4º Informe ficticio
- Julián Chávez Trueba
- 14 septiembre, 2022
- Columnas
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Duele ver como a falta de resultados los triunfos de los presidentes se convierten en proyectos y planes a futuro. Ahora saltan un paso más para convertirse en promesas, anhelos que no se cumplieron antes y que no habrán de cumplirse ahora no después.
Cómo estarán esas promesas que después de evidentemente romperse en los actos, el presidente por fin acepta que cambió de opinión, que la Guardia Nacional es militarizada y que después de ver el problema no tuvo de otra que dejar a la milicia hacer trabajos de seguridad pública (y de todo).
Cuatro años duró esa farsa y una promesa de campaña, una de tantas que fueron emblema de su ideología: no militarizar el Estado. Hoy se ha roto con total desfachatez, con la tranquilidad que dan tener a miles de seguidores ciegos y aguerridos, sin opinión y sin opinar, menos en contra.
Falta ver cuándo aceptará la ruptura de sus otras promesas, la del tren maya, la de producir gasolina en dos bocas, la de que funcionará el AIFA mejor que cualquiera del mundo y la de vender el aeropuerto. Todas son promesas fallidas que no ha querido aceptar como el sistema de salud a nivel de Dinamarca, los medicamentos gratuitos para todos, la transparencia del gasto, la no corrupción, el no nepotismo, la gasolina más barata y toda esa bola de engaños.
Muy peligroso se observa que el PRI haya pactado algo con MORENA en las cuestiones legislativas, puesto que sin duda deja ver que la porquería se une y eso aunque no fuera cierto, es una mala presentación de ambos ante la sociedad, los archienemigos juntos, los contrarios y alejados se unen, eso solo significa la pérdida de toda esperanza en el cambio.
La alianza en contra de MORENA parecería que es una leyenda que no se hace realidad, que no hay fondo en el discurso y que no se trata de una organización pensada en combatir lo malo sino todo lo que sea el otro poder que se ha alzado.
Parece que existe un Estado gobernado por la delincuencia que hace de las suyas sin tomar riesgo de nada, cobijados por parte del gobierno y viviendo bajo el respeto del presidente. Lo malo es que los de enfrente aparentan ser iguales. Hoy no tenemos opciones más que escoger entre el malo y el peor.
La constancia nos debe dar la luz que necesitamos para poder mejorar esta realidad, no hay de otra, la violencia no ha sido el camino y la paz nunca se alcanza.
Minimizando errores no se alcanza la grandeza, negándolos tampoco, viviendo de ellos menos. El presidente trata a sus simpatizantes como tarados y a los demás pretende verles la cara. Así jamás se podrá vislumbrar un mejor México.