122 AÑOS ROJIBLANCOS

“Recuerdo que mi abuelo me hizo el mejor regalo que se le puede hacer a un nieto, hacerme del Atleti”. Estas palabras de Fernando Torres las suscribo al pie de la letra porque mi abuelo me hizo el mismo regalo. Es cierto que los años irán pasando, pero los sentimientos no cambian, en todo caso, con el transcurrir de la vida y las experiencias estos se fortalecen aún más. El sábado, el Atlético de Madrid cumplió 122 años y toda la familia rojiblanca estaba de celebración. 

Ser del Atleti es algo que no se puede explicar, pero que une a muchos corazones que están dispuestos a darlo todo por sus colores. La historia rojiblanca comenzó en 1903 y desde entonces, página a página y capítulo a capítulo ha ido creciendo entre momentos de alegría, de sufrimiento, de lloros, de abrazos… pero con una afición que nunca ha dejado solos a los suyos porque, precisamente, nunca deja de creer. 

Por eso, el pasado sábado, mientras blaugranas y merengues, se jugaban la Copa del Rey, los colchoneros eran invitados a festejar a su equipo en el propio Metropolitano. Los ciento cincuenta mil socios que tiene actualmente el club, bien se merecen abrir las puertas a los suyos. Y ahí estaba su afición para hacer el tour por su estadio. Sus hinchas no fallan y cualquier motivo es bueno para acudir a la casa que une a todos los colchoneros con el inquebrantable coraje y corazón. 

Obviamente, y ya que era el día de la final copera, las apuestas estaban hechas y las polémicas ya protagonizaban las noticias antes de que el partido comenzara. Los protagonistas de ellas eran los árbitros. Quizás, ni culés, ni merengues puedan decir mucho de ellos porque solo hay que ver la historia del fútbol para analizar las actuaciones de los colegiados. Sin olvidar, claro está, los pagos que también han recibido. Hay quien dice que se han cargado al deporte rey, y posiblemente, lo hayan hecho, porque ahora priman otros aspectos antes que el propio deporte. Tras el pitido final y con el Barça proclamado campeón, los debates no han tardado en surgir. Es cierto que a llorar se va a la “llorería” pero las provocaciones innecesarias en las horas previas se pueden pagar muy caras. El destino es caprichoso y va a conseguir que los de Concha Espina acaben la temporada como el color de su camiseta: en blanco. De esto no hay duda, y me alegro que el tiempo ponga a cada uno en su sitio porque puedes ver toques al balón donde no los hay, pero al final, de poco te sirve cuando no consigues brindar un título a tu afición. Una afición que, por supuesto, nunca será tan buena como la rojiblanca porque los sentimientos nacen del corazón y no de los títulos. 

Y dicho esto, el sábado fue el cumpleaños del Atleti y eso era lo más importante. Al festejar al Atleti me acordé de mi abuelo que desde el tercer anfiteatro verá como su nieta sigue derrochando coraje y corazón porque este equipo es otra forma de entender la vida, es otra familia y eso que él me enseñó, jamás lo podré olvidar al igual que los recuerdos que vivimos juntos escritos en rojiblanco.