Diversidad sexual, la lucha que no termina 

Hace 34 años la asamblea general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades psiquiátricas (17 de mayo de 1990), ya que por increíble que parezca, hubo una época en que la homosexualidad estaba incluida en los manuales de psiquiatría como un trastorno mental. En México, el 26 de abril de este 2024, el Senado aprobó las reformas al Código Penal y a la Ley General de Salud para prohibir y sancionar las llamadas “terapias” de conversión con las que se intenta obligar a las personas a cambiar su identidad sexual. 

En este sentido, el camino legislativo duró seis años, pues la iniciativa fue presentada en 2018, lo que habla de una sociedad que se resiste a pensar en la diversidad como un espacio de tolerancia y reconocimiento donde todos somos capaces de convivir y coexistir con todo tipo de personas más allá del sexo, el color de piel, la religión y la orientación sexual. En un país pluricultural y diverso, ser lesbiana, gay, bisexual, travesti, transexual, transgénero, intersexual, queer o asexual (LGBTIQ+), no debe ser motivo de segregación y/o discriminación, es una oportunidad real de trabajar en materia de inclusión. 

No obstante, aunque existen avances en la materia, no han sido suficientes ya que expresiones como puto, marica, marimacha, vestida, entre otras, actualmente son utilizadas para referirse de manera despectiva a las personas de la diversidad sexual.

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género (ENDISEG) 2021 elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México, cinco millones de personas se reconocen como LGBTI+. Ese mismo año, con base en el informe “Los rastros de la violencia por prejuicio contra personas LGBTI+ en México” de la organización “Letra S”, fueron asesinadas 87 personas en el país por motivos relacionados con su orientación sexual o identidad de género.

Por su parte, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) señala que las personas lesbianas, gay, bisexuales, trans e intersexuales, enfrentan obstáculos en el ejercicio de todo tipo de derechos, principalmente en el acceso a la educación, al empleo y la salud. Pero las prácticas discriminatorias a las que se enfrentan son múltiples, existen Estados donde se les continúa negando el derecho al matrimonio, a la vivienda y a la custodia de sus hijos. Asimismo, se les excluye de espacios como la iglesia y el ejército.

En este mismo contexto, la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2022, señala que 34.6% de la población mexicana, no está dispuesta a rentar una habitación de su vivienda a personas trans y 29.8% a una persona gay o lesbiana. Mientras que al 34.6% de la población (una de cada tres personas), no les gustaría que una persona gay o lesbiana fuera electa para la Presidencia de la República.

Por este tipo de prejuicios es que cada 25 de junio se conmemora el Día Mundial de la Diversidad Sexual con el fin de reivindicar los derechos humanos de las personas lesbianas, gays, bisexuales, pansexuales, travesti, transgénero, transexual e intersexuales. Bajo este esquema, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), define la diversidad sexual como todas las posibilidades que tienen las personas de asumir, expresar y vivir la sexualidad. Dentro del término “diversidad sexual” cabe toda la humanidad, pues nadie ejerce su sexualidad de la misma manera que las y los demás. 

El Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), precisa que la diversidad sexual es toda la gama de orientaciones sexuales e identidades de género que forma parte de la vida cotidiana de los seres humanos; se refiere a las posibilidades que tienen las personas de vivir y asumir su sexualidad de manera libre y plena, de expresar y asumir el deseo, el erotismo, la afectividad y las prácticas amorosas.

Cualquier tipo de diversidad: étnica, cultural, o sexual, implica poner en práctica valores como la solidaridad y el respeto por las diferencias. Que hay de malo en ser diferente e intentar construir nuevas formas de relacionarse afectivamente. No se puede seguir pensando que la heterosexualidad es la medida estandarizada para el establecimiento de las relaciones de pareja y de familia, pues hombre + hombre puede ser = a familia y mujer + mujer, también. Es necesario romper esas barreras mentales que nos impiden ver a las personas más allá de su orientación sexual, pues mantener esta idea solo favorece el establecimiento y reproducción de la discriminación y la desigualdad.

Aunque la fecha de conmemoración de la diversidad sexual es el 25 de junio, la lucha debe darse todos los días. Mientras exista criminalización, restricción al acceso a los derechos humanos por orientación sexual e identidad de género, será necesario seguir alzando la voz, pues todos tenemos un lugar en este mundo. Nunca más a la frase “salir del clóset “, y de una vez por todas que se entienda y que se escuche, nadie está obligado a rendir un informe sobre su orientación sexual. 

Para concluir, no se debe olvidar que el Estado tienen un rol fundamental, es responsable de salvaguardar los derechos humanos de las personas de la diversidad sexual. Lo anterior, se encuentra respaldado en las normas internacionales con fundamento en la Declaración Universal de Derechos Humanos, que incluye derechos tan fundamentales como el derecho a la vida, a la seguridad, a la libertad y a la no discriminación.

Las personas de la comunidad LGBTIQ+ son parte de la sociedad y es momento de comenzar a normalizar la diversidad sexual desde la primera infancia, de contar nuevas historias donde no solo hay hombres y mujeres, príncipes y princesas, ya que esto, significa brindar un panorama reducido y sesgado del abanico de posibilidades que en realidad existen. 

El reto es trabajar por una sociedad más incluyente donde nadie sienta vergüenza de ser quien es. El orgullo de mostrarse con cualquier tipo de orientación sexual debe ser cosa de todos los días. Necesitamos menos discursos y más acciones, menos mercadotecnia y simulación y más inclusión, pues la lucha por la diversidad sexual aún no termina.