EL VALLE DEPORTIVO

Pedro Eric Fuentes López

LA DECEPCIÓN ES LA ÚLTIMA LLAVE PARA EL DESTIERRO…PARA EL OLVIDO. PEFULO

A lo largo de nuestras vidas todos pasamos -o pasaremos-  inevitablemente por momentos en los que todo parece ir mal. Cuando en un corto lapso de tiempo se suma una decepción amorosa, la pérdida del empleo, un problema familiar u otras circunstancias solemos hablar de una mala racha y saltan nuestros más fervientes dichos apoteósicos como clara muestra de dolor, enojo, frustración y otros, que nos llevan en ocasiones a sucumbir y ser presas de miles de escenarios, que en infinidad de ocasiones, ni siquiera tienen un dejo de realidad y si, en cambio, favorece la voracidad del otro lado de la oscuridad. En muchas, pero muchas ocasiones no somos capaces de darle la dimensión a la realidad y al momento del aquí y ahora, pasa más por un segundo de iracundez que, una vez en el recuento de los daños, nos abre el panorama de lo que realmente pasa y/o pasó, sin embargo, hay elementos que nos impiden racionar nuestros pensamientos y en consecuencia conectarlos con las fibras más sensibles de nuestro ser, por temor y miedo, pero esto da como consecuencia hartazgo, desilusión y finalmente en la decepción. Y es así como a nosotros nos ocurre, que a los deportistas en cualquier esfera que se ubiquen y desarrollen sus habilidades y talentos también pasan por esos momentos de bajón en los que los resultados, por ejemplo, no acompañan y las decepciones se acumulan una tras otra sin un final aparente y bajo una presión cada vez mayor. Refería que somos adictos a darle expresiones del tipo: no sé qué me pasa, estamos en caída libre, ya no puedo, ya no quiero, nada me sale, y una larga lista que son muy utilizadas tanto en la vida como en el deporte cuando las cosas van mal o no marchan como quisiéramos. Los expertos afirman que las principales herramientas para abordar una mala racha en la vida o en un plano deportivo -sea cual sea éste- son las mismas. Y es ahí cuando si todos habláramos y ejerciéramos realmente el grado de humildad, admitiendo -en principio- que algo va mal, sin duda sería y es el primer paso para superar malos momentos, tanto en la vida como en el deporte. Esto es, todos tenemos que recurrir a tres valores fundamentales para salir de una mala racha: humildad, análisis y perseverancia, porque sin duda y así lo creo, sin la aplicación de estos tres conceptos, nos lo vamos a pasar aún peor.

Cierto es que en la materia, la decepción deportiva es un tema que puede afectar a las personas cuando se corta, por mencionar, el vínculo con una actividad deportiva. Es decir, puede incluso volverse un duelo, un proceso que se experimenta cuando se pierde una relación significativa, siendo un tema altamente relevante que puede ocurrir cuando se pierde un vínculo deportivo. Y es ahí cuando se manifiesta como una sensación de desilusión, decepción o impotencia cuando nuestros esfuerzos no producen los resultados deseados. En el deporte como en la vida misma, esta emoción puede surgir por una serie de razones, desde no alcanzar un objetivo personal sea cual sea y cómo sea, hasta enfrentar obstáculos inesperados en el camino hacia el éxito. Emociones y/o sentimientos, o eso que llamamos: rabia, coraje, impotencia y pena, nos debe devolver a la razón fundamental de que somos seres humanos y no estúpidas máquinas del deporte, ni de otros temas…ah y tampoco de nadie!

 Y para comenzar hay que saber reconocer, además de que es fundamental que cuando uno está pasando una mala racha, aceptar que el problema conlleva la mitad de la solución, porque con esto se nos insta a admitir y ser conscientes de que algo va mal lo más pronto posible, por tanto, la humildad -de la que tanto se habla- es vital para admitir que estamos pasando por una mala racha, pero que también para admitir que eso forma parte de la normalidad, o como aquello que debe ser normal también no estar siempre feliz, porque todos pasamos por malos momentos y nadie estará siempre en la cumbre laboral, deportiva o personal. La humildad necesaria para aceptar el problema conlleva también saber alejar las excusas y admitir que algo no se está haciendo del todo bien, reconocer que se tiene alguna limitación, impedimento -el que sea- que se está haciendo algo mal es una gota a gota al cántaro que termina llenando el buche de la autoestima, por lo que muchos prefieren poner mil más una excusas para negar la realidad y así no autosabotearse. Sin embargo, una vez visualizado y asimilado el tema se procede a ser analítico, autocrítico y buscar los motivos que están detrás de ese mal momento, porque no se trata solamente de pensar y pensar y pensar, sino de hacerse cargo de uno mismo y validar todas las preguntas ¿Qué estoy haciendo mal?, ¿Por qué estoy atrapado? ¿Qué hice otras veces cuando pasé por una situación así? ¿O qué han hecho otras personas en casos similares? ¿Cuáles son mis puntos fuertes? ¿Y cómo les puedo sacar partido? Si nos damos cuenta esto ocurre a menudo, a diario, casi siempre en silencio, cuando un equipo o una persona pasa por una mala racha debe ser analítico y preguntarse los motivos que hay detrás de ese mal momento, pero al mismo tiempo cuando se agotan los propios recursos, cuando la apatía, el pesimismo o la depresión empiezan a apoderarse de uno y no se encuentra el modo de salir de esa situación que nos está minando, es el momento de pedir ayuda a terceras personas…Y llego al eje transformador, el cual una vez admitido el problema y analizado, una vez tomada una decisión sobre cómo se va a afrontar, qué se va hacer concretamente, llega el momento de ser perseverante en el plan para corregir aquello que se ha hecho mal, identificando y enumerando las más posibles alternativas de solución que consideremos que nos pueden ayudar a salir de la mala racha y empezarlas a poner en práctica por orden. Añado, si la primera no nos funciona, emplearemos la segunda, siempre utilizando los aprendizajes que hemos extraído de la primera, y sino la que sigue y continuar hasta que lo logremos, tanto en la vida como en el deporte.

Pásenla bien!!