Tierra de nadie

Lo sabíamos, se veía venir, la posibilidad siempre estuvo latente, sin embargo, en el fondo muchos se negaban a creer que esto pasaría y ante la incredulidad de gran parte de la población, el pasado domingo nos enteramos por el propio presidente, quien dio a conocer desde sus redes sociales su contagio por Covid-19.

La noticia enardeció las redes que para ser honestos, desde hace un tiempo tampoco es que cueste tanto trabajo hacerlo, ante la mínima provocación el espacio virtual se ha convertido en un campo de batalla donde los usuarios están dispuestos a decirse de todo, a descalificar puntos de vista, insultarse y si, muy vergonzosamente hasta desearle la muerte a alguien. Estas son “las benditas redes sociales” a las que se refiere nuestro mandatario, un campo minado en el que quien decida entrar, probablemente no salga ileso, solo se debe entender que como dice aquella frase, el que se lleva o en este caso, quien abre una cuenta en alguna red social, se aguanta.
Las y los ciudadanos estamos perdiendo la civilidad, la razón, ¿Qué nos pasa? como si la situación que vive el país y el mundo entero no fuera lo suficientemente difícil, ahora se ha decidido sumar un problema más al trasladar la intolerancia a una red social como Twitter o Facebook, que a últimas fechas no son precisamente los lugares más armónicos para convivir.
La libertad de expresión es un derecho fundamental y pieza clave en países democráticos, pero no debemos olvidar que cada derecho implica responsabilidad para su pleno ejercicio a fin de no dañar al otro. Lo que ha pasado recientemente debe llevar a usuarios de redes sociales a un ejercicio introspectivo sobre la manera en que se hace uso de las mismas, no podemos seguir así, generando cada vez más espacios de confrontación donde la pluralidad parece no tener cabida.
Una medida ante publicaciones consideradas inapropiadas y ofensivas, ha sido la suspensión o cancelación de algunas cuentas, donde no quedan claros los parámetros que se toman en cuenta y el tema no es nuevo, estamos en un punto crítico pero este tipo de publicaciones que incitan a la violencia y pueden ser considerados como mensajes de odio, llevan mucho tiempo circulando en el espacio virtual y muchas veces de manera totalmente intencionada sin tomar en cuenta los alcances que pueden llegar a tener, y los usuarios no habían tenido mayor reacción al respecto.
Esto que hoy vivimos, va más allá de la libertad de expresión, es un tema mucho más amplio y que tiene que ser discutido, la autorregulación es primordial, pero quien regula a las empresas dueñas de estas plataformas que no tienen políticas claras, no sabemos a ciencia cierta que uso dan a nuestros datos personales, que hay con el pago de impuestos que han librado por mucho tiempo al argumentar nula existencia de oficinas en diferentes países, incluido México.
Las redes sociales son un lugar idóneo para alentar discusiones donde todos ganemos, donde se discutan ideas mostrando respeto por el otro que piensa diferente y no por eso se convierte en el enemigo a vencer. Lo importante es aprender a convivir con las diferencias, pero sin duda hay mucho trabajo por hacer, las redes sociales son tierra de todos y a la vez de nadie, no se sabe cuáles son los límites o bien, si los diferentes gobiernos deben comenzar a regular estas plataformas.
La tecnología es una maravilla, las ventajas en cuanto al acceso de información, como canal de comunicación y hasta de entretenimiento son innegables, así que el llamado es a pensar que se teclea, que se comparte, y en la medida de lo posible hacer un uso sensato que no siga con la lógica de un México cada vez más polarizado.
Volviendo al tema del presidente, su contagio se pudo prevenir haciendo uso del cubre bocas y después, al haberse vacunado con aquel primer lote de vacunas que llegó a México el pasado 23 de diciembre, pero el hubiera no existe, y lo único que nos queda por el bien del país, es desear su pronta recuperación.