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Por: Rocío Hernández Rogel

Alzar la voz ha sido un acto revolucionario desde hace muchos años.

Las personas que no tenían acceso a la educación comenzaron con movimientos más violentos, en donde las armas, los palos, las piedras y la falta de conciencia ante esos actos se hacían presente; si bien la ausencia de ese derecho no era una justificante para tales actos, era un tanto comprensible, pero, en la actualidad con tanta información, tecnología y acceso a la educación es deplorable presenciar actos como los que ocurrieron el jueves 2 de octubre en el centro de mi hermosa ciudad.

Además de ello, se suscitaron actos de corrupción: “el saqueo o el robo” y la destrucción de los comercios de personas que con su esfuerzo todos los días, se levantan a trabajar para generar sus recursos, para su estabilidad económica y su sustento diario a sus hogares y para sus estudios y, a este tipo de personas se les hace fácil usar como justificación recordar un movimiento de hace 57 años y que yo recuerde, no iban cubiertos del rostro, ni llevaban herramientas para destruir o violentar.

Así que no se confundan a todas y todos los que están “protestando” hoy, dejen de vandalizar nuestra ciudad, dejen de ponerse detrás de la historia, dejen de violentar las calles y a quien ejerce la autoridad y su trabajo periodístico.

Si tantas ganas tienen de alzar la voz por una causa genuina, hoy existen otros medios, otros recursos, otras maneras de poder hacerlo; porque entonces, dónde está su educación, eso me hace poner en tela de juicio, si realmente son estudiantes o solo son los mandaderos de alguien más, promotores de la violencia y actos vandálicos.

En mi trabajo de ser docente a nivel superior, me siento orgullosa de las generaciones que se han formado, que se siguen formando, que tienen la capacidad de generar opiniones con criterio, con pensamiento crítico y estratégico, porque eso brinda el acceso a la educación. Que en esa labor de quienes estamos frente a un grupo tampoco creo que somos capaces de incitar a la violencia, porque estaríamos siendo doble moralistas y poco éticos con la cátedra.

Entonces, nadie dice que no se alce la voz, que podemos seguir haciendo un llamado a las autoridades, porque sí hay hartazgo, hay cansancio, hay indiferencia en algunos casos, pero no así, la violencia que responde con violencia jamás va a dar resultados. Hoy aprovechemos de todo lo que se ha logrado gracias a la historia y dejemos de lado situaciones que solo se podrán lamentar o que desvían la mirada a lo que genuinamente debe importar.

Hoy quiero cerrar dándole un mensaje a la juventud, porque son los que están más próximos a ejecutar acciones transformadoras para nuestro estado y nuestro país; así que: apreciables jóvenes, la vida tiene muchos matices, todas y todos nos hemos equivocado, pero también hemos acertado, tenemos hambre de justicia y de paz; pero, por favor, no desvíes tus objetivos, acercarte a las niñas y los niños, despertarán en ti esos sueños que alguna vez tuviste, así como tu curiosidad. Acércate al adulto que te podrá decirte que aún estás a tiempo, que todo llega, pero no tan rápido; y por último, pero no menos importante, brinda tus oídos para escuchar a la anciana, al anciano y aliméntate de su sabiduría y experiencia, nada de lo que vivieron fue en vano.

No es tiempo de más caos, es tiempo de crear otra realidad, de cultivarnos verdaderamente con la historia, para no condenarnos a repetirla.

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