Sequía extrema en el norte de México deja ganado muerto 

Chihuahua, Méx.— La sequía que desde hace más de dos años azota al norte de México ha escalado a una crisis ambiental, social y económica sin precedentes, con paisajes desoladores que van desde ganado muerto en el desierto hasta comunidades enteras sin acceso a agua potable. 

El fenómeno, según expertos, ya amenaza con transformar de forma permanente el ecosistema y el modo de vida en la región.

En el Valle de Juárez, al norte del estado de Chihuahua, cerca de la frontera con Estados Unidos, las imágenes de animales muertos por falta de agua y alimento se han vuelto cotidianas. 

Escenarios similares se repiten en comunidades rurales de la Sierra Tarahumara, como Guachochi, donde el agua se ha vuelto un recurso escaso y preciado.

“Estamos batallando muchísimo con el agua, porque está muy seco. Los lugares donde había aguajes están completamente secos. La gente se limita a bañarse, a lavar ropa. Se utiliza el agua solo para lo indispensable”, relató Javier Jaime Olguín, representante de una de las comunidades afectadas, quien denunció que muchas familias deben caminar kilómetros para conseguir agua.

La sequía también ha devastado al campo. El suelo seco, sin humedad, ha hecho casi imposible obtener buenas cosechas de maíz y frijol. A esto se suma la pérdida de miles de hectáreas de bosque arrasadas por incendios forestales durante los últimos meses.

“Ya vamos para 25 meses de persistencia de la sequía. Cuando falta la lluvia, empiezan a manifestarse una serie de secuelas”, explicó Adrián Vázquez, coordinador del Centro de Ciencias Atmosféricas y Tecnologías Verdes de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. 

Según el especialista, los efectos ya son visibles en el aumento de tolvaneras, la desaparición de cuerpos de agua y la pérdida de vegetación.

El ganado, especialmente en manos de pequeños productores, ha sido una de las víctimas más visibles. 

“Muchos no pueden mantenerlo con alimento o alfalfa. No tienen recursos para exportarlo, y si lo dejan pastorear, no hay pasto suficiente para que sobreviva. Para muchos, dejarlo morir se vuelve la única opción, aunque sea dolorosa”, explicó Vázquez.

Las presas y reservorios de agua han alcanzado niveles alarmantemente bajos, provocando escenas que el propio experto califica como “apocalípticas”.

 Y el futuro, advierte, podría ser aún más complicado: “La tendencia es de calentamiento. En algún punto tendremos que decidir: ¿agua para la ciudad o para el campo? Es una discusión muy difícil”.

La situación ya ha generado tensiones entre México y Estados Unidos, debido a los compromisos del Tratado de Distribución de Aguas Internacionales firmado en 1944. La presidenta Claudia Sheinbaum, al referirse al tema en abril, fue enfática: “El país entregará agua hasta donde se pueda, en función de cuánta agua hay disponible”.

Con más de 3,000 kilómetros de frontera compartida, la crisis hídrica en el norte mexicano no solo es un asunto local, sino binacional. En tanto, miles de familias rurales, agricultores y ganaderos enfrentan un futuro incierto marcado por la escasez, el abandono y la necesidad urgente de soluciones sostenibles.