SENTIDO DEL HUMOR E INTELIGENCIA DESPIERTA
Sacerdote Daniel Valdez García
Ojalá disfruten esta lectura, les interese y les sirva.
La celebración de la Navidad comenzó en la Iglesia católica, primero en el Oriente en el siglo III; y posteriormente pasó al Occidente con Roma a la cabeza en el año 325 con el Papa Julio I, él fue quien estableció el 25 de diciembre pare dicha celebración. Posteriormente en el año 440, el Papa León Magno confirmó esta fecha para la conmemoración de la Natividad, y casi un siglo más tarde, en 529 el emperador Justiniano la declara oficialmente festividad del Imperio.
Independientemente de los datos históricos, las imprecisiones de los cambios del calendario y los supuestos para remplazar las fiestas paganas del imperio romano, sabemos que historiadores romanos y judíos hablan de Jesús (Plinio el joven, el viejo, Suetonio y Flavio Josefo). Por lo tanto, si Jesús murió tuvo que haber nacido. La edad de Jesucristo es calculada por lo que dicen los judíos a Jesús: «¿no tienes ni treinta años y has visto a Abraham? (Juan 8, 57). Y las tres referencias que hace el evangelio de Juan acerca de Jesús que subió a Jerusalén para celebrar la Pascua.
Tras el encuentro de dos culturas y el encuentro con el Evangelio en estas tierras de América, surgen las Posadas por iniciativa de fray Diego de Soria, monje agustino de Acolmán; y de la creatividad pastoral de los evangelizadores surgen las bellas y simpáticas Pastorales, hoy por hoy llenas de buen humor e inteligencia despierta.
Celebrar la Navidad, es celebrar al mismo Jesús hecho hombre, a Dios que quiso estar entre nosotros con su ternura y bondad en la pequeñez de un niño para que nadie tenga miedo a estar cerca de Dios (Mateo 1 y 2; Lucas 2 y Juan 1).
Las representaciones del nacimiento del niñito Jesús, iniciadas por San Francisco de Asís, en México tienen sus peculiaridades, como las figuras en cerámica y otros materiales de los peregrinos, el pesebre, el ángel, la burrita, la vaquita, los pastores, las ovejas, los reyes, los pocitos de agua, la estrella, el lago de los patos con todo y peces, el río y sus puentes, árboles, magueyes y hasta el diablo agazapado en la boca de una cueva. No falta quien ponga al carbonero y diversas vendedoras. En años recientes van apareciendo figuras de palmeras, árabes del desierto con sus camellos, las casas de estilo israelí y otras figuras. En otras latitudes son famosas las villas navideñas, las representaciones de santa Clós a las que se van sumando otros personajes como el Grinch.
Así que tras pintar un poco en sus mentes, almas y corazones, voy a tratar de unirlos despertando sus conciencias y sus sentimientos más nobles en favor de lo más hermoso que tenemos: los niños y las niñas. Entre los hermosos cuentos clásicos de Navidad está el “Cuento de Navidad” de Charles Dikens, “La niña de los cerrillos” y “El pino” de Hans Christian Andersen, “El regalo de los reyes” de O .Henry; y “Navidad en las montañas” de Ignacio Manuel Altamitano. Todos ellos motivan a la fraternidad y a la solidaridad.
En las pastorales el diablo y sus secuaces hacen de las suyas con los ingenuos pastores, los ángeles son los mejores aliados para que los pastores lleguen hasta el niñito Dios, y los demonios terminan, entre diabluras, haciendo el ridículo. Cada personaje es un efecto espejo respecto a nuestra manera de vivir celebrar la Navidad, y es una nueva oportunidad para corregir el camino y llegar a adorar al niño Dios.
Hasta aquí todo parece ser un cuento de niños un tanto emocionante y divertido. Por lo cual ofrezco un relato que ahora alimente su buen humor y avive su inteligencia.
Por un lado, está Belén de Judá que hoy por hoy es territorio palestino. Ahí está un albergue francés en el cual se atiende a niños y niñas de mujeres que fueron violadas. Las cuales después de nacer su creatura le entregan en este albergue, a los 6 años de edad pasan a otro, y así cada 6 años hasta cumplidos los 18 van a la calle. Estos pequeñines nunca pueden tener un nombre, solo se les tatúa un número y la palabra Moha-med (tres veces) que significa “abandonado”. Las mamás pueden elegir ser la 4ª esposa de algún palestino y vivir lo peor, o su tipo de muerte dentro de pocas opciones. Cuando estos chicos cumplen los 19 años van a la calle y son carne de cañón para los “yihadistas” que los convencen para ser “personas bombas” y en ese sacrificio redimir sus vidas. Este primer albergue es atendido por religiosas católicas que no pueden bautizar ni dar nombre a los chiquitos bajo pena de muerte. Algunos jóvenes que conocí me dijeron que este fue el único lugar donde recibieron amor. ¡Qué triste realidad de estos niños de Belén!, ninguna organización ha podido hacer nada para salvar de esto a esos pequeñines que ninguna culpa tienen y quedan de por vida con el estigma de la condena.
Por otro lado, los festivales de navidad de los colegios están llenos de candor, de ternura y sobre todo de la inocencia de las creaturas. Ahí ocurre lo inesperado. A veces bailan más las maestras que los chiquitos, incluso algunos se distraen o lloran. Pero es claro que casi todos se divierten. En los vestuarios a veces los venados se semejan más a perros, y los perros a gatos, pero hay el esfuerzo de caracterizarlos. Lo que es totalmente cierto es que los chiquillos hacen latir el corazón del colegio y mucho más el de sus papás. ¡Qué haríamos sin la cautivadora inocencia de los niños! Claro que los hay muy coordinados, entusiasmados, pero sobre todo muy divertidos. Se trata, pues de hacernos chiquitos como ellos, como el niñito Dios y mirar un mundo mejor con los ojos de Dios. Todo eso implica horas y horas de preparación, motivación y alegría sentida y vivida, porque los pequeños volverán a vivir su festival ese día y muchos más cada vez que escuchan la pieza musical con que participaron, cantarán y bailarán porque ellos aprenden jugando, cantando y bailando. Al son de la música, los colores y el juego de luces se alegran los corazones. ¡Gracias maestras y maestros por los festivales de Navidad, y NO PAREN de bailar!
Los papás gritan, se emocionan, toman fotos y videos, y estos pequeñines ven y sienten mucho más de lo que podemos imaginar. Las porras, las vivas y los aplausos los hacen sentir seguros, amados y acompañados. ¡Vivan los niños que nos dan dicha y felicidad!, sin ellos la Navidad no sería igual.
Todos estos chiquitines merecen nuestro amor, comprensión y solidaridad, pues dos años estuvieron alejados por la pandemia y han perdido habilidades sociales. Sincronizados y coordinados no siempre están bien logrados, y es notable que les cuesta enfrentarse a cualquier escenario y más cuando está todo el colegio y los papás juntos. Gracias maestras y maestros por su paciencia, por su entrega y sin decirlo nos llevan a tomar la decisión de cuidar más de los más vulnerable que son nuestros hermosos niños. Papás y mamás, canten, jueguen y bailen con sus hijos, y que sea eterna la Navidad!!!