SIN TON NI SON
- Francisco Javier Escamilla
- 3 julio, 2024
- Columnas
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Platicando ayer con un amigo, recordábamos anecdóticamente, la novela Cumbres Borrascosas, un clásico de la literatura universal.
“Cumbres Borrascosas”, escrita por Emily Brontë y publicada por primera vez en 1847 bajo el seudónimo de Ellis Bell, es una de las novelas más importantes y enigmáticas de la literatura inglesa del siglo XIX. Esta obra única y compleja se distingue por su apasionada narrativa, sus personajes profundamente perturbadores y su innovadora estructura. A lo largo de los años, “Cumbres Borrascosas” ha sido objeto de numerosos análisis y sigue fascinando a lectores y críticos por igual.
La trama de “Cumbres Borrascosas” gira en torno a dos familias, los Earnshaw y los Linton, y las tumultuosas relaciones entre ellos, centradas particularmente en los personajes de Heathcliff y Catherine Earnshaw. Heathcliff, un huérfano adoptado por la familia Earnshaw, crece con un profundo amor y odio hacia Catherine. Este amor intenso y posesivo se convierte en el motor de la historia, desencadenando una serie de eventos trágicos que afectan a ambas familias a lo largo de varias generaciones.
Uno de los aspectos más notables de la novela es su estructura narrativa. Brontë emplea una técnica de narración enmarcada, en la cual la mayor parte de la historia es contada por Nelly Dean, el ama de llaves, a Mr. Lockwood, un inquilino de Thrushcross Grange. Este método permite a Brontë ofrecer múltiples perspectivas y profundizar en la psicología de sus personajes de manera más compleja y matizada.
El carácter de Heathcliff es uno de los más intrigantes y oscuros de la literatura. Su transformación de un niño vulnerable a un hombre cruel y vengativo es central en la trama. Heathcliff es impulsado por un amor obsesivo hacia Catherine y un deseo implacable de venganza contra aquellos que él cree que lo han agraviado. Su complejidad como personaje radica en la mezcla de brutalidad y vulnerabilidad, lo que lo convierte en una figura trágica y aterradora.
Catherine Earnshaw, por su parte, es una figura igualmente compleja. Su amor por Heathcliff es tan profundo como destructivo. A pesar de su espíritu libre y su fuerte voluntad, Catherine se encuentra atrapada entre su amor por Heathcliff y su deseo de mejorar su posición social casándose con Edgar Linton. Esta dualidad lleva a su autodestrucción y a la perpetuación del ciclo de sufrimiento y venganza que domina la novela.
El paisaje de los páramos de Yorkshire, donde se desarrolla la historia, juega un papel crucial en “Cumbres Borrascosas”. Los páramos, con su naturaleza salvaje y desolada, reflejan el tumulto emocional de los personajes y la atmósfera sombría de la novela. Brontë utiliza el entorno natural no solo como un telón de fondo, sino como un personaje en sí mismo, cuya presencia influye en el destino de los protagonistas.
El tema central de la novela es el poder destructivo del amor y la venganza. Brontë explora cómo estos sentimientos pueden consumir a las personas y devastar sus vidas y las de quienes los rodean. A través de sus personajes, la autora muestra la capacidad humana para el odio y el sufrimiento, así como para la pasión y la redención.
“Cumbres Borrascosas” también desafía las convenciones sociales y literarias de su época. La novela aborda temas de clase, género y moralidad de manera audaz y sin concesiones, presentando personajes que no se ajustan a los estereotipos victorianos. Esta subversión de las normas establecidas, junto con su innovadora estructura y rica caracterización, ha asegurado a “Cumbres Borrascosas” un lugar destacado en el canon literario.
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