La mujer y su lucha por la igualdad y la justicia

Laura Castillo García

(Vocera del Movimiento Antorchista en el Estado de México)

Nuevamente, millones de mujeres de todo el mundo se manifestaron el pasado 25 de noviembre en contra de la violencia hacia su género. En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer exigieron justicia para las víctimas de feminicidio y violencia de género, castigo para feminicidas, secuestradores y maltratadores, así como igualdad y libertad para el género femenino en todas sus expresiones.

            En la Ciudad de México, capital de la república mexicana, las mujeres organizadas en lo que ellas mismas llaman “colectivas” para no usar un sustantivo masculino, apenas se reunieron en número de mil 500. No obstante no haber juntado una cantidad mayor a como lo habían hecho en años anteriores, ellas mismas señalaron que: “No hemos llegado todas, mientras las cifras de feminicidio sigan subiendo y no se erradiquen todas las formas de violencia machista; mientras las feministas de a pie, las defensoras de derechos humanos, las defensoras del territorio, las periodistas, las compañeras trans y de la diversidad sean criminalizadas, encarceladas y asesinadas por resistir al empaque patriarcal. No hemos llegado todas”. (Marcha 25N en CDMX concluye con saldo blanco: mil 500 mujeres se manifestaron en el Zócalo, portal infobae.com, 25 de noviembre de 2024).

            Y tienen razón: en el último año ¿cuántas mujeres han sido víctimas de feminicidios a pesar de que dicen que desde hace seis años tenemos un gobierno protector, democrático y progresista? Es sabido que el delito de feminicidio se refiere a privar de la vida a una mujer por razones de género.

En el pasado mes de septiembre, el Secretariado Ejecutivo del Sistema de Seguridad Pública (SESNSP) informó que esa forma de violencia contra las mujeres de entre 0 y 17 años, aumentó durante el último año: mientras de enero a agosto de 2023 se registraron 46 incidentes de este delito contra niñas y adolescentes a nivel nacional, los feminicidios de niñas y adolescentes en México aumentaron a 54 en los mismos meses de 2024.

Más allá de una posible mayor visibilización del problema o de una tipificación más clara del delito, la realidad apunta a factores estructurales profundamente enraizados. En el sistema económico y social actual, la impunidad sigue siendo la norma: la mayoría de los feminicidios no son investigados adecuadamente, lo que envía un mensaje de tolerancia a los agresores. La ausencia de políticas públicas eficaces de prevención, sumada a la falta de coordinación entre niveles de gobierno, perpetúa un entorno donde la violencia se normaliza. Además, el contexto económico no solo limita las oportunidades de las mujeres, sino que también refuerza relaciones de poder desiguales que facilitan el control y la agresión.

            De acuerdo con los datos del 23 de septiembre de 2024 del “Blog de datos e incidencia política de REDIM”, de enero a octubre de 2024 se han registrado más delitos contra infancia y adolescencia que durante el mismo periodo de 2023 en los siguientes siete delitos: corrupción de menores, extorsión, feminicidio, homicidio, lesiones, rapto y tráfico de niñez y adolescencia.

El maltrato, desaparición y asesinato de mujeres, tanto de niñas como de adolescentes y adultas, ¿se acabará con marchas anuales, gritos y pintas en contra del gobierno y hombres? ¿Se acabarán esos graves problemas en un sistema económico en donde todo se resuelve con dinero? Donde el tráfico de influencias es alimentado por dinero, con mucho dinero, de tal manera que la justicia se brinda de acuerdo con el peso económico que tiene el presunto infractor; es decir, donde el peso de la ley se determina por el dinero del violador o asesino y, por tanto, no se aplica la ley en un delito de ese tipo, porque la misma ley siempre busca la forma de proteger a los que pagan favores. No, en un sistema así no hay justicia ni igualdad para las mujeres, sean o no sean víctimas. 

            Para que a la mujer se le otorguen los mismos derechos que a los varones –que es parte de lo que piden las “colectivas”– y, por tanto, alcancen la igualdad, ellas y ellos deben dar la lucha por cambiar el sistema económico que divide a la sociedad. Solo luchando juntos, en alianza, en contra del poder del Estado que los oprime, podrán alcanzar la justicia e igualdad que todos merecen.

Luchar por un México con más oportunidades, con justicia y equidad, debe ser el objetivo de las mujeres revolucionarias que trabajan para eliminar la violencia y la discriminación no solo en contra de las mujeres, sino también de los hombres que a lo largo de la historia han sufrido injusticias y explotación en una sociedad como la actual.

Las mujeres tenemos derecho a no ser violentadas, ni siquiera en el hogar porque somos seres humanos, igual que los hombres; tenemos derecho a realizar cualquier trabajo y ocupar altos puestos en empresas, fábricas o donde sea, de acuerdo con nuestra preparación, inteligencia y habilidades; tenemos derecho a ser remuneradas igual que los hombres porque realizamos el mismo esfuerzo a pesar de las diferencias físicas que por naturaleza tenemos. Pero eso no lo podremos lograr mientras en la sociedad impere el dinero y el cada vez mayor afán de ganancia de los dueños de los medios de producción. Necesitamos una sociedad nueva, justa y equitativa. Para lograrla necesitamos la inteligencia, energía y nobleza de los hombres y mujeres bien nacidos y que juntos trabajen para alcanzar el objetivo final.