SIN TON NI SON
- Francisco Javier Escamilla
- 2 septiembre, 2021
- Columnas
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Esta vez me voy a referir a una obra clásica de la literatura universal: La Divina Comedia. Ésta es la obra maestra del poeta y filósofo italiano Dante Alighieri, quién vivió de 1265 a 1321, se trata de un relato pormenorizado del viaje de un hombre a través de la otra vida, una obra que ha dejado huella en la cosmología cristiana durante siglos y que estableció los cimientos de la lengua italiana moderna. “La Divina Comedia” tuvo una influencia enorme en el desarrollo de la lengua italiana. Prácticamente toda la literatura italiana escrita hasta el siglo XIII se hizo en latín, así que la decisión de Dante de utilizar el italiano vernáculo supuso un cambio significativo. Cuando las ciudades-estado se unieron y formaron una nación en 1861, el dialecto toscano que Dante había empleado en sus obras se estableció como el estándar para el italiano escrito, tal y como se utiliza hoy en día.
Dante nació en Florencia, cuna del arte, donde fue un personaje activo en la vida pública de la ciudad hasta que en el año de 1302 se exilió después de que el gobierno lo condenara a muerte por sus ideas políticas. Escribió “La Comedia” durante su exilio, y ese fue el título que él dio a su obra. El sobrenombre de “La Divina Comedia” empezó a utilizarse tras la muerte del autor.
La composición de “La Comedia” gira en torno al número tres, como reflejo de la concepción cristiana de la Santísima Trinidad: está estructurada en tres partes (Inferno, Purgatorio, y Paradiso), cada una dividida a su vez en 33 cantos, con un canto adicional, el prólogo, se llega a un total de 100. Incluso la estructura interna del poema se basa en el número tres: Dante escribió toda su obra en tercetos, estrofa compuesta de tres versos, unidos en un esquema de rima ordenada.
El protagonista de “La Comedia” es el propio Dante. En pleno lamento porque está perdido en la vida, se encuentra en un bosque con el espíritu de Virgilio, el poeta romano. Éste lo guía hasta las puertas del infierno, donde aparece la inscripción legendaria: “Lasciate ogne speranza, voi ch’intrate” (¡Oh, vosotros que entráis, abandonad toda esperanza!). En su paso por los nueve círculos del infierno, Dante ve cómo las almas de los condenados sufren castigos eternos. Estas imágenes terribles llegan a su punto álgido con la entrada en escena de Satán en persona, atrapado en un lago de hielo en la parte más profunda del infierno.
En la segunda parte, Dante visita el purgatorio, el lugar donde esperan las almas que todavía no son lo suficientemente puras como para encontrarse con Dios. Llegados a este punto, Virgilio no puede continuar el camino ya que, como no es cristiano, no tiene derecho a entrar en el cielo. Dante recibe a una nueva guía, Beatriz, que encarna la gracia divina en la figura del amor romántico. Después de haber ascendido los nueve niveles del paraíso en la tercera parte, Dante tiene un breve encuentro con Dios, culminando así un viaje que refleja el que realiza el alma humana en su camino hacia el Señor; desde el pecado, pasando por el arrepentimiento hasta llegar a la salvación.
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