¿Cómo va la elección de jueces, magistrados y ministros?
Por: Jesús Humberto López Aguilar
¿Cómo se ha visto reflejada en la práctica la ahora relegada de la opinión pública, reforma al poder judicial? Con la puesta en marcha por parte del INE del Proceso Electoral Extraordinario del Poder Judicial de la Federación.
Este mecanismo, más allá de estar marcado por la certeza y confianza que el organismo electoral ha impreso en todas las elecciones que ha organizado, se ha caracterizado por la incertidumbre y la simulación. Todo, en realidad, es una ficción mal armada.
Para darnos una idea, cada proceso debe de comenzar, en primer lugar, con el banderazo del Consejo General, la máxima autoridad electoral, el primero de septiembre del año previo de la elección.
Posterior a eso, los treinta y dos órganos delegacionales del Instituto o, en otras palabras, las juntas locales ejecutivas localizadas en cada una de las capitales de los estados que componen a la federación, arrancan motores realizando las contrataciones eventuales de técnicos, capturistas y otras posiciones esenciales en las labores diarias de los siguientes meses.
Una vez robustecida la plantilla, el primero de noviembre, se instalan los consejos locales, órganos de dirección compuestos por ciudadanos que supervisan y apoyan en los trabajos de las ya mencionadas, juntas locales ejecutivas. Exactamente un mes después, a inicios del mes de diciembre, se integran los consejos distritales, cuyas atribuciones son similares a los locales, con la diferencia de que estos últimos vigilan las actividades de su respectivo órgano subdelegacional, una de las trescientas juntas distritales ejecutivas existentes a nivel nacional.
La primera tarea de los consejos distritales, en coordinación con la junta distrital, es el reclutamiento de los capacitadores asistentes electorales (CAE) y de los supervisores electorales (SE), el principal enlace entre el Instituto y la ciudadanía para la designación de los funcionarios de casilla.
Con el objetivo de incorporar al personal más capaz, se les aplica a los aspirantes una prueba de conocimientos y, en caso de que sea superada, una entrevista con una metodología especialmente diseñada para evaluar las cualidades que son imperativas en tales figuras.
Pues bien, estos eventos tienen lugar a lo largo del último mes del año.
En el presente PEEPJF, para el 15 de diciembre, ni siquiera se habían hecho las contrataciones eventuales por parte de los órganos delegacionales y subdelegacionales. No había presupuesto.
Fue hasta esa jornada cuando apenas se reunieron los consejos distritales, sin tener claridad sobre el qué, el cómo y el cuándo de la totalidad de las fases que componen al proceso.
¿En qué momento se iban a seleccionar a los capacitadores y supervisores? ¿Se iban a instalar todas casillas? ¿Cuántas boletas serían entregadas a cada ciudadano el día de la elección? ¿Por qué cargos votaría cada distrito? Teniendo en cuenta que los circuitos judiciales no se corresponden con las divisiones distritales planteadas en el marco geográfico del Instituto. Incertidumbre en su estado más puro.
Con lo decidido en las últimas horas del 31 de diciembre por el Consejo General, se prevé que el reclutamiento de los CAE y SE será a través de la recontratación directa de aquellos que participaron en el Proceso Electoral Federal 2023-2024.
Las figuras contempladas para uno de los distritos electorales del Estado de México en aquel proceso fueron 23 “SE” y 140 “CAE”.
Con el preámbulo de que la carga de trabajo para el actual proceso será el doble que para el anterior, cualquier persona razonable imaginaría que la plantilla se vería aumentada en esa misma proporción. Todo lo contrario. Únicamente 7 “SE” y 25 “CAE” serán contemplados.
Por otro lado, la utilidad misma del sufragio queda en duda. Grande parte del electorado ni siquiera votará por jueces con competencia en su lugar de origen.
Para ponerlo en perspectiva, es como si un habitante de la Ciudad de México participara en la elección del gobernador de Hidalgo (!).
La elección fue diseñada con un único objetivo. Que el ciudadano vote, sí o sí, por un cargo del PJF, sin importar si estará sujeto a sus sentencias en algún momento.
Lo dicho, una tomada de pelo.
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