TRINCHERA GLOBAL
- José Edgar Marín Pérez
- 21 octubre, 2021
- Columnas
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El camarón mexicano, del deleite gastronómico a la codicia comercial.
Durante esta semana, una noticia ha alegrado al sector pesquero, el levantamiento del embargo camaronero que desde hacía seis meses mantenían los Estados Unidos de América en contra de México. Pero, ¿Por qué se dio este embargo y en qué consiste?
A manera de respuesta, se resalta que desde el mes de marzo de este año, el Departamento de Estado en coordinación con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de los Estados Unidos de América, anunció que a partir del mes de mayo se suspendería de forma indefinida la importación de camarón silvestre que fuera capturado en aguas profundas por embarcaciones de bandera mexicana, teniendo como efectos, cancelar completamente la comercialización en territorio norteamericano de este producto.
Asimismo, se resalta que el argumento principal que dio motivo a esta situación fue la utilización de embarcaciones camaroneras mexicanas utilizan métodos de captura depredadores de los corales y fauna marina, al no utilizar excluidores de tortugas.
Sin embargo, haciendo un poco de historia se destaca que no es la primera vez que existe una amenaza en contra del camarón mexicano, ya que desde hace treinta años ha sido una constante amenaza contra las flotas pesqueras mexicanas, basta recordar que en 2010 y 2018, ya se habían realizado bloqueos comerciales de esta índole, el primero de ellos por un supuesto levantamiento previo de la veda anual que se hace a este marisco a partir del 01 de mayo y hasta el 15 de agosto de cada año, mientras que el segundo fue por la supuesta utilización de red “agallera” en la zona del Alto Golfo de California, las cuales atentan contra la vaquita marina.
Destacando que para este último levantamiento de la sanción, se contó con la intervención de las Secretarías de Agricultura, la Secretaría de Economía, la Secretaría de Relaciones Exteriores y la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (CONAPESCA), en una labor diplomática a la altura de las circunstancias apremiantes del mercado camaronero nacional, que dicho sea de paso, de acuerdo al Centro de Investigación en Alimentos y Desarrollo CIAD, institución auspiciada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), la producción nacional en México ronda las 300,000 toneladas anuales, siendo los estado de la costa del océano Pacifico tales como: Sinaloa, Sonora, Nayarit, Baja California Sur y Michoacán, quienes concentran el 90% de la captura en altamar y ribereña, generando más de 254,000 empleos directos, distribuidos en más de 63,000 embarcaciones con bandera mexicana.
No obstante, las entidades federativas antes mencionadas no son las únicas que tienen en la captura de camarón a una de sus principales actividades productivas, ya que también los estados de Veracruz, Tabasco y Campeche, en el Golfo de México, pescan camarón aunque su mercado siempre ha estado orientado principalmente hacia la zona del Caribe mexicano, mientras que la producción de la zona del istmo de Tehuantepec en el estado de Oaxaca, ha estado orientada al mercado japonés, dejando al resto del mercado nacional principalmente la producción a menor escala que se captura en los estados de Michoacán y Guerrero.
Una vez hecho este contexto de la producción camaronera en México, se resalta que uno de los argumentos de este gobierno en contra los Estados Unidos, es que tal pareciera que más que la preocupación en cuanto a la infraestructura pesquera y técnicas utilizadas en esta industria, el principal móvil pudiera ser un posible boicot comercial al producto, sobre todo si se toma en consideración que la zona de los cayos de la Florida son aguas cálidas que por su colindancia con el Golfo de México y el mar Caribe, son propicias para proliferación de este crustáceo, de igual forma la zona de la Alta California, por lo que siendo Japón, Corea del Sur, Taiwán, Tailandia y España, grandes consumidores de pescados y mariscos, no es extraño suponer que estas prácticas pudieran ser para acaparar dichos mercados y descarrilar las exportaciones mexicanas.
Aunado a lo anterior, los pescadores mexicanos tienen ahora una nueva preocupación, ya que como ha sucedido con especies marinas como la totoaba, la delincuencia organizada ha penetrado en la extorsión de pescadores, robo y tráfico de productos del mar, compraventa a bajo costo de pescado y marisco, para posteriormente venderlo a un costo más elevado, tal y como ha sucedido en estados como Baja California Sur, Sonora, Sinaloa y Michoacán, situación que han replicado en la producción de aguacate en esta última entidad federativa.
Finalmente, la noticia del levantamiento de las medidas restrictivas al camarón mexicano parece alentadora. Sin embargo, no extrañaría que en el futuro vuelva a haber bloqueo comercial a otros productos mexicanos, como en el pasado ha sucedido con el jitomate, el aguacate o el atún, en una guerra comercial que sólo parece beneficiar a los Estado Unidos.
Twitter: @EdgarMaPe