La ilusión del piso parejo

Setenta años pueden parecer mucho o pueden parecer poco, todo dependerá del tema en cuestión. Setenta años es el tiempo transcurrido desde que las mujeres tuvieron la oportunidad de asistir a las urnas y votar, en realidad son 68 años, pues, aunque fue el 17 de octubre de 1953 cuando Adolfo Ruíz Cortines publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) un decreto donde anunciaba el derecho de las mujeres a votar y ser votadas para puestos de elección popular, fue el 03 de julio de 1955 cuando las mujeres mexicanas acudieron por primera vez a las urnas.

En junio de 2019, después de 66 años de que se publicó el decreto de la participación de las mujeres mediante el voto, México logra la primera legislatura paritaria, entendiendo la paridad de género como la participación y representación equilibrada de mujeres y hombres en los puestos de poder y de toma de decisiones en todas las esferas de la vida (política, económica y social).

Actualmente, las mujeres somos más, pero ello no ha significado un mayor reconocimiento de nuestro esfuerzo, de nuestras capacidades y en general de nuestros derechos. El censo realizado por el INEGI en 2020 señala que la población mexicana está conformada por 126 millones 014 mil 024 personas, de las cuales 51.2% son mujeres y 48.8% son hombres, numéricamente somos más y en los hechos nos hacen menos.

De acuerdo con el Instituto Nacional Electoral (INE), con corte al 29 de junio, la lista nominal, es decir, el registro nacional y extranjero de personas que cuentan con su credencial para votar vigente son: 95 millones, 902 mil, 705 personas, el 51.97% son mujeres y 48.03% son hombres. Nuevamente somos más, pero las políticas de gobierno implementadas para apoyar a las mujeres son insuficientes y deficientes.

Ante un discurso reiterado que señala “el tiempo de las mujeres”, es complicado saberlo, a ciencia cierta no sabemos qué tiempo es este, tal vez de incertidumbre, pero esa respuesta puede aplicar en cualquier etapa histórica de la vida de las mujeres. No se pueden soslayar los esfuerzos realizados para intentar avanzar, pero no cabe duda de que muchas de nosotras nos iremos de esta vida sin ver un cambio real, pues al ritmo que vamos el mundo tardará 169 años en alcanzar la paridad económica y 162 años en lograr la paridad política.

Según el “Informe sobre la Brecha Global de Género 2023 del Foro Económico Mundial” (WEF por sus siglas en inglés) dado a conocer la semana pasada, se necesitarán 131 años para alcanzar la paridad de género y a este ritmo, la brecha entre hombres y mujeres apenas se podrá cerrar para el año 2154.

Por más optimista que se quiera ser y aun cuando se está comprometido con la causa, en este momento y bajo este escenario, más allá de pensar que es el tiempo de las mujeres, tal vez sea tiempo de ir por los pañuelos y soltar el llanto. Qué hacer con estos datos que desnudan los pobres y mediocres “esfuerzos” en la materia, pues si las acciones realizadas fueran planeadas para impactar en la vida de las mujeres, no se limitarían a la realización de conferencias, pláticas y talleres donde lo único que hacen es cumplir una meta institucional, aplausos, la foto y punto, a lo que sigue.

Cómo es posible que tengan que pasar más de 100 años para que las mujeres dejen de tener tantos obstáculos para acceder a mejores espacios laborales y puedan percibir mayores ingresos. Cómo le explicas a las niñas y mujeres jóvenes que no importa cuánto se esfuercen o se preparen, pues vivimos en una sociedad tremendamente desigual y con un alto nivel de simulación donde aparentemente abren espacios para mujeres, pero, no se les deja ejercer el poder y tener voz y voto en la toma de decisiones.

Específicamente para México, el ranking del índice de brecha de género lo ubica en el sitio 33, con una paridad del 76.5%, apenas una décima de punto porcentual por encima de 2022. A pesar de ello, cayó dos espacios en la lista, pues estaba en el lugar 31. Avanzamos uno y retrocedemos dos, tan característico de México. No obstante, este dato se debe contextualizar, pues el hecho de que este ranking otorgue un 76.5% de paridad de un 100%, se debe a la presencia de las mujeres en la vida política (ley de paridad de género 2019), y aun con ello, las cifras no son tan alegres. De los 32 Estados de la república mexicana, y sumando a la candidata electa del Estado de México; Delfina Gómez, solo existen 10 mujeres gobernadoras y somos de los pocos países en América Latina que no ha tenido una presidenta.

Aunado a esto, se debe considerar que no todas las mujeres aspiran a un cargo político, que hay de otras áreas como la académica, económica, cultural, financiera, cargos directivos y gerenciales en el sector público y privado, ahí es donde se debe poner el énfasis, pues son espacios que aún no han sido conquistados por las mujeres.

¿Qué si es tiempo de las mujeres? ¿Qué si hay piso parejo? Ustedes opinen. Y con mis datos que son los del Foro Económico Mundial 2023, me doy cuenta de que es tiempo de apoyarnos más, de entender que una mujer no puede sola, debemos ponernos de acuerdo para articular una agenda consistente que incorpore las problemáticas más apremiantes que nos afectan a todas, ya que de otra forma seguiremos condenadas a vivir la misma situación de nuestras madres y nuestras abuelas. Es momento de reflexionar hacia dónde queremos avanzar y cómo lo haremos, ya que es innegable que para la gran mayoría de las mujeres el piso no ha sido parejo y difícilmente lo será. No es lo mismo nacer en el piso 8 y llegar al 10, que nacer en el menos 3 y llegar al 10.

En el caso de México las mujeres representan el mayor número de la población, son quienes tienen la posibilidad de elegir a los próximos gobernantes, pues el voto de las mujeres será decisivo al representar el mayor porcentaje en la lista nominal. Las mujeres en el país tienen la capacidad de elegir y cuentan con el talento suficiente para insertarse en cualquier área del mercado laboral, pues el talento no tiene género. El momento político que nos toca vivir puede llevarnos a hacer de una desventaja histórica —ser mujer— una ventaja. El cambio no sucede de la noche a la mañana, pero tampoco debe detenerse hasta que las mujeres de este país vivan otra realidad.