¿Votar en la Revocación del Mandato?

Muchos medios de comunicación y muchos intelectuales se han volcado a las calles y redes sociales, para manifestar lo amañado y confuso que es el próximo proceso de votación organizado por el INE: la revocación de mandato. En general se han manifestado en contra del proceso en general porque si bien el INE está haciendo su trabajo, el presidente solo lo está tomando como excusa para renovar su imagen, pero hoy viene una reflexión interesante.
El aspecto económico es importante. Con más de 4 mil millones de pesos que se gastarán en este proceso, se señala que esta cantidad debería ser ejercida en asuntos apremiantes para el país, como la compra de vacunas, inversión en seguridad o en infraestructura (diferente a los tres grandes proyectos presidenciales). Incluso se sugiere que podría invertirse ese dinero en la recuperación de las estancias infantiles, regresarles algo a las Instituciones de Asistencia Privada o hasta maximizar programas sociales, pero no ha sido así.
Ya está el presupuesto para ello y a pesar de que Lorenzo Córdova (presidente del INE) dijo que para contar con unas elecciones completas se requería más dinero, fue imposible para el Congreso otorgar mayor presupuesto, por lo que ante ese escenario disminuyeron el número de casillas, pero al final será, y el próximo 10 de abril votaremos para ejercer ese derecho.
El Senado de la República elaboró la normatividad que diera vida a esta idea de López Obrador, la cual plasmó en la Ley de Revocación de Mandato que única y exclusivamente habla de la organización de la planeación, del previo, del durante, de los resultados y del as impugnaciones sobre la jornada de revocación de mandato, lo cual es muy loable porque le echaron ganas y clarifica el proceder de las autoridades que convergen en esta tarea, sin embargo, algunos intelectuales establecen que es una pantomima presidencial porque si bien existe una Ley que organiza las elecciones, a los señores juzgadores se les olivó que se requiere una modificación constitucional para que el máximo mandatario pudiera durar en lugar de 6 años, sólo 3, en dado caso de que se haga efectiva la revocación, es decir, hay todo el camino de las votaciones pero es anticonstitucional que aún si gana la revocación, el presidente deje el poder, porque simplemente no existen los mecanismos en la constitución para que esto ocurra.
Por eso es que muchas voces se escuchan impulsando la apatía de la gente para no ir a votar puesto que, no obstante la cantidad monetaria que implica, López Obrador quiere hacer de un ejercicio democrático, una medición de popularidad pagado por todos a través de nuestros impuestos, ya que si gana dirá que es el presidente más popular del mundo (que lo es), y si perdiera, desestimaría al INE nuevamente, es decir, no habría consecuencia para él, porque aunque pierda no hay forma de que deje la presidencia.
Sin embargo, se trata de un derecho que es de todos, concierne a todos y esta para todos. Debemos salir a votar a ejercer nuestro derecho y obligación, a comunicar de manera ordenada nuestra intención y creo que, quedará precedente de lo mucho o poco que la gente lo quiere y dejará claridad de una vez por todas, sobre el dilema que demuestran las encuestas donde se observa que la gente valora bien al presidente, pero aborrece el gobierno, ¿qué idea será más imponente?
Si bien, no tendrá una trascendencia real o contundente, asistir a la votación para revocar o no al presidente dará un indicativo muy fuerte de lo que quiere la gente, de lo que se pretende cambiar y del malestar que aparentemente se observa dentro de la comunicación pública.
Vislumbro un escenario en el que el abstencionismo será el gran triunfador, los pocos que votarán serán a favor de AMLO y él diciendo todo lo que hace bien, ensalzándose sobre una nube. Ojalá que esto no se cumpla y se demuestre, ya sea la querencia o la aversión al presidente y su gestión.
Conclusión: hay que salir a votar.