
UN MITO, UNA FE Y CINCO GOLES: EL ATLETI VOLVIÓ A SER EL ATLETI
- Jimena Bañuelos
- 29 septiembre, 2025
- Columnas
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A nadie le sorprenderá a estas alturas que afirme con rotundidad que soy del Atleti desde que tengo memoria. No por moda, ni por rebeldía, ni por llevar la contraria a nadie. Soy del Atleti porque mi abuelo, que ahora ve los partidos desde el tercer anfiteatro, me inculcó que en esta vida hay que luchar con el corazón. Con él vi muchos encuentros de nuestro Atleti y recuerdo que me explicaba las jugadas como si fueran poesía épica y me susurraba al oído, cuando el Atleti perdía en el último minuto, que los nuestros siempre vuelven.
Por eso, el sábado, mientras los merengues recogían los trozos de su ego en el Metropolitano, pensé en él. Me lo imaginaba cantando con nosotros ese quinto gol, sonriendo con la complicidad de los que saben que el fútbol no siempre es justo… pero a veces lo es. Y por esto, por él y por todos los colchoneros que defendemos nuestros colores con la cabeza muy alta y dado que el cinco está de moda… Aquí van cinco razones que explican por qué este derbi fue mucho más que una victoria:
La primera: Nunca dejes de creer. Sobre todo, no dejes de creer cuando enfrente tienes al vecino altivo que presume de títulos como quien saca la vajilla buena cuando vienen visitas. Pero el Atleti creyó. Creyó cuando la lógica decía otra cosa. Creyó cuando otros se replegarían. Creyó que no solo se podía ganar, sino golear. Y así, entre cánticos, llegó el primero, el segundo… y no paró hasta la “manita”. Aquí no creemos en milagros, sino en esfuerzo. Y ningún derbi se pierde si se juega con el empuje de una afición que nunca falla.
La segunda: Porque luchan como hermanos. Y no como esos compañeros de oficina con camisetas blancas que se miran raro cuando las cosas se tuercen. En el Atleti se lucha por el de al lado. Se aprieta hasta la última jugada. Y sí, se gana en bloque. Los aficionados se unen a su equipo para darles aún más empuje. Julián Álvarez demostró que sabe lo que significa este escudo: garra, entrega, cero postureo. El argentino corrió, presionó y marcó. La araña picó y dejó marca en el eterno rival. Vino a contagiar el hambre, como ese hermano mayor que se ensucia las botas el primero para que los demás no tengan miedo de saltar al barro.
La tercera: Coraje y Corazón. Eso que no se entrena ni se compra. De hecho, no cabe en un Excel ni sale en las estadísticas. El Atleti jugó con alma. Cada jugador sabía que este partido no era uno más. Era el partido. Coraje para pelear cada centímetro. Corazón para convertirlo en espectáculo. Porque cuando uno juega desde el alma, el resultado viene solo.
La cuarta: Partido a partido. Porque así se sobrevive a los tropiezos, a las lesiones, a los empates con sabor a derrota y a los domingos grises que parecen lunes. No hemos arrancado la temporada como soñábamos, pero el calendario tenía guardado un punto de inflexión con nombre y apellidos: derbi madrileño. Y ahí, justo ahí, el Atleti despertó como despiertan los gigantes. Se acabaron las dudas. Cuando enfrente está el eterno rival, no hay margen para la siesta. Se juega con pasión, con orgullo y con esa rabia contenida que solo se libera cuando le metes cinco goles al que se cree invencible. Porque a este equipo le costará arrancar… pero cuando arranca…Ruge el Metropolitano.
Y la quinta: Ganar, ganar, ganar y volver a ganar. Lo dijo Don Luis. Lo repite el Metropolitano. Y esta vez, se hizo carne. Ganar al Madrid vale más que tres puntos. Es un acto de justicia cósmica. Es recordarle al mundo que aquí también hay fútbol, historia y pasión. Ganamos en el campo, ganamos en la grada, ganamos en orgullo. Y volveremos a ganar, aunque no siempre con cinco goles. Pero sí con lo mismo de siempre: coraje, corazón y una grada que nunca deja de creer.
En fin, cinco goles, cinco razones. Y una niña que creció escuchando a su abuelo decir: «Somos del Atleti, y eso ya es ganar»… Y tenía razón.