SILENCIO

“Abstención de hablar” así define el Diccionario de la Real Academia Española el silencio. Pues bien, a éste hay que añadirle “la situación o estado que sigue a un acontecimiento importante” o lo que es lo mismo la resaca (cruda), en este caso, de la noche electoral. Poco se habla de ella. La palabra “pacto” es casi un tabú porque ahora, cuando creíamos que nos habíamos recuperado de esa resaca y habíamos dejado atrás las encuestas, los debates y los mítines políticos, todo esto vuelve a la primera línea de combate. De nuevo, el veintiséis de mayo los españoles estamos llamados a las urnas para votar en las elecciones Autonómicas, Municipales y Europeas. Bienvenidos al día de la marmota.
Vuelta a empezar, no es un sueño sino una realidad. Para muchos, incluso es una pesadilla porque la política tiene muchos seguidores y muchos detractores. Los partidos políticos ya preparan la artillería para hacer frente a otra campaña electoral. Unos van muy crecidos por los resultados de los Generales, otros más comedidos y los ganadores quieren repetir victoria como es lógico. De nuevo le toca al electorado “aguantar” los discursos políticos. En más de una ocasión ya se sabe lo que los candidatos van a decir. Habrá muchas promesas, algunas las cumplirán y otras quedarán en saco roto porque solo se dicen para rellenar y quedar bien. Las apariencias engañan, Lincoln lo tenía claro: “Casi todos podemos soportar la adversidad, pero si queréis probar el carácter de un hombre, dadle poder”. Pero ojo, “todo poder es deber” como dijo Víctor Hugo. Y eso es lo que los españoles pueden exigir a sus futuros representantes.
Pero hablando de representantes volvamos a los que ya hemos elegido. Son trescientos cincuenta diputados los que el próximo veintiuno de mayo harán historia. Con ellos se constituirá el nuevo Parlamento y arrancará la Legislatura. Tienen mucho trabajo que hacer, muchas promesas por cumplir y les guste o no, somos los españoles los que podemos juzgar y hablar de sus acciones. El silencio con el que hemos empezado solo les afecta a ellos, porque los rumores no dejan de crecer. Está bien que quieran ser los reyes de su silencio para no ser esclavos de sus palabras pero lo que han dicho, dicho está. Eso sí, las opiniones son libres y gusten o no podemos hacer todas las que queramos. Lo único que nos importa es el futuro de España no perdiendo de vista la educación, la sanidad, la economía… Porque sus decisiones nos afectan a todos. De ahí, que sus señorías no se olviden que “gobernar es pactar; pactar no es ceder” como nos enseñó el sociólogo francés Gustave Le Bon.
Por eso, ese silencio que se impone, porque hay otra llamada a las urnas solo lo puede acompañar un adjetivo. Éste, sin duda, es electoral. Se la juegan de nuevo y cada voto cuenta. Hasta entonces recurramos a Mariano José de Larra: “¡Bienaventurados los que no hablan; porque ellos se entienden!” La que nos espera…