¿Un político tradicional o no?
- Julián Chávez Trueba
- 25 noviembre, 2020
- Columnas
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En nuestra zona geográfica hemos observado cómo países vecinos han votado por presidentes tradicionales, con el clásico discurso en el que no dicen nada, no se comprometen a nada, hablan sin hablar pues, con un acento neutro discurren sin centrarse en algo, cualquier tema por encima y sin meterse en honduras. Este tipo de mandatarios en los últimos días de su gobierno han sido últimamente odiados por la gente, debido a esa falta de compromiso con los verdaderos problemas de su pueblo, por lo que se ha decidido en las votaciones, colocar en el poder al político con el perfil contrario a este, es decir, el político entrón, que no sabe mucho de los temas, pero por lo menos en el discurso lo resuelve fácil, con soluciones aparentemente obvias, con ideas novedosas, aferrados y con muchas palabras claras. Estos gobernantes al final de los días de sus gobiernos también resultan odiados debido a que no resolvieron lo que dijeron, no fueron tan fáciles sus soluciones y no supieron nada sobre gobernar.
Para ejemplo piensen en Perú, Bolivia, Brasil, E.E. U.U. y obviamente México.
Es una dicotomía la que se presenta. El refrán dice “no hay dos glorias” y a aparentemente es cierto. ¿Será mucho pedir alguien que hable correctamente, que se comprometa a los problemas que puede resolver, que suene bien, creíble y que además cumpla lo que promete?
El político tradicional nace desde adentro del poder, es un perfil que se forja con el compadrazgo, cobijado en la sombra de alguien que ya tiene el poder, que lo colocan en puestos estratégicos para que aprenda y se foguee, para que cuando tenga un puesto relevante sepa cómo actuar, por todo ello nace sucio, con las ideas del pasado, no hay mucha innovación, los discursos son iguales y algunas veces es un títere de quien lo colocó en tal posición.
El político entrón es bravucón, con ideas lógicas no aplicadas, que en un discurso suenan bien pero en la realidad pueden ser no tan fáciles. Nace fuera del poder, sin haber adquirido experiencia; suele ser exitoso en algún rubro social, pero el poder en sí no lo ha detentado, se presenta cercano a la gente, nacido de la gente, sin embargo al empezar a tener poder, aunque poco, la promesa de victoria hace que quienes están en contra del poder y no me refiero a los pobres, o ricos, sino a quienes las ideas en ese momento no les favorezcan, empiezan a apoyarlos y se genera un vínculo de apoyo mutuo.
En esto último radica el mayor conflicto. El político tradicional no tiene que negociar con el sistema establecido porque nace con los intereses preparados y listos. El político entrón se genera en su trayecto negociaciones y apoyos a veces no muy convenientes.
El ser de molde y rígido cansa; el ser libre y progresista también. Me parece que estamos en un buen momento para generar una tercera vía, como últimamente ha tenido la economía. Un perfil que desde adentro se aventure a solucionar los problemas, que le entre a los conflictos reales y de verdad, los tangibles e indispensables, que obtenga apoyos de personas semejantes a él, con ideas de renovación sin perder el piso.
Se van cocinando perfiles actualmente en todos los partidos para las próximas elecciones. Ojalá que veamos nacer en nuestras tierras algún político así, sensible, moderado y con algún tinte de entrón en problemas reales.