Lluvias atípicas o incompetencia persistente

Desde Chalco hasta Toluca, todos los municipios en cada tormenta sufren de inundaciones, baches que parecen pozos. Unos más hundidos, otros más baches, pero todos tienen una constante: la autoridad utiliza paliativos para tratar el problema y pocas veces resuelve de fondo. Las lluvias, lejos de ser una bendición para los campos y reservas, se han convertido en una pesadilla urbana. Cada charco en la calle es testigo del desdén con el que se ha gestionado el desarrollo urbano y la infraestructura pública.

Las inundaciones son solo la primera herida. Al ver el agua estancada en las avenidas principales, uno no puede evitar preguntarse dónde quedó la planeación, dónde está el mantenimiento preventivo. Año tras año, los baches se multiplican como un reflejo del deterioro de nuestras calles y, en consecuencia, de nuestra calidad de vida. Esos cráteres en el pavimento son un recordatorio constante de la indiferencia y la negligencia. Y es que cada uno de ellos simboliza no solo un obstáculo físico, sino también una trampa económica para los conductores que, sin poder evitarlo, dañan sus vehículos en rutas que deberían estar en condiciones óptimas.

En la raíz de este problema se encuentra una desconexión profunda entre las necesidades ciudadanas y las prioridades de quienes gobiernan. Se destinan recursos para proyectos de relumbrón, mientras que lo esencial, como la gestión de nuestras calles, se deja a la deriva. El agua de las tormentas debería alimentar la esperanza, no convertirse en un detonante de frustración.

Es momento de exigir un cambio real, de priorizar lo básico antes de lo extraordinario. Las inundaciones y los baches no son fenómenos inevitables, sino el resultado de decisiones mal tomadas. Cada vez que el cielo se nubla, se nos recuerda que hemos dejado de lado la importancia de mantener un entorno que nos permita transitar seguros, sin temor a que nuestras calles se conviertan en trampas de agua y hoyos.

Es importante hacer la mención que hace casi 10 años, se le dio un mantenimiento importante al rio Verdiguel para evitar que Toluca estuviera inundada, sin embargo, San Mateo Atenco y Metepec continúan con problemas de inundaciones cada época de lluvias y por se ha hecho al respecto. Casi siempre las autoridades indican esas mágicas palabras “lluvias atípicas” como si no ese supiera que cada año hay lluvias atípicas que deben estar programadas y que deban ser atendidas con atingencia.

De aquí viene la idea de que es una incompetencia persistente de las autoridades municipales, estatales y federales, que poco hacen para servir de mejor forma a quienes han votado por ellos: el pueblo.