Lo indigno de la vejez
- Elva María Maya Marquez
- 31 enero, 2020
- Columnas
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Existen palabras que de solo escuchar nos asuntan, nos causan un ligero y sutil escalofrió, un temor que es producto de una serie de valoraciones negativas hacia esta etapa de la vida, me refiero a la vejez, que al igual que la niñez y juventud, se encuentran cargadas de estereotipos y prejuicios que se construyen socialmente e impiden una comprensión de esta, como parte natural del ciclo de la vida.
La población mundial está envejeciendo: la mayoría de países del mundo están experimentando un aumento en el número y la proporción de personas mayores. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para 2050, las personas de 60 años o más serán 2 mil millones, esto es, más del 20% de la población mundial, siendo la mayor población del planeta.
Actualmente, no se puede hablar de un proceso de envejecimiento único o heterogéneo, ya que este proceso está atravesado por sexo, género y cuestiones socioeconómicas que hacen que esta etapa se viva de manera distinta. El tema de la vejez cuesta y cuesta porque de manera reciente se ha ido posicionando, ya que hasta hace un par de años no estaba presente en la agenda sin embargo, debemos comprender que la vejez es parte de un proceso natural y social de alta complejidad.
Se debe dejar de pensar que solo las personas jóvenes tienen derecho a vivir y narrativas como envejecer con dignidad beben desaparecer, ya que el valor inherente que se tiene como persona, como ser humano, no disminuye al pasar de los años o con el deterioro de la salud física y hasta mental que se pueda llegar a tener.
Actualmente, existe una cultura en la que el objetivo es hacer hasta lo imposible por llegar a la vejez y palabras como viejo o anciano, son usados de manera despectiva por lo cual, es necesario sentar las bases para una nueva cultura del envejecimiento, tratar con respeto a los adultos mayores, reconocer sus derechos y autonomía respecto a sus decisiones, con el reconocimiento que tiene una vida, vida que es digna de ser vivida y pueden ejercer a plenitud.
La dignidad no se pierde por el simple hecho de sumar años. El problema es otro y es preocupante y sí, indignante, ya que actualmente estamos encontrando un número más amplio de adultos mayores trabajando para sobrevivir o bien, que son víctimas de violencia física y verbal por parte de su propio núcleo familiar, resultado de una sociedad omisa e incapaz de educar para aceptar la vejez como parte de la vida y así, brindarles un mejor entorno para vivir.
Se puede ir en contra de un estereotipo socialmente construido para los adultos mayores, pero por más tratamientos, vitaminas, ejercicio y cuidados, no se podrá ir en contra del curso natural de la vida, la vejez no debe ser pensada con desprecio o como la peor etapa de la vida de las personas.
Atender a la población adulta mayor va más allá de una despensa o de asignar espacios de baile o lugares en el transporte público, es necesario implementar programas y leyes de largo alcance acompañados de campañas de concientización, en las cuales se deje de segregar a este sector de la población y se piense en una dinámica social donde haya espacio para todos, y no para ir desechando a quienes se considera que ya no son funcionales en una lógica de producción.
Todos llegaremos a esta etapa, pensemos si vale la pena o no, trabajar de manera decidida por esto, por una nueva cultura de la vejez.