Pobres porque quieren
- Elva María Maya Marquez
- 8 febrero, 2023
- Columnas
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En la vida no basta con decirnos unos a otros “échale ganas”, pues seguramente todos hemos conocido a personas que exceden la jornada laboral de 8 horas establecida en la ley, tienen más de un empleo y su condición económica no mejora, y en contraste, su calidad de vida se ve disminuida. Trabajar de lunes a domingo y de sol a sol, es la única opción que tienen millones de mexicanos para subsistir, y la esperanza de que las cosas cambien es parte de una promesa incumplida por parte de los diferentes gobiernos.
Pero no todos pasan por situaciones así, y ahora les explico por qué, Oxfam, confederación de organizaciones con presencia en todo el mundo que se dedica a combatir la desigualdad, publicó su informe “La Ley del Más Rico. Gravar la riqueza extrema para combatir la desigualdad”, donde expone que, por primera vez en 25 años, el mundo vive un aumento simultáneo de la riqueza y la pobreza extremas. En un mundo de cerca de 8 mil millones de seres humanos, una élite diminuta formada por 2 mil 655 personas cuenta con fortunas de más de mil millones de dólares, y en el caso de México, son 15 los super ricos que forman parte de este listado.
Oxfam reconoce que en América Latina nadie es más rico que Carlos Slim, pues mientras muchos luchaban por sobrevivir y salir adelante de la pandemia, la riqueza del empresario creció durante este periodo un 42 por ciento, (25 mil 500 millones de dólares) es decir, 787 millones al mes, o 26 millones por día.
La misma organización en su informe “¿Quién paga la cuenta? Los mitos de los impuestos detrás de las grandes fortunas”, señala que las fortunas de los súper ricos crecieron 117 veces más rápido que el resto de la economía y sin pagar ni un peso más por estas ganancias extraordinarias. Para dimensionar el tema, por cada 100 pesos de riqueza que se creaba entre 2019 y 2021, 21 pesos se fueron al 1% más rico y apenas 0.40 pesos al 50% más pobre.
La desigualdad es tal, que la fortuna de estas personas incrementa 2 mil 700 millones de dólares cada día, mientras los salarios de al menos mil 700 millones de trabajadores crecen por debajo de la inflación y “más de 820 millones de personas, aproximadamente una de cada diez en la Tierra, pasan hambre”. La ley del más rico se encuentra anclada en los beneficios fiscales que por décadas se han dado a las élites económicas, donde los impuestos que pagan (cuando lo hacen) resultan hasta irrisorios.
Como ejemplo de lo anterior, tenemos al segundo hombre más rico del mundo, el empresario Elon Musk, quien paga apenas el 3.2 por ciento de impuestos, mientras que el tercer hombre más rico a nivel mundial; Jeff Bezos, otro de los milmillonarios, paga menos del 1 por ciento. Por su parte, una microempresa en México debe entregar 30 por ciento por impuesto sobre la renta. Como se puede permitir esto, a nivel global, los que ganan más son quienes deben pagar más impuestos, pero como los sistemas fiscales están diseñados para no cobrarles, esta es la forma en que funcionan las cosas (paralas grandes elites, no para todos).
Un puñado de personas son los que logran acumular influencia para torcer las reglas a su favor, y muestran cómo es que toda ley es flexible si se cuenta con suficiente dinero para violarla. Es necesario romper con décadas de rebajas y privilegios fiscales para grandes empresas y fortunas, pues solo así se podrá construir una economía para la igualdad.
Por mucho tiempo se ha difundido la idea de que la igualdad no existe, que la igualdad solo existe en la miseria, que solo puede ser posible si todos somos pobres, pero en realidad es un discurso tramposo que lo único que ha intentado es justificar el hecho de que existan estos multimillonarios, empresarios abusivos que pretenden vendernos historias de éxito en 10 pasos sobre cómo llegaron conseguir sus fortunas, que en realidad no les costaron nada, pues muchas de estas son heredadas y, en otros casos, el hecho de que hayan juntado estas cantidades exorbitantes de dinero es porque nunca han pagado impuestos o no como deberían. Es así como podemos decir que el rico es rico porque no paga impuestos o porque ha tenido a la mano los medios para ajustar la ley a su favor, ampararse y/o patrocinar una que otra campaña electoral que le permitirá mantener sus beneficios.
La desigualdad no es normal, no es algo que se dé por generación espontánea o que simplemente amaneció un día con nosotros, es parte de una decisión política, pues la manera en que se recaudan los impuestos se ha centrado más en el consumo e ingreso de las familias y en las nóminas, y no en la riqueza e ingreso de las grandes empresas y fortunas de las personas más ricas.
Hablando a nivel Latinoamérica, por cada nuevo super rico latinoamericano hay 400 mil personas más en pobreza extrema desde que comenzó la pandemia, es decir, una persona logra tener una fortuna de más de mil millones de dólares y a cambio tenemos 400 mil personas en pobreza extrema.
Sin duda alguna, lo que nos urge es una mayor recaudación fiscal, solo así se pueden conseguir Gobiernos eficientes y competentes, dotándoles de los recursos necesarios para invertir en servicios de salud y educación, en innovación, investigación y en la transición a economías verdes. Todos los impuestos que se dejan de recaudar nos impactan al grueso de la población, pues es dinero que se deja de invertir en servicios públicos que nos alejan de sociedades más sanas y felices.
Antes de concluir, quiero compartir algunos datos “curiosos” de estos informes que vale la pena retomar. Las personas más ricas son mayoritariamente hombres, tan solo 124 de las 1000 personas más ricas del mundo son mujeres. De las 1000 personas más ricas del mundo, tan solo cinco son negras. En Estados Unidos, el 89.2 % de las acciones son propiedad de familias blancas, frente a tan solo el 1.1 % en manos de familias negras. Triste pero cierto, el color de piel de una persona sigue determinando las probabilidades de éxito de esta.
México es el espejo de la desigualdad global, pues entre la población pobre que se tiene, se cuenta con las personas más pobres a nivel mundial y a su vez, se tiene a los hombres más ricos del mundo. La idea de que los pobres son pobres porque quieren, resulta algo más que ofensivo, pues hoy sabemos que el hecho de contar con tanta pobreza es por una inacción de los diferentes gobiernos que no han estado dispuestos a realizar reformas fiscales que permitan una mejor distribución de la riqueza donde el pago de impuestos sea equitativo, pues esta acción no es menor, tiene efectos positivos en la reducción de las desigualdades sociales.
En un clima de inflación, de desempleo, donde hay personas con mayores grados de estudios, pero con menos posibilidades laborales, debemos preguntarnos si la pobreza es algo que se elige, si en realidad en algún momento tuvo sentido pensar que los pobres son pobres porque quieren o porque son “flojos”, y no por falta de oportunidades y por el abandono de sus gobiernos, que injusto que por años se les estigmatizó de esta manera para dejar de ver el verdadero problema. Ahora bien, con una mirada más crítica, sensata, objetiva y con mayores elementos sobre el tema, cada uno responda ¿El pobre es pobre porque quiere?