EMERGENCIAS Y URGENCIAS 7

12 de enero de 2025

Sacerdote Daniel Valdez García    

Queridos hermanos y hermanas,Esta es la séptima propuesta de reflexión que inicié la semana pasada sobre Emergencias y Urgencias, conectándolas con las enseñanzas bíblicas y analogías médicas. Éstas culminarán el martes anterior al miércoles de ceniza, este año el 5 de marzo, brindándonos una oportunidad para profundizar en nuestra fe.

Este ciclo litúrgico C nos ofrece un enfoque renovador en el evangelio de San Lucas, quien, siendo médico (Colosenses 4, 14), nos invita a maravillarnos ante la manera en que Jesús cuida con amor las emergencias espirituales y las urgencias físicas. ¡Prepárense para sorprenderse por su capacidad de sanar y liberar!Aunque a veces confundimos Emergencias con Urgencias, en nuestra vida es crucial diferenciarlas. Las Emergencias requieren una intervención inmediata para salvar vidas, mientras que las Urgencias nos llaman a actuar con firmeza para prevenir futuros riesgos. Jesús también interviene en nuestras vidas de esta forma, brindando salvación para las almas y respuesta constante a nuestras necesidades físicas.

En situaciones desafiantes, como en los hospitales ginecológicos, a veces lo inesperado nos recuerda la importancia de la rápida acción. Por ejemplo, una joven en shock durante el trabajo de parto natural pudo recuperar su colaboración gracias a la intervención oportuna de su madre, pues no colaboraba y la cabecita del bebé ya se podía ver. Este episodio nos recuerda también que, en momentos críticos, una llamada de atención precisa puede ser la diferencia entre el caos y el éxito. Sin embargo, tengamos en cuenta que una mujer en shock durante el trabajo de parto puede estar experimentando un estado de choque hemorrágico, que es una consecuencia de una pérdida repentina de sangre. Ahora, más que nunca, celebremos la revelación de Jesús como el Hijo amado de Dios. En la Epifanía, fuimos testigos de ese amor divino (Lucas 3, 15-16. 21-22), este domingo nos referimos al bautismo de Jesús, y el próximo domingo exploremos su primer milagro en Caná (Juan 2, 1-11), donde transformó el agua en vino, manifestando su gloria. ¿Qué transformaciones podremos vivir nosotros al aceptar su invitación?

El bautismo ( cf. Lc 3, 15-16. 21-22) como algo más que un rito por mera costumbre, es una llamada a vivir con propósito y pasión. No se trata de seguir tradiciones vacías, sino de aceptar el Espíritu Santo y el fuego con compromiso renovado. San Lucas destaca cómo Jesús recibió su misión divina en conexión con este Espíritu, impulsándonos a vivir también en plenitud y servicio. De la misma manera, la maternidad y la paternidad no deben ser por mera costumbre, como el bautismo no son un fin fin en sí mismos, sino una misión que se tiene para cumplir. Así como ser padre o madre está orientado a una misión, nuestro bautismo también nos convoca a seguir esta senda de amor y servicio. Es hora de sacudirnos del letargo y renacer con el Espíritu Santo, alistándonos para irradiar su fuego transformador.

A través de San Lucas, somos invitados a ver a Jesús en su humanidad plena, como el “Hijo del Hombre”, cercano y compasivo. Este año, emprendamos juntos esta travesía reflexiva para profundizar en su vida y legado. ¡Embárquemonos en este viaje espiritual con el corazón abierto y dispuesto!, puesto que el bautismo y el ser padre y madre, por convicción, son mucho más profundos que seguir la mera costumbre que brinda una tranquilidad equivocada, puesto que no son un buen fin en sí mismos, sino como he insistido, están en conexión con la misión que se tiene y es inicial. Amén, amén Santísima Trinidad.