EMERGENCIAS Y URGENCIAS 8
- Daniel Valdez García
- 13 enero, 2025
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13 de enero de 2025
Sacerdote Daniel Valdez García
Queridos hermanos y hermanas,
En este año del ciclo litúrgico C, nos adentramos en las profundas enseñanzas del evangelio de san Lucas, quien también nos brinda el libro de los Hechos de los apóstoles. Iniciamos hoy la primera etapa del tiempo ordinario, que concluye el martes anterior al miércoles de ceniza, del 5 de marzo.
Estoy encantado de compartir con ustedes mis reflexiones, denominadas EMERGENCIAS Y URGENCIAS, un enfoque integral para cuidar del bienestar físico y espiritual. Mediante analogías, busco enlazar las enseñanzas bíblicas con conceptos clínicos, ofreciendo un nuevo horizonte de entendimiento y fe.
Durante muchos años, he practicado la natación, pero en 2021 sufrí una caída que resultó en una fractura de Colles en mi antebrazo derecho. Bajo el cuidado del Dr. Alfredo Ortiz, los estudios radiológicos llevaron a la decisión de una cirugía. En el perioperatorio, enfrenté un paro cardiorrespiratorio (PCR), un momento crítico que requirió un código de emergencia. Gracias a Dios y a los médicos, puedo estar hoy aquí compartiendo este testimonio. Al recobrarme, el doctor me comentó: “Daniel, nos diste un gran susto. ¿Sabes lo que significa?, a lo que respondí: “Sí, es un nuevo comienzo; estoy decidido a buscar lo mejor”.
El pasaje del Evangelio de hoy, según san Marcos 1, 14-20, describe el inicio del ministerio de Jesús en Galilea: “El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio”. Con determinación, Jesús llamó a Simón, a su hermano Andrés, a Santiago y a Juan a convertirse en pescadores de hombres. Con admirable prontitud, ellos dejaron todo para seguirlo, un acto que nos invita a la reflexión y acción.
También hoy comenzamos la apasionante lectura del Texto a los Hebreos y el Evangelio de san Marcos, que nos retratan a Jesús como un ser de inmenso poder y amor, dispuesto a sufrir por nosotros. Su mensaje es claro y urgente: el centro de nuestras vidas deben ser los valores del Evangelio. La valentía de los primeros discípulos nos recuerda la urgencia de aceptar la invitación de Cristo, sin vacilaciones. La llamada de los primeros discípulos nos habla, además, de esa prontitud y de esa radicalidad que un tal proyecto de vida exige de cada uno de nosotros.
No esperemos a estar al borde de la muerte para abrazar plenamente los valores humanos y las virtudes evangélicas. Cada día es una oportunidad dorada para responder al llamado de Jesús, moldeando nuestras vidas conforme a la voluntad divina. Con la seguridad de que Dios ama profundamente a la humanidad, es nuestro deber construir relaciones más fraternas y armoniosas. La verdadera conversión implica más que un simple cambio; es una dignificación de nuestra unión con los demás y un replanteamiento de nuestra relación con Dios. No estamos llamados a ser súbditos, sino hijos del Dios, que tratan a los demás como hermanos. Esta es la urgente invitación de Cristo: que lo sigamos y sirvamos.
Amén, amén, Santísima Trinidad.