De Nepal a México
- Elva María Maya Marquez
- 18 noviembre, 2025
- Columnas
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El pasado 4 de septiembre de 2025, Nepal (país asiático), se convirtió en el epicentro de una sacudida digital con implicaciones globales. Ese día, el gobierno ordenó el cierre de 26 plataformas de redes sociales —incluidas Facebook, X, YouTube, LinkedIn, Instagram, Signal, WhatsApp y Snapchat— en lo que muchos interpretaron como una respuesta autoritaria a una creciente ola de indignación juvenil, derivada del nepotismo rampante entre la clase política y los privilegios desproporcionados que mostraban en redes sociales los hijos, sobrinos y allegados a figuras políticas influyentes.
Lo que parecía una protesta efímera se transformó en un movimiento generacional. Jóvenes de entre 13 y 28 años —la llamada “Generación Z”, nacida entre 1997 y 2012— comenzaron a organizarse en foros virtuales como “Discord”, y después, en espacios físicos, desafiando la censura con creatividad y una aguda conciencia política. Cabe señalar que “Discord”, es una plataforma de comunicación gratuita, utilizada principalmente por usuarios de comunidades de videojuegos o grupos con intereses similares.
El 8 de septiembre, las protestas se intensificaron y se comenzaron a alimentar de otras problemáticas relacionadas con la corrupción y problemas económicos que desde hace tiempo sufría Nepal, donde alrededor del 20% de la población juvenil está desempleada.
El 9 de septiembre, la crisis política en Nepal, provocó la renuncia del primer ministro, K.P. Sharma Oli, junto con muchos otros ministros del gobierno, estos, huyeron del país en respuesta a las protestas. Durante los días de movilizaciones por parte del movimiento autodenominado “Generación Z”, los manifestantes incendiaron numerosos edificios gubernamentales. La sede administrativa de Nepal, la casa del presidente y la del primer ministro, así como las casas de varios ministros y parlamentarios. Sin tener cifras certeras, se habla de más de 70 personas muertas y 2 mil heridos.
Para el 12 de septiembre, Sushila Karki, expresidenta del Tribunal Supremo y firme defensora de la lucha contra la corrupción, fue nombrada primera ministra interina de Nepal, elegida tras largas discusiones y varias encuestas en el grupo de “Discord”.
Lo que comenzó en Nepal como una protesta juvenil contra la censura digital y la corrupción política, pronto se convirtió en un movimiento transnacional de la “Generación Z”. Desde allí, la protesta se extendió por Asia. En Filipinas, Indonesia y Sri Lanka, las marchas replicaron el mismo espíritu: rechazo a la corrupción, exigencia de oportunidades y un llamado a gobiernos más transparentes. Aunque en muchos casos la respuesta oficial fue la represión, la juventud logró visibilizar sus demandas y colocar la agenda generacional en el debate público.
El eco llegó pronto a África. En Marruecos, desde el 27 de septiembre, los jóvenes cuestionaron el gasto millonario en estadios para el Mundial 2030 mientras la educación y la salud permanecían rezagadas. En Madagascar, entre finales de septiembre y mediados de octubre, las protestas por cortes de agua y electricidad derivaron en la caída del gobierno de Andry Rajoelina. En Kenia, las movilizaciones de junio de 2024 y 2025 contra la reforma fiscal y la brutalidad policial dejaron decenas de muertos, pero también obligaron al gobierno a retirar medidas impopulares y abrir espacios de diálogo.
La narrativa de esta generación se fue tejiendo con símbolos compartidos —desde banderas de anime hasta consignas digitales— y con un lenguaje común: el hartazgo frente a la corrupción y la desigualdad. Así, el movimiento cruzó continentes y llegó a América Latina.
En el caso de Perú, el detonante para las primeras protestas surgió en respuesta a la reforma del sistema de pensiones. La nueva ley preveía la afiliación y aportación obligatoria al sistema público de pensiones a partir de los 18 años, incluso de los trabajadores independientes, pero limitaba al mínimo la cantidad que pueden retirar anticipadamente los menores de 40 años.
Al reclamo inicial se sumó el tema de la inseguridad y las extorsiones a pequeños negocios y transportistas. Las movilizaciones comenzaron el pasado 13 de septiembre y durante más de un mes se mantuvieron activas, destaca el enfrentamiento del 15 de octubre, el saldo; un muerto y más de 100 heridos.
Lo que une a estas protestas no es solo la edad de sus protagonistas, sino la convicción de que las redes sociales y la cultura digital pueden ser herramientas de organización y resistencia. Los logros —caídas de gobiernos, reformas retiradas, censura levantada—
conviven con los saldos lamentables de represión, violencia y muertes. Sin embargo, el mensaje es claro: la juventud ya no es espectadora, sino protagonista de la historia política contemporánea.
Ante lo acontecido el pasado fin de semana en la Ciudad de México, solo puedo agregar que, quienes salieron a las calles era un sector minoritario de la “Generación Z”. La violencia, venga de donde venga, jamás será el camino hacia el entendimiento. Y las marchas cargadas de insultos y de odio, no construyen puentes, los destruyen.





