DE BURGOS A SANTIAGO
- Jimena Bañuelos
- 27 julio, 2021
- Columnas
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Son un referente en nuestras vidas porque son una fuente de sabiduría. La experiencia es un grado y ellos siempre podrán presumir de ella. Los abuelos son inolvidables porque lo que se vive con ellos deja huella para siempre. El tiempo acrecienta los recuerdos ya que a medida que uno va creciendo es más consciente de todo lo que ellos nos han enseñado. Por eso, todos los veintiséis de julio se celebra su día; aunque, es cierto, que a los abuelos se les rinde homenaje a diario. En mi caso, no hay ni un solo día en el año que no recuerde a los míos.
Y entre recuerdos y homenajes, el VIII Centenario de la Catedral de Burgos ha removido no solo el pasado histórico de mi ciudad sino la memoria de esa niña que creció contemplando la grandeza de la Seo más bonita. Como buena burgalesa solo puedo tener buenas palabras ante su majestuosidad. Se merecía una fiesta de aniversario a la altura y, a pesar de las circunstancias, la tuvo. Se cumple una semana de todos esos festejos, pero quedan más porque este año es su año. Las imágenes con la patrulla Águila sobrevolándola y dejando tras de sí la bandera de España en el cielo radiante de la ciudad, ya están en la historia de ciudad. Por no hablar, de los fuegos artificiales que iluminaron la catedral en la oscuridad de la noche. Se podían haber hecho más cosas, pero la pandemia, de nuevo, nos ha privado de disfrutar al cien por cien de las fiestas. Burgos, precisamente, tiene un número de contagios muy elevado pero no podía renunciar a suspender el aniversario del monumento Patrimonio de la Humanidad. Un Patrimonio de la Humanidad cargado de riqueza en sus ocho siglos de historia pero que, a pesar de estar de celebración, ve amenazadas sus puertas. Concretamente, las de su fachada principal. Las actuales son tres piezas de olmo negro datadas de 1790. Sin embargo, el arzobispado quiere poner tres puertas de bronce que representen a la Santísima Trinidad con un corte realista. Cuando hay que cambiar algo tiene que ser para bien, pero la opinión popular no está a favor de la propuesta de Antonio López. No podíamos tener la fiesta en paz y esto todavía va a dar mucho de que hablar. Menos mal, que los recuerdos son inalterables, pero como buena burgalesa que soy mi opinión está clara y si alguien duda que me la pregunte que se la diré sin filtros, con todo lujo de detalles. Las cosas claras y más cuando tocan uno de mis monumentos favoritos. Siempre que voy a Burgos visito la catedral. Confieso que todavía me falta soplar las velas de su centenario a sus pies y eso que a su lado siempre empequeñeces. Eso sí, también rememoras los buenos momentos vividos que te enriquecen de ilusión para afrontar el paso del tiempo. El futuro que en nada se convierte en pasado, bienvenido sea cuando nos deja momentos que homenajear en nuestra vida.
Por eso, homenajes personales a parte, que continúen los de esta catedral que nos ha visto a crecer a todos los burgaleses. Veremos como en el mes de agosto la Vuelta a España comienza en mi tierra para terminar a los pies de otra catedral, la de Santiago. Burgos está de fiesta, pero Santiago de Compostela también. Han pasado once años, que se dice pronto, desde el último Año Jacobeo. La Vuelta de las Catedrales arranca el catorce de agosto. Todavía queda mucho año para visitar Burgos y adentrarse en la riqueza de su Seo. En ella, por ejemplo, está la tumba del Cid Campeador y su esposa Doña Jimena, su carta de arras y su cofre, la renacentista Escalera Dorada de Diego de Siloé, la sillería del coro, el Papamoscas… Un sin fin cultural que podría comenzar, precisamente, viendo cómo el Papamoscas da las horas dejando con la boca abierta a más de uno y acabar en la Plaza del Obradorio, abrazando al Santo y viendo al Botafumeiro. Burgos es ciudad de paso del Camino de Santiago, un camino que no deja indiferente a nadie, un camino que enriquece no solo culturalmente. Ahí lo dejo … “Caminante no hay camino, se hace camino al andar” que decía Machado.