Mañanera o informe de gobierno

A menos de 30 días de terminar su mandato, con más del 70% de aprobación y en un Zócalo que ha sido testigo del poder de convocatoria de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), así es como llegó el presidente a su 6to y último informe de gobierno el pasado domingo 1 de septiembre. Un personaje que sin duda ha marcado un antes y un después en la historia de México, querido por muchos y odiado por otros, sin embargo, aún no se tiene la suficiente distancia histórica para realizar un juicio político, social y ético de AMLO como un fenómeno político.

 Este personaje originario de Tepetitán, Tabasco, durante casi 6 años tuvo la capacidad de dictar la agenda a través de su conferencia matutina que normalmente comienza después de las 7 de la mañana, una vez que López Obrador ingresa al salón Tesorería de Palacio Nacional y da paso a este ejercicio que convirtió en la principal fuente de información del gobierno mexicano para los medios de comunicación nacionales e internacionales, para sus simpatizantes pero también para sus detractores y que, en muy pocas ocasiones fue suspendida.

La primera conferencia se realizó el 3 de diciembre de 2018 y hoy en día, se han realizado mil 420 conferencias matutinas con una duración máxima de 3 horas y 35 minutos, récord establecido el 30 de octubre de 2023. Cada día de la semana destinado a temáticas particulares como: los precios de la gasolina, los precios de la canasta básica, envío de remesas, avance en las principales obras del gobierno como el tren maya, salud, noticias falsas y seguridad, pero siempre con espacio para temas que surgen en el día a día, la clase de historia y hasta un número musical. Un formato único, pero altamente debatible.

Cabe señalar que las “mañaneras”, término con el que fueron popularizadas las conferencias del presidente, no se pensaron una vez que ganó las elecciones de 2018, estas, tienen su origen durante su periodo como Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal (2000-2005) y en 2018 las replicó a escala nacional.

En teoría, las conferencias del presidente tienen el objetivo de promover un diálogo circular entre periodistas y representantes del gobierno, pero esto, no necesariamente se logró y por el contrario, AMLO ha cometido excesos al descalificar a todo aquel que tenga una postura diferente a la suya, pues él, “tiene otros datos”. Si bien es cierto que durante su mandato ha sido víctima de difamaciones o campañas negativas en redes sociales como la de “narco presidente”, con “investigaciones” carentes de sustento y rigor periodístico, es desequilibrado utilizar el foro que tiene en palacio nacional para tratar de defenderse.

Lo que hizo AMLO en su último informe de gobierno fue una especie de mañanera, pero en una versión “corta” o tal vez promedio, pues tuvo una duración de aproximadamente 2 horas, donde dio un repaso por lo que consideró como sus grandes logros, no obstante, como en los sexenios anteriores la gran ausente fue la autocrítica. Entre los pendientes se puede mencionar el tema de las desapariciones, los 43 de Ayotzinapa, la inseguridad, una política migratoria, la reforma en materia laboral para reducir la jornada semanal de 48 a 40 horas, el sistema de salud y la educación, la cual sigue sin tener un rumbo claro bajo lo que se conoce como “la nueva escuela mexicana”.

El proyecto político de AMLO estuvo centrado en los grupos minoritarios, marginados y hasta olvidados. Aquí radica uno de los grandes aciertos de López Obrador, conectar con las necesidades de la gente y ofrecer programas sociales que para muchos significó un cambio radical en su vida, aspecto que en todo momento comunicó en sus conferencias matutinas y en todo lugar en el que se presentaba. 

La denominada “Cuarta Transformación” o “4T”, es un proyecto político que tuvo como bandera: “por el bien de todos primero los pobres”, y en un país donde por décadas ha sido evidente esta diferenciación entre ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda, millones de mexicanos por vez primera, sintieron a un gobernante cercano a ellas y ellos. Un gobernante que no sería el presidente de las élites, sino del pueblo, mensaje que repitió de forma insistente durante estos años y que en su 6to informe de gobierno se hizo presente al recordar que “la democracia es el gobierno del pueblo”.

A ciencia cierta seguimos sin saber qué es la conferencia matutina de AMLO. No es un ejercicio periodístico y tampoco un ejercicio de rendición de cuentas, es algo más complejo que eso. Es un aparato de propaganda política, un instrumento político altamente novedoso y difícil de replicar por alguien más con ese mismo éxito, ya que, si algo se le debe reconocer al presidente, es la capacidad para hablar en público, para referenciar hechos históricos y para colocar los temas que le interesan y de los cuales quiere que la prensa y la sociedad hable. En contraste, no se puede dejar de mencionar que los anteriores presidentes eran “intocables” y jamás dieron una mínima señal de querer realizar conferencias de prensa bajo una dinámica como la que hoy conocemos.

Falta mucho para entender que ha sido la mañanera, con sus aciertos y con sus defectos, pero es innegable que fue un parteaguas en la vida pública del país para establecer una interlocución entre gobernantes y gobernados. En la mañanera del 1ro de septiembre López Obrador no dejó de ser López Obrador, votación a mano alzada, fases como; “¡Al carajo con eso!”, aludiendo al ejercicio del poder sin el pueblo, que sin duda hace recordar el 2006 con la frase: “¡Al diablo con sus instituciones!”, utilizada para señalar fraude electoral. No podían faltar sus opositores como él los llama, y con un “tengan para que aprendan”, les dio una bonita mención.

El segundo piso de la 4T está por comenzar, lo que eso signifique lo habremos de descubrir a partir del 1ro de octubre y nos enteraremos cuál será el formato, cambio o variaciones en la conferencia matutina. Solo esperemos que se aprenda de los errores cometidos, que exista mayor moderación y mesura de ambas partes; presidenta y periodistas, que realmente se haga de esta conferencia un ejercicio de comunicación y de rendición de cuentas, no un espacio de denostaciones, insultos o halagos innecesarios.

Finalmente, “por el bien de todos” esperemos que la conferencia matutina de la presidenta electa Claudia Sheinbaum, sea de menos de 3 horas y desde el inicio se establezca la duración de este ejercicio, pues volvamos a la máxima que dicta: “más vale calidad que cantidad”.