Colonia Citlalmina

Treinta y cinco años de resistencia, lucha y orgullo

Laura Castillo García

(Vocera del Movimiento Antorchista en el Estado de México)

Han pasado 35 años desde la artera agresión que el entonces gobernador del Estado de México, Ignacio Pichardo Pagaza, ordenó ejecutar en contra de un grupo de colonos que legalmente habían comprado un terreno para asentar ahí sus humildes viviendas. A pocos días de la firma del contrato de compra-venta, fueron brutalmente desalojados del predio por un grupo de golpeadores contratados desde el gobierno estatal y protegidos por el entonces presidente municipal, Manuel Alberto Medina Sansores, quienes habían echado el ojo al terreno propiedad de los precaristas, dado que soñaban con instalar ahí grandes negocios, como pudo haber sido la construcción de unidades habitacionales de las cuales obtendrían amplia plusvalía.

Todos sabemos lo difícil que es lograr tener una casa propia o incluso un departamento. Muchos trabajadores ni siquiera sueñan con adquirir una vivienda de interés social a crédito porque su salario no alcanza para cubrir los requisitos económicos que exigen las instituciones crediticias de vivienda popular.

Es cierto que hay trabajadores con salario suficiente y que, con tal de tener un techo propio, se endeudan prácticamente de por vida; llegan a contratar créditos de hasta 20 o 30 años con tal de que su familia tenga un espacio solo suyo y así evitar conflictos con otros familiares.

Por ello, muchos se sienten felices cuando son seleccionados por alguna institución crediticia para vivienda de interés social, como el Infonavit o el Fovissste, con los que generalmente quedan ligados por décadas, pese a que la propaganda oficial afirma que el gobierno construye casas con recursos públicos para “beneficio” de los trabajadores. Pero no toda la gente corre con la “suerte” de contratar un crédito para una vivienda de interés social.

Hay quienes no pueden endeudarse con instituciones gubernamentales. No obstante, miles de personas de bajos recursos económicos han alcanzado su sueño de tener una casa propia gracias a que se han organizado con otros precaristas y, mediante la lucha y las gestiones dirigidas por activistas de Antorcha Popular, han comprado terrenos baratos donde construir sus casas, lentamente y de manera modesta, pero completamente suyas, legales y legítimas. Esos terrenos y viviendas se convierten en patrimonio familiar y, por tanto, en la herencia que los padres dejan a sus hijos.

Esa ha sido la muy noble tarea que desde 1986 han asumido y realizado los activistas del Movimiento Antorchista Nacional, siempre de manera legal, acatando y respetando todas las normas para que los nuevos colonos ocupen sus lotes con la seguridad de haberlos adquirido con todas las de la ley y cumpliendo los requisitos que exigen las instituciones gubernamentales encargadas del proceso.

Miles de familias trabajadoras en todo el país se han hecho legalmente de un pedazo de tierra en donde construir sus viviendas, y lo han logrado gracias a las gestiones encabezadas por los activistas de Antorcha Popular, una rama del Movimiento Antorchista Nacional.

Pero si cientos de grupos de solicitantes de vivienda dirigidos por Antorcha no han tenido problemas para ocupar los terrenos que previamente compraron, no fue esa la situación que hace 35 años vivieron 180 colonos del municipio de Ixtapaluca, Estado de México, quienes fundaron la colonia Citlalmina. Ellos fueron víctimas del odio y la ambición: fueron brutalmente agredidos por un grupo de golpeadores contratados por el entonces gobernador del Estado de México, Ignacio Pichardo Pagaza, quien en contubernio con el alcalde de Ixtapaluca, Manuel Alberto Medina Sansores, motivados ambos por su codicia, pretendieron quitarles el terreno que los colonos habían comprado, incluso con la aprobación de instituciones gubernamentales.

El 3 de noviembre de 1990, un grupo de golpeadores ingresó al terreno donde los colonos empezaban a construir sus modestas viviendas y, a punta de bala, golpes de macanas, palos y patadas, expulsaron a la gente de su propiedad. Una bala alcanzó al señor Gonzalo López Cid, residente de Chimalhuacán, quien se encontraba en Ixtapaluca en solidaridad con sus compañeros precaristas. Tal vez la herida de bala no le habría causado la muerte si hubiera llegado a tiempo al hospital, pero los matones impidieron su salida del predio: Gonzalo López Cid murió debido a los brutales golpes que le dieron los esbirros de Pichardo Pagaza y Medina Sansores, autores intelectuales del ataque por el que perdió la vida un hombre honesto y trabajador que luchaba para que mexiquenses humildes accedieran a un terreno barato para construir sus viviendas.

Hoy, gracias a las gestiones y la lucha dirigida por Antorcha, los residentes de Citlalmina viven con las comodidades de la vida moderna. De haber llegado a un terreno que ellos mismos tuvieron que desmontar, hoy en Citlalmina viven 960 familias que gozan de todos los servicios básicos, además de escuelas de nivel básico y medio superior, un gimnasio polivalente, centro de salud, auditorio y macroplaza. Estas comodidades se lograron gracias a la defensa que la gente hizo de sus terrenos, a su resistencia ante el poder gubernamental y a la guía del Movimiento Antorchista Nacional y de su líder nacional, Aquiles Córdova Morán.

El domingo 16 de noviembre, los colonos de Citlalmina y el Movimiento Antorchista del Estado de México celebrarán 35 años de resistencia, lucha y orgullo por haber derrotado al poder político de entonces, gracias a que se aferraron a la unidad, la fraternidad y la lucha. Por eso, a la vuelta de 35 años, llaman a los mexicanos a organizarse para luchar por una vida mejor.