
LA FEMA DE LOS ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMÉRICA
- Luis Eduardo Mejia Pedrero
- 8 junio, 2025
- Columnas
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En un mundo donde los eventos naturales extremos se han vuelto cada vez más frecuentes y devastadores, hablar de la resiliencia de nuestras ciudades y comunidades no puede hacerse sin mencionar a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos. Esta institución, que depende del Departamento de Seguridad Nacional, se ha consolidado como un referente internacional en materia de prevención, atención y recuperación ante desastres. Para quienes ejercemos la Ingeniería Civil con enfoque ambiental e hidrológico, la FEMA no solo es una fuente de consulta técnica, sino también un modelo operativo que articula ciencia, gestión del riesgo y respuesta humanitaria.
Fundada en 1979, FEMA surgió como respuesta a la necesidad de coordinar eficazmente los múltiples programas federales que atendían emergencias de diversa índole. Huracanes, inundaciones, incendios forestales, terremotos y eventos antropogénicos como derrames químicos o fallas estructurales, comenzaron a tratarse de manera sistémica, integrando el conocimiento científico y técnico con estrategias de logística y reconstrucción. Su importancia se ha reafirmado con cada catástrofe nacional, desde el huracán Katrina en 2005 hasta los incendios de California o las inundaciones del río Mississippi.
Desde la óptica de la Ingeniería Civil, el valor de FEMA es incuestionable. La agencia ha desarrollado y puesto a disposición pública una serie de recursos y normativas técnicas que han elevado el estándar del diseño y la planeación de obras. Un ejemplo destacado es el programa National Flood Insurance Program (NFIP), que incluye los Flood Insurance Rate Maps (FIRMs) y los Flood Hazard Boundary Maps, herramientas esenciales para el diseño de infraestructura en zonas de riesgo. Estas cartografías hidrológicas y topográficas no solo sirven para establecer primas de seguro, sino que orientan la toma de decisiones en proyectos de drenaje pluvial, vialidades, sistemas estructurales y obras de protección.
FEMA también publica guías técnicas fundamentales como el Floodplain Management Requirements, el Risk MAP Program (Mapping, Assessment and Planning) y los Building Performance Assessments. Estas publicaciones contienen estándares de diseño que no solo previenen pérdidas económicas, sino que salvan vidas. En mi experiencia profesional, especialmente en zonas urbanas con antecedentes de inundaciones, aplicar estos lineamientos ha marcado la diferencia entre una obra funcional y una vulnerable.
Pero FEMA no es solo normativa. La agencia ha construido una cultura institucional alrededor de la gestión del riesgo. Su enfoque de trabajo interinstitucional, con participación activa de gobiernos locales, estatales y organizaciones comunitarias, constituye una lección invaluable para países en vías de desarrollo. La preparación ciudadana, los simulacros, los planes de evacuación y la capacitación constante que promueve FEMA fortalecen el tejido social y dan contenido al concepto de “resiliencia comunitaria”, una noción que también es responsabilidad de la Ingeniería Civil moderna.
Un elemento particularmente útil es su plataforma de análisis y modelación: el software HAZUS, desarrollado por FEMA en conjunto con la comunidad científica. Esta herramienta permite estimar pérdidas físicas, económicas y humanas ante distintos tipos de amenazas. Utilizando datos geoespaciales y modelos probabilísticos, HAZUS ha sido clave en la planeación urbana, evaluación de vulnerabilidades y priorización de obras. Para quienes trabajamos con Sistemas de Información Geográfica (SIG), este software representa un vínculo directo entre la ingeniería, la estadística y la gestión pública.
En resumen, FEMA no es solo un actor de respuesta; es un pilar técnico y estratégico en la construcción de sociedades seguras. Para los ingenieros civiles, representa una fuente de conocimiento, una guía metodológica y un socio indirecto en el diseño de infraestructura sostenible y adaptada al cambio climático. En la medida en que los gobiernos locales e instituciones educativas asimilen sus enfoques, estaremos más cerca de transformar la cultura de la reacción en una cultura de la prevención.
Y es que, como reza una máxima recurrente entre quienes trabajamos con riesgo hidrometeorológico: la catástrofe no ocurre el día del desastre, sino el día en que no se planificó correctamente. En ese sentido, la experiencia y el legado técnico de FEMA son tan útiles como imprescindibles.
PIENSA GLOBALMENTE, ACTÚA LOCALMENTE
Vaya que se tuvo un lunes negro para Metepec y San Mateo Atenco por la lluvia del pasado lunes, misma que tuvo registros de 67.8 mm en la Dirección Local Estado de México de la CONAGUA en Metepec y 39.9 en su Observatorio Meteorológico en Zinacantepec. En presa Madín, Naucalpan, la lluvia fue de 85.5 mm, la más alta del Estado de México. La segunda tormenta tropical en el Océano Pacífico, la cual no afecta al territorio nacional. Recuerden #SalvemosOjuelos.
Reciban un abrazo de su amigo, Luis Eduardo Mejía Pedrero. Comentarios al correo [email protected] Instagram @mejiapedrero Twitter @cuencalerma o por Facebook.