esto no fuera suficientemente ofensivo, tener estos sueldos en un México profundamente desigual, la estructura laboral cercana a Córdova se integra por una decena de asesores quienes cobran alrededor de 100 mil pesos mensuales con prestaciones de primer nivel como prima vacacional, prima semestral, prima de gastos funerarios, 40 días de aguinaldo, un pago por gastos de alimentación por hasta 11 mil pesos mensuales, pago por despensa mensual y una serie de compensaciones económicas generales.
El problema no son las instituciones, sino las personas que están al frente de las mismas. El INE no es un personaje faraónico como Lorenzo Córdova afortunadamente, la institución está integrada por una estructura más amplia de personas que seguramente trabajan más y reciben un menor salario. La democracia la construimos todos, y si queremos que las cosas cambien, pensemos en participar en algo más que un proceso electoral.