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La palabra convence
Laura Castillo García
(Vocera del Movimiento Antorchista en el Estado de México)
Todos, todos, hemos conocido a alguien que habla rápida, desordenadamente y con falta de claridad; vaya pues, hay quien atropella el lenguaje tal vez porque durante su infancia tuvo influencia de gente que hablaba así y, para una mente infantil e inmadura, se le hacía que era una forma normal de hablar porque, además, no tuvo quien lo corrigiera o educara en ese sentido y por tanto, a cada momento atropella el lenguaje, que es el nuestro, pero el fenómeno también se repite en otras latitudes del mundo.
Pese a que la culpa de ese atropello del lenguaje no es propiamente de la persona que así habla, de todos modos, esa forma es molesta para quienes no reciben los mensajes con claridad y por ello se ven obligados a preguntar, una y otra vez, qué cosa les están diciendo; pero, a pesar de las varias respuestas, nunca logran entender a ciencia cierta lo que les dicen, lo cual genera confusiones y malentendidos que en ocasiones llevan a grandes problemas.
Por eso es muy importante que todos nos esforcemos por conocer bien la lengua que nos identifica como nación y, por supuesto, articularla lo mejor posible para no causar confusiones. No obstante, en estos tiempos tan calamitosos –como dijo el gran Miguel de Cervantes Saavedra en su obra cumbre–, en que los mexicanos vivimos día a día eventos sangrientos que parecen no tener fin, poco importa la destrucción del lenguaje, la herramienta con que nos comunicamos no solo cotidianamente en el seno familiar y en el trabajo, sino para expresar los más profundos sentimientos humanos hacia: la pareja, los hijos, los padres, amigos, la tierra donde naciste, las creencias religiosas que cada quien tenga o para manifestar nuestra aspiración de construir y vivir en un México mejor.
Pensaríamos que las cosas serían diferentes cuando nos comunicamos a través del lenguaje escrito, pero en esta área tenemos muchos más problemas que cuando usamos el lenguaje verbal. Y es que las clases de español que recibimos tanto en los niveles de primaria como en secundaria, no siempre son buenas y no dejan huella en la mente de los estudiantes; por tanto, los maestros dan calificaciones aprobatorias para salir del paso. No obstante, algo aprendemos; lo peor se está dando con la llegada de la globalización y el desarrollo de las redes sociales, en donde escribimos sin importar lo que escribimos ni cómo lo hacemos pues ahora, como si todos supiéramos inglés, usamos palabras de moda extranjeras, además de repeticiones excesivas generadas por la inteligencia artificial. Esto da como resultado frases con una sintaxis deficiente y un abuso de abreviaturas. Así, pues, en esta época estamos viviendo la destrucción de la lengua castellana en su máxima expresión.
Cierto que las lenguas evolucionan de acuerdo con la evolución de las sociedades, pero parece que ahora de lo que se trata es de hacer involucionar la lengua castellana.
Pero eso es un craso error porque, como recordaremos, el habla, el lenguaje fue una herramienta fundamental para la comunicación y el estrechamiento fraterno tanto de las gens y tribus antiguas como en la conformación de las naciones. Hablando se entiende la gente, dice uno de los refranes más populares de nuestro país; es decir, la lengua hablada y bien dicha es fundamental para que los seres humanos entablemos pláticas cordiales con vecinos, compañeros de trabajo y todo ser humano con quien intercambiemos palabras.
Pero la palabra correctamente hilvanada es capaz de construir argumentos contundentes en torno a temas trascendentes que afectan a toda la sociedad –para bien o para mal– y con ellos convencer a individuos, grupos pequeños o multitudes para que tomen partido y, en consecuencia, accionen en torno al asunto tratado.
Los argumentos son la columna vertebral de un discurso, de cualquier tipo, destinado a convencer a la gente, pero a diferencia de la tendencia que asegura que es fundamental la emotividad y los aspectos psicológicos para que su cometido tenga éxito, los discursos exitosos dicen que lo que lleva al éxito son los argumentos inteligentes expuestos con las palabras precisas y bien hilvanadas sintéticamente, además de la sinceridad con que se presenten.
A ese tipo de discurso inteligente y sincero apuesta el Movimiento Antorchista Nacional (MAN); por eso, desde hace varios años promueve concursos de oratoria en instituciones educativas, comunidades campesinas y colonias populares, a fin de que la gente se entrene en la exposición de ideas benéficas para la gente, envueltas en argumentos honestos, reales y convincentes.
En consecuencia, el próximo sábado 22 de febrero el MAN llevará a cabo la V Jornada Nacional de Oratoria, la cual tendrá lugar en las 32 entidades federativas del país. En el Estado de México, los oradores participantes se medirán en el Centro de Convenciones “Ágora” del municipio de Ixtapaluca, Estado de México.
Todos estamos invitados a presenciar la calidad de los oradores convocados por el antorchismo nacional. Estos eventos seguramente nos demostrarán que la palabra convence.
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