México – Rusia, notas para entender una eventual alianza estratégica

El pasado lunes 25 de enero tuvo lugar una conversación entre los mandatarios de México y Rusia, Andrés Manuel López Obrador y Vladimir Putin, respectivamente, de acuerdo a la Presidencia de la República el motivo de dicha conversación fue por el ofrecimiento de ayuda humanitaria del país más grande del mundo para enviar 24 millones de vacunas Sputnik V de manufactura rusa a México.
Rápidamente la oposición al gobierno de Andrés Manuel López Obrador no se hizo esperar, atreviéndose incluso a menospreciar dicha vacuna sin suficiente evidencia científica que demuestre lo contrario, incluso fue sumamente irrisorio leer comentarios sobre el surgimiento de una conspiración para implantar el comunismo en México, olvidando que Rusia dejó de ser socialista desde la caída de la extinta Unión Soviética en 1991.
Sin embargo, surgen elementos dignos de análisis dado el nulo acercamiento sociocultural con Rusia desde los albores del pasado siglo XX, impulsado no solamente por la caída del bloque que conformaba el Pacto de Varsovia, sino por las constantes presiones de Estados Unidos para mantener lejos de sus fronteras al país que pese a un eventual colapso financiero de una década, hoy en día vuelve a erigirse como un serio adversario de la Unión Americana en múltiples áreas de índole político, económico y social.
Bajo este tenor, surge un cuestionamiento: ¿Conviene un acercamiento de México y Rusia en estos momentos?. La respuesta es sí y no por tratarse de un gigante como lo es el país comandado por Vladimir Putin, sino porque desde que inicio esta columna he propugnado por una mayor apertura política, comercial, turística y diplomática con una mayor diversidad de naciones, o bien, reactivar los once tratados internacionales de libre comercio que tiene signado nuestro país con otros países del mundo, sin contar el T-MEC.
Por lo que en aras de profundizar en ello, se resalta que una nueva alianza estratégica de México con Rusia con independencia de la vacuna Sputnik V (que dicho sea de paso, recibió elogios por parte de la canciller alemán Angela Merkel), permitiría a nuestro país el acercarnos a mercados internacionales de aliados estratégicos de Rusia como Irán, Siria e India, así como acercarse aún más al mercado chino y volver a tender los lazos de unión entre ambos países, mismos que quedaron sumamente fracturados después de la cancelación del primer proyecto de un tren rápido entre la Ciudad de México y Querétaro, el cual ya había sido licitado en 2015 en favor de la empresa asiática China Railway Construction Corporation, que se vieron agravadas con la cancelación también en 2015 del proyecto Dragon Mart en Cancún, Quintana Roo, por violaciones al equilibrio ecológico, hechos que han minado el comercio a gran escala con el mercado más grande del mundo.
Del mismo modo, las relaciones con Rusia podrían abrir canales de comercio con naciones de Europa del este como República Checa, Polonia o Hungría, que son vistas con desdén por parte de Estados Unidos y de la Unión Europea. Asimismo, poder utilizar el aval ruso para acercar a México con Noruega y Suecia, que además de ser importantes mercados, también podrían ser aliados en materia energética como países productores de una de las mejores mezclas de crudo como lo es el Brent del mar del norte.
Aunado a lo anterior, una alianza México – Rusia podría impulsar que nuestro país deje esa postura de sumisión ante los Estados Unidos en materia de migración, al buscar el amparo y apoyo ruso en fotos internacionales para lograr un acuerdo efectivo en materia migratoria con nuestro vecino del norte, apelando siempre a la defensa irrestricta de los derechos humanos de los migrantes.
Por lo que, en caso de consolidarse dicha estrategia podría catapultar a México a tomar un papel decisivo en América Latina, es decir, convertirse de una vez por todas en el hermano mayor económica y políticamente hablando de toda Latinoamérica, lugar en los que el Brasil de la primera década del siglo XX durante el mandato de Luiz Inácio Lula da Silva y el Chile de Michelle Bachelet (2006 – 2018, no consecutivos), no supieron consolidar y hoy en día son víctimas de esa torpeza política al no haber aprovechado la coyuntura histórica. Lo que llevaría a una pregunta final: ¿Está México preparado para sumarse a una alianza de tal envergadura?
Twitter: @EdgarMaPe