JÓVENES, DSI Y POLITICA

Daniel Valdez García 

 

 

INTRODUCCIÓN 

 

En mi anterior artículo hablé de la relación que hay ente jóvenes, fe y política; ahora lo hago desde la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). 

 

Se dice que los jóvenes son apáticos a los temas de la fe, lo cierto es que si tienen conflicto con algunas formas de enseñanza-aprendizaje obsoletas o basadas en la repetición. El aprendizaje tiene que ser sentido y significativo para que sea aprendido. 

 

¿Qué medidas podemos implementar para instaurar en los jóvenes una fe madura y evocadora, que los incite a interesarse y participar activamente en los asuntos cívicos desde la Iglesia? La respuesta radica en guiarlos hacia las fuentes sustanciales, otorgándoles un acercamiento profundo a la DSI y brindándoles la oportunidad de aprovechar el Catecismo Joven de la Iglesia Católica (YOUCAT): “La Iglesia, con total claridad, se pronuncia a favor de la separación en los poderes Judiciales, Legislativos y Ejecutivos” (223).

 

 

1. MILLENNIALS, Z O POSMILLENIALS

 

Los nativos digitales o millennials, precisamente, son la generación que más rechaza los principios bíblicos en favor de perspectivas espirituales más terrenales, lo cual se manifiesta en una mayor disposición a tolerar lo emergente, argumentando que la moral tradicional y sus perspectivas carecen de relevancia. Según el estudio American Worldview Inventory en Tel

2021, el cristianismo ha tenido escaso impacto en contrarrestar este fenómeno. No obstante, la generación del milenio ha sido etiquetada como ociosa, narcisista y consentida. De hecho, la revista Time los clasificó en 2014 como la generación del “yo-yo-yo”.

 

Solicitar a la amplia mayoría de los jóvenes de más de 16 años que se sumerjan en la lectura de obras tan trascendentes como “Rerum Novarum” o “Populorum Progressio” podría verse como una exigencia excesiva. No obstante, si se les brinda el contexto adecuado, se podrá despertar su interés y abrir la puerta hacia la comprensión y actualización de dichas obras. Sin dar este paso, corremos el riesgo de contar con jóvenes de 17 años que, aunque en edad juvenil, mantienen una fe infantil.

 

La DSI desvela, pone en práctica y renueva la creencia de cada jornada en el ámbito y en lo emergente. Es decir, en el seno familiar, la profesión, el empleo, la economía, la justicia, la política, la espiritualidad, y demás. Cuando la fe se hace factible, los prejuicios se esfuman, dejando atrás la opresión de algo que no sólo es un concepto, sino que implica un programa, un trayecto tanto personal como colectivo.

 

 

2. DSI Y POLITICA 

 

DSI constituye el compendio de enseñanzas sociales que la Iglesia católica insta a practicar a todo cristiano o individuo de cualquier procedencia y ubicación, basado en el Evangelio, el Magisterio y la Tradición. Representa un poderoso estímulo para alcanzar, en primera instancia, la mejor versión de nosotros mismos.

 

Un tema de trascendental importancia para la juventud es la justicia, a la cual la DSI aborda de manera desprovista de ideologías (marxismo, relativismo, capitalismo exacerbado, etc.). Cuando el joven se familiariza con estas enseñanzas, puede afirmar: “Mi Iglesia comprende mi pensamiento, me brinda orientación y me proporciona directrices para obrar acorde a mi fe en las diversas esferas de la vida cotidiana, inclusive en el ámbito científico y político”.

 

La DSI no consiste en fórmulas predefinidas, sino en fundamentos sociales; no nos exime del deber de analizar los desafíos presentes, ni de esforzarnos por alcanzar la solución óptima, y mucho menos reduce nuestro compromiso de extender el Reino de Dios entre nosotros. Las enseñanzas sociales del magisterio católico adoptan tres distintas formas: Principios para la reflexión, Criterios de juicio y Pautas para la acción. Esta triple estructura refleja la postura de la Iglesia en sus declaraciones sobre la DSI: Ver, Juzgar y Actuar.

 

Cuando la política carece de principios se aleja de la ética y se sumerge en las conveniencias de los partidos políticos polarizando el bienestar colectivo. Si se descuida el principio de solidaridad y subsidiaridad, se cae en la mera comodidad. 

 

Mediante la DSI se busca fomentar la transformación de la realidad hacia una sociedad más solidaria y fraterna, procurando consolidar el respeto a la dignidad de cada individuo, a la verdad evangélica y a la libertad de los pueblos.

 

Jóvenes, para cambiar el mundo, primero tienen que cambiar “su mundo”. Hacer crecer el reino de Dios es cambiar tu mundo, y ayudar a cambiar el mundo.