
Una tragedia tras otra
- Elva María Maya Marquez
- 16 septiembre, 2025
- Columnas
- 0 Comments
Miércoles 10 de septiembre, una pipa con capacidad de 49 mil 500 litros se volcó y explotó en la Calzada Ignacio Zaragoza, a la altura del Puente de la Concordia, en la alcaldía Iztapalapa. El estallido ocurrió alrededor de las 14:20 horas. La onda expansiva alcanzó 50 metros a la redonda. El saldo; 94 personas lesionadas y 17 fallecidas hasta el momento de escribir esta nota, así como 29 vehículos dañados: 20 compactos, 7 pesados y 2 motos.
Vecinos de las colonias Lomas de Zaragoza y San Miguel Teotongo, en la alcaldía Iztapalapa, “salieron con cubetas con agua e incluso echaron tierra a las personas para apagarlas, fue una situación muy complicada”, relató Jacqueline Cortés, vecina del lugar. “Había gente incendiada, tratamos de apagarlos con cobijas, pero fue una pesadilla”, recordó un vecino con la voz entrecortada. Mientras tanto, filas de personas observaban en “shock” la tragedia, así lo relata Mara Pérez, Josefina Quintero y Elba Bravo de “La Jornada”.
Es un hecho, la población no sabe qué hacer en una situación como esta. Medianamente se ha aprendido a reaccionar ante un sismo; cómo evacuar, dónde refugiarse, pero en estos casos ¿Cómo ayudar? Pues, con el ánimo de hacer algo, se puede agravar la situación de una persona. Lo ocurrido dejó al descubierto que hace falta mucho por aprender en materia de protección civil.
En cuanto a la infraestructura, son pocos los hospitales que cuentan con el equipo y personal para tratar a personas quemadas, normalmente se llevan a Estados Unidos, lo cual resulta preocupante, ya que con una población de más de 130 millones de habitantes, donde siempre existe la probabilidad de un acontecimiento así, es ineludible contar con lo necesario para brindar la atención médica inmediata.
Pasando al tema de la empresa responsable, se debe saber que en México, existe un reducido grupo de empresas que controla la venta y distribución del gas. Las empresas más poderosas en el ramo; Grupo Tomza y Grupo Z, son conglomerados diferentes, pero en manos de una misma familia.
Todo comenzó en 1946 en Ciudad Juárez cuando Miguel Zaragoza Vizcarra, fundó la empresa Hidro Gas y compraba el gas a la empresa Chevron. Miguel Zaragoza tuvo dos hijos; Miguel Zaragoza Fuetes y Tomás Zaragoza Fuentes. Cada uno comenzó a operar grupos empresariales con diferentes razones sociales, lo que les ha permitido controlar el mercado de distribución del gas. Es decir, simulan que son muchas empresas pero en realidad, las más grandes pertenecen a una misma familia.
Transportadora Silza, la empresa responsable de la explosión del miércoles en la Ciudad de México fue fundada en Tijuana en 1993 y es filial del grupo Tomza, fundada en 1963 y encabezado por Tomás Zaragoza Fuentes.
De acuerdo con registros periodísticos que da a conocer “La Jornada” y “sinembargo.mx”, los accidentes que involucran a la empresa han sido varios, pero ninguno de esta magnitud. En octubre de 2013, en Amazoc, Puebla, hubo un estallido en una planta de distribución de gas que dejó un saldo de, al menos, seis muertos y seis lesionados. La Secretaría de Energía sancionó a la empresa con 52 millones de pesos.
La Comisión Nacional de Competencia investigó en 2004 a un grupo de empresas de Tomás Zaragoza y otros distribuidores de la Zona Metropolitana Del Valle de México, “por establecer políticas comerciales comunes” para fijar los precios del gas LP. La denuncia la encabezó Zeta Gas.
En el año 2022, la Comisión Federal de Competencia Económica sancionó a grupo Tomza y otras empresas por manipular los precios durante 10 años y repartirse el mercado de la distribución y comercialización del gas LP. En conjunto tuvieron que pagar 2 mil 414 millones de pesos. Además, en Estados como Baja California, los Zaragoza con sus distintas filiales controlan más del 60% del mercado del gas LP.
Mientras sigan otorgando permisos, concesiones y amparos a empresas como esta, la historia se repetirá. A las empresas les importa el dinero no las vidas humanas, pueden multarlos nuevamente, pero qué hay de las familias que vivirán con el dolor de haber perdido un ser querido, eso cómo se recupera. Qué hay de las personas que vivirán con las cicatrices de las quemaduras o con las afectaciones derivadas del accidente.
Es una tragedia lo que sucedió, que la población no tenga conocimiento de cómo actuar, que las autoridades sean torpes al proporcionar información sensible como el número de fallecidos, heridos y su localización. Es una tragedia que se siga sin entender que la corrupción mata, por ello, hay que poner las cosas en su justa dimensión y mostrárselas a la gente en la cara, porque es la única manera en que se puede indignar para exigir a las autoridades que actúen para que esto, no vuelva a pasar.