La otra historia del Hijo del Hombre

Por: Jesús Humberto López Aguilar

Jesús de Nazaret. El máximo exponente de la religión católica y de muchos otros credos en los que funge como figura central o como un profeta (como en el islam).

El caso es que en la mayoría de ellos se le describe como un Dios que encarno como hombre para más tarde morir trágicamente crucificado, con el objetivo de salvar a toda la humanidad, incluida la de tiempos pasados, presentes y futuros, de sus pecados.

En mi opinión, la verdad que gira en torno a la historia de este gran personaje es muy diferente y, también, mucho más maravillosa.

En primer lugar, el Nazareno no nació un 24 de diciembre, cómo lo explican las religiones que han surgido gracias a Él. Jesús nació un 21 de agosto, en pleno verano. El error o, más bien, la tradición, viene del mitraísmo. Una religión que tuvo su apogeo, precisamente, en los tiempos en los que vivió aquel fantástico Hombre-Dios. En dicha fecha decembrina se celebraba la fiesta del sol invicto que era cuando, según se decía, el astro rey vencía a la oscuridad. Esta analogía puede representar de gran manera el papel del Hijo del Hombre en la Tierra, pero su llegada a nuestro mundo sucedería en agosto. Además, el año correcto de su nacimiento es él -7. Según el calendario gregoriano, de uso común en nuestros días, habría sido en el año 1, pero hubo un error en los cálculos del papa homónimo que lo impulsó (casi 1,500 años después de la muerte de Jesús).

Por otro lado, está el tema de la supuesta virginidad de María. Supuesta, porque tal condición no se mantuvo en la madre del Nazareno hasta su muerte. La concepción del Maestro fue como la de cualquier otro ser humano. No hubo nada sobrenatural en ese importante hecho.

Si bien es cierto que Gabriel, el ser divino que se le presentó a la madre del Hijo del Hombre, anunció a esta última el nacimiento de su primer hijo, la joven pareja, una vez casados, concibieron a Jesús a través de un encuentro íntimo. La intención de rodear al Maestro con un aura aún más mística vino de Pablo de Tarso, el supuesto santo que escribió gran parte de la historia del Nazareno sin realmente consultar fuentes confiables, ya que ni siquiera lo conoció. Este recurrió a uno de los mitos de la religión que en esos tiempos gozaba de una gran popularidad en el mundo romano, el ya mencionado mitraísmo.

Así mismo, Jesús tuvo la cantidad de nada menos que ocho hermanos. Las parejas judías de la época tenían numerosas proles ¿por qué María y José se iban a limitar a tener un solo hijo? Simple, la respuesta es que no lo hicieron.

Con respecto a su mensaje, lo verdaderamente importante, consistía en proclamar la única y suprema Verdad. Dios, el Padre, como él lo llamaba, es un ser amoroso, que no lleva las cuentas y que no castiga. Como bien explicaba el Maestro, ¿por qué un ser infinitamente poderoso y comprensivo iba a reprimir a sus imperfectas criaturas, supeditadas a los instintos y a los vicios de la carne? De la misma forma que un buen padre es testigo de los errores de su hijo, perdonándolo al instante porque es consciente de su inmadurez, el Padre hace lo propio con nosotros. Ofenderlo, por tanto, no es posible en nuestra realidad. Somos niños que apenas gatean.

En ese entendido, todos los seres humanos somos hermanos. El Amor, con mayúsculas, es la única medida, el único principio que rige todo lo Creado.

También, es importante señalar que otra de las intenciones de Jesús de Nazaret al venir a la Tierra era obtener completa soberanía de su Creación. El Nazareno, en la jerarquía divina, es un Dios Creador, autor y gobernante de nuestro Universo. Para proclamarse como tal, debía experimentar el nivel más bajo de su obra, los mundos materiales, como el nuestro.

Esta versión de lo que fue se agrega a las muchas que ya existen. Creerla no es ninguna obligación.

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