
LA PROBLEMÁTICA DE LOS RESIDUOS SÓLIDOS EN RÍOS Y CANALES
- Luis Eduardo Mejia Pedrero
- 21 septiembre, 2025
- Columnas
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En el entramado urbano de los valles de Toluca y México, donde calles, edificios y un sistema hidráulico centenario conviven en estrecha cercanía, un enemigo cotidiano y silencioso agrava el riesgo de inundaciones: la basura. Lo que para muchos es un desecho doméstico —bolsas de plástico, envases, desperdicios— encuentra en zanjas, canales y bocas de tormenta una vía rápida hacia los cauces. Allí se acumula, forma atascos y reduce la capacidad de desalojo de agua en episodios de lluvia intensa, transformando una lluvia severa en una emergencia urbana.
El origen del problema es múltiple y estructural. Por un lado, la falta de cultura de disposición adecuada de residuos y la ausencia de contenedores o de recolección eficiente empujan la basura a la vía pública. Por otro, la urbanización acelerada ha impermeabilizado gran parte del suelo —menos infiltración, más escorrentía— y ha reducido áreas naturales que antes actuaban como esponjas. A esto se suman fallas en el mantenimiento y operación de la infraestructura: rejillas, colectores y obras de conducción que, cuando no se limpian con regularidad, se convierten en trampas para sólidos flotantes. El cambio climático —con episodios de lluvia más intensos y concentrados— exacerba la amenaza.
Frente a esa realidad, las autoridades han desplegado operativos de limpieza, desazolve y retiro manual y mecánico de residuos en ríos, drenajes y presas. La Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), a través del Comité Técnico de Operación de Obras Hidráulicas, reporta la extracción de decenas de miles de toneladas de basura del sistema hidráulico del Valle de México en cortes recientes de sus informes y comunicados. Por ejemplo, en comunicados oficiales se han mencionado cifras cercanas a 35,230 toneladas retiradas en lo que va de 2025. En otros informes y sesiones del Comité se han documentado cifras distintas —en algunos cortes se reportan casi 56,700 toneladas y registros de volumen de azolve en centenas de miles de metros cúbicos— lo que refleja, además de la magnitud, la variabilidad según el periodo y la metodología del reporte. Informes posteriores agregan cortes con cifras consolidadas por operativos que rondan las 41 mil toneladas y cientos de miles de metros cúbicos de azolve retirado; son muestras contundentes de la escala del problema y del esfuerzo operativo.
No solo la CONAGUA realiza la limpieza de los cauces, también municipios como el de Toluca de manera constante retira toneladas de basura de los cauces que existen en su territorio, como fue el caso del Canal Totoltepec que a tres meses y medio de haberlo dejado limpio, se volvió a llenar, provocando inundación en La Constitución Totoltepec. La magnitud no es solo estadística: esos volúmenes de residuos indican que, a pesar de operativos masivos, la entrada continua de basura sigue superando la capacidad de mitigación. Además del costo operativo y logístico —maquinaria, personal, disposición final— existe un impacto ambiental y sanitario: residuos que obstruyen el flujo pueden llevar contaminantes a cuerpos de agua, afectar la fauna y, en temporadas críticas, poner en riesgo comunidades enteras.
¿Qué puede hacer la ciudadanía? La respuesta no es únicamente técnica; exige corresponsabilidad. Acciones concretas y de bajo costo que reducen el problema son: disponer correctamente la basura (separación en origen y uso de los servicios municipales); evitar arrojar desechos en calles, barrancas o alcantarillas; participar en jornadas comunitarias de limpieza como es el caso del programa “Toluca se pone Guapa”; reportar taponamientos o acumulaciones al número local de emergencias o al gobierno municipal; y promover el uso de puntos de entrega voluntaria para residuos voluminosos. A mediano y largo plazo, la presión social para mejorar la recolección, instalar más contenedores y recuperar espacios verdes reduce la cantidad de sólidos que llegan a los cauces.
En suma, el desbordamiento por basura es un problema técnico con raíces sociales: requiere inversión en infraestructura y operativos, pero sobre todo un cambio de hábitos ciudadanos. Las cifras que reporta la CONAGUA —decenas de miles de toneladas retiradas en el Valle de México— son una llamada de atención: la capacidad de respuesta existe, pero para mitigar la amenaza de manera definitiva se necesita que cada ciudadano deje de ver la basura como algo que desaparece sola y empiece a actuar como guardián de sus arroyos.
PIENSA GLOBALMENTE, ACTÚA LOCALMENTE
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Reciban un abrazo de su amigo, Luis Eduardo Mejía Pedrero. Comentarios al correo [email protected] Instagram @mejiapedrero Twitter @cuencalerma o por Facebook.