JOVENES, FE Y POLITICA

23 de enero de 2024

Sacerdote Daniel Valdez García

INTRODUCCION

Ayer en la reunión de pastoral social de la arquidiócesis de Toluca, se habló de la participación de la ciudadana de los jóvenes, y yo comenté que era importante que se hiciera esto a nivel provincia. Comparto este sencillo aporte.

 

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ha llevado a cabo múltiples investigaciones que evidencian la transcendencia de la participación política de la juventud en nuestra nación. De acuerdo a dicha información, en México, un 30% de la población en su totalidad corresponde a aquellos jóvenes con edades comprendidas entre los 15 y 29 años, representando un vasto potencial para el crecimiento y avance de nuestra nación, por lo tanto, su involucramiento ciudadano resulta de vital importancia. No obstante, el INEGI también ha señalado la presencia de una reducida contribución de este sector de la sociedad. Según los estudios del instituto, apenas un 17% de los jóvenes entre los 18 y 29 años ejerció su derecho al voto en los comicios presidenciales del año 2018.

 

 

Los jóvenes demandan a las autoridades transparencia y rendición de cuentas. Anhelan ser incluidos en los asuntos políticos, donde sus voces sean oídas y sus demandas sean atendidas. Desean una participación activa en la vida política, sin afiliaciones al PRI ni al PAN. Sin embargo, no perciben que el gobierno actual comparte similitudes con esos partidos, mostrando sobre todo  prácticas autoritarias al igual que el viejo PRI. Es importante destacar que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha encontrado una correlación entre la participación ciudadana de los jóvenes, su sentido de pertenencia y su compromiso con la sociedad. Este fenómeno también se observa en relación con la religión.

 

1.    RECHAZO DE LOS JOVENES A LA FE Y A LA POLITICA

 

Comienzo por expresar que la política y la religión no constituyen una carrera ni una élite, sino más bien, son auténticas vocaciones de servicio hacia nuestros semejantes, trascendiendo los límites de la filantropía y el altruismo. Se trata de erigir un porvenir más esplendoroso; de ser honestos, éticos, morales y valerosos en nuestra contienda en pos de la justicia, la paz y el progreso. Se trata de perseguir el bienestar colectivo.

 

Cuando los jóvenes son testigos de imposiciones, tanto en el ámbito religioso como en el político, de forma natural experimentan una aversión hacia la autoridad, que se manifiesta en primera instancia hacia sus progenitores, después hacia sus educadores y, en la sociedad, como un reflejo directo de tales circunstancias. Asimismo, se ve alterado el proceso de la adolescencia, que, debido a la disrupción hormonal, se ha acelerado a los diez años de edad y se ha prolongado hasta los 21 años (Acta Bioquímica Clínica Latinoamericana, 2020).

 

En la Iglesia católica nos encontramos con una notable polaridad religiosa fomentada por miembros del magisterio poco instruido, dejándose llevar por comentarios con los que transmiten más sus emociones contradictorias que conocimientos con erudición académica. Esto se refleja en bulos y noticias falsas, y sobre todo en el resentimiento y el hastío hacia una religión impuesta. Otro factor se encuentra en la falta de compromiso evidente de los jóvenes que han sido educados en instituciones católicas o de inspiración católica, a lo cual se suma la escasa tolerancia de aquellos que desean una mayor apertura hasta rozar el permisivismo.

 

También es importante destacar aquel imaginario colectivo que se ha quedado anclado en la devoción popular, o una religiosidad basada en documentos sacramentales y los que ponen objeciones por los escándalos difundidos en las últimas décadas.

 

La construcción de la conciencia no solo atañe a cuestiones religiosas, sino que también abarca la formación cívica, ya que aquellos quienes son devotos cristianos se convierten en ciudadanos ejemplares. Parafraseando las palabras de Gabriel García Márquez: “La educación en la fe y la educación formal deben ser de la cuna a la tumba, en forma crítica y analítica (1993).

 

 

2.    LO JOVENES NO QUIEREN DISCURSOS, SINO ACCIONES    

 

En mi trayectoria como docente en la Universidad, al inicio del periodo académico, los estudiantes manifiestan su oposición a cualquier factor que vulnere la ecología, la comunidad, la dignidad, la justicia y la armonía en las interacciones sociales; no obstante, al final del semestre, emergen en su contra aquellos sacerdotes que intentan crear concientización sobre la inadecuada utilización de la pirotecnia, el exceso de consumo de alcohol y la falta de probidad en los eventos públicos. ¿Qué origina esta transformación mental? Es notablemente sencillo: los jóvenes no aprecian la DISCREPANCIA, sino más bien la COMODIDAD de aquellos que prefieren la festividad, la recreación y el entretenimiento. Este mismo fenómeno se refleja en la gran mayoría de los jóvenes en relación a su participación cívica, que carece de una base sólida sustentada en principios y valores a la hora de elegir a candidatos más capaces. En el actual gobierno no ven la DIFERENCIA sino la CONVENIENCIA; es mas, muchos ni siquiera tienen conocimiento del artículo 82 de nuestra Constitución, en el cual se establecen los requisitos para ostentar la presidencia de México.

 

Deseo dejar clarísimo que es sumamente difícil que un aspirante, para cualquier cargo de elección popular, se ajuste a los principios y valores de aquellos que realmente se proclaman católicos por convicción, y

no lo son por mera tradición.

 

El sínodo de los obispos sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional” (2018), indica que “La velocidad de los procesos de cambio y transformación constituye la nota distintiva que caracteriza a las sociedades y culturas contemporáneas (cfr Laudato Si, 18), además de la incertidumbre en las condiciones de vida, el predominio de la cultura cientificista y el hecho de que las sociedades son cada vez más pluriculturales y plurirreligiosas. En resumen, a grandes rasgos, contamos con mas desafíos que certezas para brindar a los jóvenes las herramientas que les permitan conciliar su fe con el ejercicio de su participación ciudadana. ACOMPAÑAMIENTO Y DISCERNIMIENTO son los términos clave para despertar la conciencia de la participación ciudadana y de la fe vivida de manera comprometida en pro del bienestar común, ya que sin la transformación de las corruptas estructuras sociales que fomentan el pecado personal y el mal, resulta mucho más arduo “profundizar en nuestra fe y buscar el progreso de nuestra patria por senderos de equidad y paz” (cf. Oración colecta de la misa de la Virgen de Guadalupe).

 

Jóvenes, sepan que no están solos; les extendemos una invitación a vivir su fe, una fe que es anunciada, celebrada y testimoniada con eficacia, efectividad y afecto  (cf. Evangelii gaudium, 74). Los instamos a ser no solo buenos cristianos, sino también honrados ciudadanos, cito a colación lo que expresó el Papa San Pablo VI en su momento: ‘El mundo, más que maestros, requiere testigos. Solo aquellos que son testigos pueden ser realmente escuchados como maestros’ (1974).

 

Jóvenes, ustedes no son meramente la esperanza de la Iglesia y de México, sino que en el presente tienen la mas grande posibilidad de ser testimonio de la Iglesia y del México que avanza.