
La ironía de prohibir corridos, pero no el crimen
- Julián Chávez Trueba
- 29 abril, 2025
- Columnas
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Por: Julián Chávez Trueba
En una sociedad plagada de contrastes, resulta irónico que el gobierno despliegue su fuerza legislativa para censurar expresiones artísticas como los corridos, pero no ponga el mismo ahínco en combatir de raíz la realidad que los inspira: el narcotráfico. Se busca silenciar canciones que cuentan historias mientras las calles siguen siendo escenario de la violencia que les da vida.
La música ha sido, desde tiempos inmemoriales, un espejo de la realidad. Los corridos, nos guste o no, reflejan los anhelos, tragedias y heroísmos de un México que lucha por encontrar su camino entre la luz y la oscuridad. Prohibirlos no erradica el problema; apenas lo disfraza. Es como tapar el sol con un dedo: la violencia no desaparece porque la ignoremos.
Mientras se sataniza a los músicos, la realidad cotidiana sigue plagada de crímenes, extorsiones y muertes. Es como si el gobierno estuviera más preocupado por eliminar el eco de la problemática que por enfrentar sus causas. Y a esta contradicción se suma otra aún más alarmante: las iniciativas legales para controlar los comentarios en redes sociales.
La administración actual pretende erigirse como juez y parte de lo que es correcto o incorrecto en el ámbito digital. Se busca determinar qué medios son “dignos” de permanecer en la red y cuáles deben ser silenciados, bajo un criterio que se antoja ambiguo y peligroso. Esto no es otra cosa que un intento de imponer una narrativa oficial, en la que sólo lo autorizado tiene cabida.
Es desconcertante que mientras el crimen organizado parece operar con libertad en varias regiones del país, el gobierno elija librar una batalla cultural y digital. Prohibir corridos o censurar opiniones en línea no hará desaparecer las estructuras delictivas ni resolverá los problemas estructurales que las alimentan. Por el contrario, estas medidas nos alejan de la libertad de expresión, un pilar fundamental de cualquier democracia funcional.
Lo que México necesita no es más censura, sino valentía para enfrentar las realidades que se cantan en esos corridos. No se trata de ignorar los problemas, sino de combatirlos desde su raíz. Porque mientras seguimos discutiendo sobre qué puede o no escucharse, el país continúa desangrándose. Y eso, estimados lectores, es la verdadera tragedia.