Septiembre movido
- Elva María Maya Marquez
- 15 septiembre, 2021
- Columnas
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Llegó septiembre y llegó irrumpiendo, otro mes patrio que las y los mexicanos experimentamos un sismo de magnitud 7,1 que literalmente nos sacudió el pasado martes 7 alrededor de las 20:47 horas, el cual tuvo un epicentro a unos kilómetros de la costa de Acapulco, Guerrero. Este sismo nos hace evocar a un pasado reciente, 7 de septiembre de 2017, a las 23:49 horas, cuando se registró otro sismo de magnitud 8.2, al suroeste del Poblado de Pijijiapan, en el estado de Chiapas.
Como lo nuestro son las coincidencias, que para algunos es “mala suerte”, vayamos al 19 de septiembre de 2017, sismo de intensidad 7.1 registrado a las 13:14 horas, con epicentro en la zona limítrofe entre Puebla y Morelos. Finalmente, el sismo que representa un parte aguas en la historia de nuestro país y particularmente en la memoria de quienes lo vivieron, 19 de septiembre de 1985, a las 7:19 horas donde se experimentó un sismo de 8.1, movimiento que afectó principalmente a la zona centro de la ciudad de México, provocando daños severos en cientos de edificios y que causó la muerte de miles de personas.
Esto es un breve recorrido en la historia sísmica del país, para algunos no ha pasado del “susto”, pero otros tantos no han corrido con la misma suerte, las afectaciones han acabado con su patrimonio, con toda una vida de trabajo, de esfuerzos y de sacrificios que en un par de minutos se convierte en nada.
En una época que ya era difícil en medio de lo que se ha considerado como una tercera ola de la pandemia, llovió sobre mojado. Lo que venimos experimentando desde hace semanas con el tema de las lluvias, nos ha tomado por sorpresa, cientos de personas en diferentes puntos de la república han quedado damnificadas, el agua se ha llevado no solo sus bienes materiales, también les ha arrebatado la vida de familiares, amigos y conocidos.
Una vez más la historia se repite, aquellos que ya estaban en situación de desventaja, son víctimas de estos desastres naturales que, en el caso de las lluvias, mucho tenemos que pensar sobre el papel de las y los ciudadanos, pero también del gobierno. Ambas partes han dejado de hacer lo que les toca, unos al no tomar consciencia del impacto que genera en épocas de lluvia el tirar basura, y el gobierno, por no atender el tema de presas y ríos con riesgo de desbordarse, así como no poner orden en la edificación de casas en zonas que jamás debieron habitarse, pero, sino es ahí, en las orillas de un rio, de una presa o de un cerro, que se les puede ofrecer, que opciones o alternativas de construcción para vivienda se les puede brindar.
Es evidente que los funcionarios que otorgan permisos de construcción y autorizaron las obras, en lo último que piensan es en los daños que pueden ocasionar inmuebles levantados con materiales de baja calidad o insuficientes; en sitios construidos sobre cimientos viejos o que no son habitables por la condición del suelo y que culminan en un desenlace fatal y al pasar del tiempo, no hay responsables.
Sucesos como los que vivimos en la actualidad solo dejan al descubierto las deficiencias y desconocimiento que se tiene para actuar en caso de desastres naturales, ya que no sabemos cómo actuar una vez que sucede, pero tampoco una vez que ha pasado.
Tratar de ponerse en el lugar de la gente afectada por los sismos o por las lluvias es complicado, pero despertar y saber que no cuentas con nada más que con lo que se trae puesto, es una verdadera tragedia. La experiencia nos dice que el apoyo y la solidaridad tienen fecha de caducidad. No se debe ser insensible ante este hecho, la ayuda que necesitan es urgente y necesaria, el gobierno en sus diferentes niveles tiene que hacer un esfuerzo mayúsculo por tratar de ofrecer a las familias afectadas algo similar a lo que tenían.
Este 15 de septiembre para muchos no habrá nada que celebrar, ni grito de independencia, ni antojitos mexicanos. Lo que se tiene es un futuro incierto y muchos tendrán que comenzar desde cero, es un hecho que con buenas intenciones y mensajes optimistas su realidad no cambiará, una despensa, brindar comida y refugio un par de días no resuelven el problema de fondo. Solo el tiempo nos dirá si hemos aprendido algo, si el actuar del gobierno es distinto ante la tragedia o siguen viendo la oportunidad de lucrar con la misma. Mientras tanto no olvidemos que septiembre aun no termina, que las coincidencias han sido lo nuestro y que septiembre se ha caracterizado por ser un mes muy movido.