PERIODISMO
- Jimena Bañuelos
- 13 julio, 2021
- Columnas
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Nos han avisado de que viene una ola de calor, pero qué esperamos si estamos en pleno mes de julio. Una noticia que abre titulares, pero que se repite como otras tantas cada año en la estación estival. El verano tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Eso sí, a los que no nos importa que el termómetro suba más grados de lo habitual, la situación que hemos pasado la sobrellevamos mejor. El insomnio suele estar vinculado, entre otras cosas, a los problemas que están implícitos en nuestra vida, pero cuando éste es únicamente por calor bienvenido sea. Ahora bien, todo es compatible ya que si nuestro presidente del Gobierno puede dormir después de estar gobernando con quienes le quitan el sueño, quizás pueda compartir su receta si es que hay algo más allá de sus ansias de poder. Un poder al que aferrarse cueste lo que cueste.
El precio a pagar por estar ocupando un sillón puede ser muy alto, pero la conciencia de cada uno es la que tiene que soportar esa carga. Al igual que también es importante mantener el apoyo de quien te ha colocado con un dedo mágico ahí. El pasado sábado, tras unos días de rumores, llegó la crisis de Gobierno. Renovarse o morir como dicen algunos, aunque el renovarse siempre tiene algún fin. Ha habido cambio de nombres y algunos más significativos que otros. Dicen que los cambios hay que hacerlos para mejor, pero visto lo visto, con el paso del tiempo veremos cómo será la evolución de los nuevos rostros que ocupan la nueva foto de Moncloa. Un cambio de caras que se comunicó en una rueda de prensa sin preguntas que, por desgracia, se está convirtiendo en la rutina del presidente y de muchos políticos. Si los periodistas no podemos preguntar nos están quitando un ingrediente fundamental en la esencia de la profesión que ejercemos. La prensa no está para ser palmera de quienes se ponen delante de un micrófono para saltar un discurso más que preparado. La prensa está para incomodar, para arrebatar las frases hechas por las que realmente interesan a los ciudadanos. Y si se sucumbe a eso, el periodismo está perdido dando paso a una propaganda que lo impregna todo a costa de la manipulación.
Una manipulación que debería estar vetada por quienes tenemos que incomodar y ser fieles a la realidad. Es cierto, que el periodismo está atravesando una situación muy crítica económicamente hablando, pero también la está atravesando en sus valores y depende de nosotros mismos revertirla. Es vital recuperar los pilares básicos de la “mejor profesión del mundo” como decía Gabriel García Márquez. No me cansaré nunca de defender aquello en lo que creo porque la vida me enseñó a tener mis principios muy claros; unos principios a los que no voy a renunciar. Asumo que no pueden agradar a todos, pero mi esencia está ahí, y eso, es incuestionable. El periodismo, en mi caso, es una vocación porque desde niña tenía muy claro cuál iba a ser mi profesión. Y ahora, tras muchos años ejerciéndola, y viendo lo que está pasando, en más de una ocasión sería necesario hacer un examen y ver en lo que se está convirtiendo. Estamos a tiempo de reaccionar, ojalá suceda más pronto que tarde. Nos debemos a los ciudadanos. Por ellos, la verdad y el análisis tienen que primar sobre los “click”. La comunicación ha evolucionado puesto que la tecnología se ha unido a ella, pero más nos valdría recordar a quienes fueron los pioneros y referentes en nuestra profesión… Eso sí, asumiendo lo mucho que critican mi profesión y la mala fama que tiene por culpa de algunos, siempre diré con la cabeza bien alta y una sonrisa en la cara: Soy periodista.