
CUANDO LOS COLORES HABLAN DE VIDA
- Jimena Bañuelos
- 13 octubre, 2025
- Columnas
- 0 Comments
Octubre llega siempre con un susurro especial. Uno que toca al corazón y que lleva una gran dosis de empatía. El mes se tiñe de rosa, sí, pero no por moda. Lo hace por memoria, por lucha, por vida. Porque hablar del cáncer de mama no es una tendencia: es una necesidad.
Nunca faltan los conciertos, carreras, gestos, campañas… Todo sirve cuando se trata de dar visibilidad. Porque mirar hacia otro lado nunca ha curado a nadie. Y porque todavía, aunque cueste creerlo, hay quienes siguen creyendo que esto no va con ellos. Pero va.
Va contigo, conmigo, con esa amiga que se hace la fuerte y con esa madre que nunca se queja. Va con todas. Y también con ellos, porque el cáncer no entiende de géneros, ni de edades, ni de agendas. Por eso, más allá del rosa, está la urgencia de invertir en ciencia. Porque sin investigación no hay esperanza, y sin esperanza no hay futuro. No es solo prevención. Es compromiso. El de quienes cada día se ponen la bata para buscar respuestas donde solo hay incertidumbre. Y el de quienes deberían destinar recursos sin tener que esperar a que llegue octubre para acordarse.
Obviamente, el cáncer tiene muchos colores. Una paleta infinita que no cabe ni en el arco iris más valiente. Y aunque cada lazo tiene su identidad, su historia, su lucha… el nombre es el mismo. Seis letras que llegan como un golpe seco y que parten la vida en dos. Sin duda, hay un antes y un después. Una luz y una sombra. Pero también fragilidad y coraje. Porque sí, se tiembla. Se llora. Se cae. Pero también se lucha y se va reinventado cada persona. Por supuesto que se abraza más fuerte. Y sobre todo, se vive con más intensidad.
Este domingo, cuando veas el rosa inundarlo todo recuerda que detrás de cada color hay una historia. Algunas celebran la victoria, otras están en plena batalla, pero todas comparten algo: la fuerza. Esa que aparece cuando no hay más opción. Esa que no sabías que tenías hasta que la vida te pone a prueba. Y aunque el foco esté en el cáncer de mama, no olvidemos a quienes caminan bajo otros lazos. Todos cuentan. Todos importan. Porque todos, al final, están unidos por un mismo deseo: vivir.
La actitud importa. El amor, también. A veces no se trata de tener todas las respuestas, sino de acompañar en silencio, de tender la mano sin pedir nada a cambio, de recordar que el cariño también cura. Por eso, celebremos la vida. Porque quien ha vencido al cáncer sabe que después de la tormenta, incluso el cielo parece más azul. Y porque quienes están peleando merecen todo nuestro respeto y nuestra fuerza.
Sí, el rosa se ve más estos días. Pero lo importante no es el color. Es el gesto. Es la memoria. Es la solidaridad que nos recuerda que en esta lucha nadie debería sentirse solo. Y si de colores hablamos, cada uno cuenta su propia historia. El de mi batalla es naranja, el de la vida es esperanza, el futbolístico es rojiblanco… Pero, más allá de matices, lo cierto es que los colores tienen ese poder sutil de unirnos. Está claro que la unión hace la fuerza y que entre todos podemos convertir ese arco iris en un único lazo lleno de ilusión y esperanza… Ahí radica la fuerza de la vida.