SÓTANO UNO

· Transmisión mortal

· Snuff, muerte sin maquillaje

Raúl Mandujano Serrano. Periodista

Transmisión mortal.- Hoy el amanuense se ha destapado una cerveza… Fría, helada como cachete de muerto. La escarchó con sal, limón y un poco de salsa inglesa. La saborea en ese tarro de cristal labrado con el escudo del Deportivo Toluca, mientras que en el noticiero, las imágenes del asesinato de la influencer Valeria Márquez, acapara la atención de las redes sociales mexicanas. La mataron mientras grababa un video para su página desde la estética donde trabajaba, y miren, en los últimos años, el mundo virtual mexicano se ha visto invadido por la presencia de influencer’s o tiktoker’s, que hablan, entre serio y en burla de casi todos los temas.

Es, digámoslo así, un negocio en el que el número de seguidores, junto a los videos o materiales que publican, generan ganancias con una inversión mínima. Sólo abren una página en Tick Tock, Instagram, o Facebook y ¡listo! a grabar reels, bits o short’s. Pero esa ansiedad por abandonar sus estudios para ganar dinero rápido, los lleva a involucrarse con criminales. Y México ha sido testigo de una serie de asesinatos de influencer’s y creadores de contenido, muchos de los cuales ocurrieron durante transmisiones en vivo o estuvieron vinculados a su actividad en redes sociales, como el de la propia Valeria, en Jalisco, cuyo asesinato a balazos ha dado la vuelta al mundo por su crudeza.

Similar al de Rafa Wayne, en Ciudad Juárez, al que asaltaron mientras transmitía en vivo. Al día siguiente hallaron su cuerpo baleado y sin vida; o el de “Nesaku”, en la Ciudad de México, quien realizaba una transmisión sobre sustancias ilegales cuando alguien repentinamente apareció en su grabación y le disparó en la cabeza.

Otros influencer’s más, que aunque su muerte no ocurrió durante alguna transmisión, pudo ocurrir por vínculos con grupos delictivos descontentos con sus contenidos, fueron los de Juan Luis Lagunas, “El Pirata de Culiacán”, que insultó a un narco famoso y fue abatido a balazos. Y es, precisamente en Sinaloa, donde más casos han sucedido, como el de Justin Paul “El Pinky”; Leovardo Aispuro “El Gordo Peruci”; Miguel Vivanco “El Jasper”; o José Carlos “El Chilango”; en todos, las investigaciones advertían vínculos con el crimen organizado.

Snuff, muerte sin maquillaje

Mientras se prepara una cerveza más, el periodista de los absurdos editoriales rememora que por allá de los 70’s, surgió una tendencia macabra para grabar videos cortos de asesinatos, torturas, suicidios, necrofilia o infanticidios, entre otros crímenes reales, sin la ayuda de efectos especiales o cualquier otro truco. Se trató de una moda mortal impactante, tenebrosa… Grababan en sitios clandestinos y las víctimas eran migrantes, mendigos de la calle o gente necesitada de dinero que accedía a morir para ayudar a su familia.

La intención era comercializar y distribuir estos videos como entretenimiento caro, por cierto y si, un entretenimiento muy enfermizo. Los llamaban videos snuff o películas snuff, cuya palabra venía del snuff out, morir o apagar, en español, y que representaron una descomunal preocupación en Europa, China y Estados Unidos. Estos tenían su origen en el

libro de Ed Sanders The Family: The story of Charles Manson’s, de 1971, que describía los asesinatos de Manson y muchas escenas recreaban tales crimenes.

Lo cierto es que esta violencia en los medios de comunicación, o con el uso de los medios de comunicación, o en agravio de personas vinculadas al crimen organizado a través de plataformas digitales, se está haciendo cada día más frecuente, y tal vez se trate de mensajes claros hacía alguien o algún grupo. Como sea, cuidado. Los criminales merodean sus redes sociales. Hasta otro Sótano. Mi X @raulmandujano