
¿Qué es la cultura “incel”?
- Elva María Maya Marquez
- 30 septiembre, 2025
- Columnas
- 0 Comments
Imaginen esto, un joven, en algunos casos en plena adolescencia, en su cuarto, solo, con una computadora o un dispositivo móvil. Se siente frustrado, incomprendido, que nadie empatiza con él. En la vida real se le hace difícil establecer relaciones con otras personas, particularmente con las mujeres, no es capaz de relacionarse con ellas, siente que lo desprecian. Sin embargo, en internet encuentra un lugar “seguro” donde no tiene que explicar nada porque todos lo entienden ¿Quiénes son todos? Otros hombres que experimentan el mismo sentimiento.
Lo más peligroso es, que en este espacio oscuro llamado internet, su frustración no solo es entendida, también es alimentada. Lo que pudo haber sido una mala racha en su vida, poco a poco se convierte en su manera de ver el mundo, desde una óptica totalmente distorsionada, donde su gasolina es el odio hacia las mujeres.
Es así como llegamos al caso de Lex Ashton (nombre con el que se identifica en Facebook), joven de tan solo 19 años, quien le quitó la vida a Jesús Israel “N”, estudiante de 16 años en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) de la Universidad Nacional Autónoma de México, el pasado lunes 22 de septiembre. Ambos, eran estudiantes de este plantel. En el ataque también resultó herido un trabajador de 65 años que trató de detenerlo. Después de los hechos, intentó darse a la fuga y al verse acorralado, se lanzó del tercer piso de un edificio y se fracturó las piernas, situación por la que se encuentra bajo custodia policial en el hospital.
En una de sus publicaciones en redes sociales, Lex Ashton escribió lo siguiente: “Ya estoy harto de este mundo, nunca en mi puta vida he recibido el amor de una mujer y la neta me duele, me duele saber que los chads pueden disfrutar de las foids, yo lo he perdido todo, no tengo trabajo ni familia, ni amigos, no tengo motivos para seguir con vida, pero saben qué, no pienso irme solo, voy a retribuir a todas esas malditas y todos lo van a ver en las noticias”.
¿Qué significa chads y foids? Son términos utilizados dentro de la cultura “incel” y a continuación los van a entender. La palabra “incel” proviene del inglés “involuntary celibate”, que significa “célibe involuntario”. Originalmente, el término describía a personas —de cualquier género— que no podían establecer relaciones románticas o sexuales, no por elección, sino por sentirse sistemáticamente rechazadas.
Con el tiempo, el concepto ha sido apropiado por comunidades virtuales, mayoritariamente masculinas, a la que llaman “manosfera” o “machosfera” en español, desde donde promueven su rechazo al feminismo, la exaltación de la masculinidad y una ideología misógina y radicalizada.
Los “incels” suelen ser hombres jóvenes que se identifican como excluidos del mercado romántico y sexual. Muchos comparten rasgos como baja autoestima, ansiedad y aislamiento social. En sus foros —anónimos y cerrados— se organizan con jerarquías internas y utilizan lenguaje que refuerza su visión del mundo. Algunos términos son: Chads; hombres atractivos y exitosos. Stacys; mujeres atractivas pero poco inteligentes e interesadas en el sexo. Femoids; término despectivo para referirse a las mujeres. Black pill; ideología fatalista que sostiene que los “incels” están condenados al rechazo permanente. También mantienen creencias como la regla 20/80 que afirma: el 80% de las mujeres se siente atraída solo por el 20% de los hombres.
Según reportes preliminares, Lex Ashton tenía vínculos con comunidades “incel” y horas antes del ataque, desde su perfil de Facebook difundió imágenes encapuchado, con una mascarilla de calavera, sudadera negra con la palabra “bloodbath” (baño de sangre), y fotografías de cuchillos, gas pimienta y una guadaña.
La historia de este joven de 19 años no es un caso aislado, sino parte de un patrón que se repite: jóvenes que se sienten marginados y encuentran consuelo (aparentemente) en ideologías extremas. No se trata de justificar lo que hizo, sino de entenderlo, ya que si no comprendemos qué puede llevar a alguien a radicalizarse, difícilmente se puede prevenir.
El caso Lex Ashton, no debe ser recordado por lo que hizo, sino por lo que nos obliga a mirar: una generación que grita desde el anonimato pidiendo ayuda de formas equivocadas. Este tema nos interpela a todos, no se trata de tener o no hijos adolescentes, de convivir con personas de esta edad, como sociedad, un hecho así nos lacera y deja al descubierto la incapacidad que tenemos para identificar estos casos para actuar de manera adecuada.
La cultura “incel” es un síntoma, no la enfermedad. Detrás de ella hay soledad, falta de referentes emocionales, masculinidades rotas y una profunda desconexión social. Combatirla no implica censurar foros, sino abrir espacios de diálogo, educación emocional y
acompañamiento. Necesitamos hablar de salud mental, de afectos y de cómo construir vínculos sanos en una era hiperconectada pero emocionalmente distante.